Recomponiendo la confianza fracturada: narrar, imaginar y escuchar a Colombia fuera de Colombia

Recomponiendo la confianza fracturada: narrar, imaginar y escuchar a Colombia fuera de Colombia

Por. Jorge Jiménez – Colombia

“De metal eran los espejos antiguos, hasta que los venecianos del siglo XV tuvieron la ocurrencia de fabricarlos de vidrio, como si entendiesen que nuestra identidad fugitiva se refleja mejor en lo que puede perderse que en lo duradero.” Carlos Fuentes, Inquieta Compañia

Jorge Jiménez Castro es Magister en Ciencia política y Filosofía del Istituto Universitario Sophia y la Università degli studi di Perugia, en Italia. Artivista por la paz.

En Colombia estuvo involucrado en proyectos de pedagogía para la construcción de una cultura de paz y defensa del territorio, luego de la firma de los acuerdos de paz en 2016. Entre estos, colaboró con el movimiento MPPU en Bogotá, aportando desde el paradigma de la Unidad herramientas a los procesos ciudadanos de construcción de paz. Gracias a esta experiencia pudo viajar a Italia a estudiar en Sophia, universidad internacional donde vivió junto a estudiantes de otros continentes provenientes de realidades en transición semejantes a las de Colombia, con experiencias de construcción de paz valiosas que enriquecieron su perspectiva sobre el trabajo por los derechos humanos, la memoria y la identidad de los pueblos. En el último periodo se ocupó de apoyar el proceso de reconocimiento del exilio colombiano en Europa por parte de la Comisión de la Verdad -creada por el acuerdo de paz-, esta experiencia fue escenario para la investigación que realizó sobre identidad narrativa, lenguajes artísticos y exilio. Es así como Jorge presenta a Ciudadnueva Interamericana parte del valioso trabajo que ha realizado en este último periodo. 

Una imagen rota. El rostro en el espejo que se despedaza, devastado por un golpe inesperado. Una fractura en la mirada con la que observamos la realidad. La violencia abre un espacio liminal en el que se desmorona el sentido: Una mujer que se despierta un día con la ausencia inesperada de su hijo, o de su esposo, una ausencia ensordecedora. Un niño que no sabe dónde está su madre y tan solo reconoce un tacón como su único rastro en el lugar de su secuestro. Este es el momento donde se fractura el orden de la realidad y la continuidad de las relaciones viene abruptamente interrumpida, se desacralizan los cuerpos y las vidas. Es el instante en el que el tiempo se detiene y la trama que venía hilando la propia historia de vida se interrumpe. 

– Desde el momento en que lo desaparecieron dejé de ser yo y me convertì en él. Él era el protagonista de mi vida. Mi vida se convirtió en ponerlo a él delante de mí, en su búsqueda.1 Palabras que acogen una densidad profunda, narradas por una mujer colombiana exiliada en Europa, que sufrió la desaparición forzada de su esposo por las fuerzas militares de su país. Me habla del momento en el que, dice ella, todo se detuvo, sobre todo esa trama que movía hacia adelante su historia de vida. 

La violencia implica una fractura de sentido para quien la recibe, el prójimo se hace extraño, la desconfianza corroe el mismo suelo sobre el que una misma comunidad camina, los padres entierran a sus hijos, los diamantes y los grandes amores resultan perdidos en cementerios anónimos o fosas comunes. En efecto, la propia identidad es golpeada por ese evento inesperado que convierte en víctimas a personas que nunca eligieron recibir ese daño, personajes de una historia trágica moldeada por su dolor, su resistencia y su capacidad para transformarse. Colombia cuenta más de 6 décadas de un conflicto armado que ha hilado una narrativa histórica marcada por continuidades y discontinuidades en torno a la violencia, una irrupción que se ha extendido en el tiempo hasta el punto de ser normalizada. Con los años, se militariza la vida cotidiana y se sedimentan valores instaurados por la guerra, se arman las personas, las ideas, el otro viene revestido del rol de enemigo, se silencian las voces que resisten a lo injusto. En esa misma línea de la devastación, encontramos a su vez en la historia colombiana reciente otras irrupciones, intentos por transformar el conflicto y romper el cristal de la violencia normalizada: pactos políticos, acuerdos de paz, reformas sociales, múltiples iniciativas que han intentado desmilitarizar la vida cotidiana y desarmar el encuentro de diferencias políticas. 

Entre éstas, el reciente proceso transicional abierto con el Acuerdo de Paz de 2016 en Colombia, desplegó un nuevo espacio liminal que juega como rito de pasaje en esta historia, puente entre valores y hábitos de guerra hacia otros nuevos de paz. Este proceso es el acumulado de luchas por el reconocimiento de parte de organizaciones sociales y de víctimas dentro y fuera de Colombia, décadas atrás, en diálogo con instituciones y gobiernos que abrieron espacios para ver la paz como imaginable, posible e incluso realizable. 

Dentro del sistema institucional de transición que deriva de este acuerdo, el trabajo de la Comisión por la Verdad da muestra de este intento por concretar esta transición, centrado en la escucha de las personas atravesadas por el impacto de la violencia, recogiendo las voces directas que narran las huellas del daño, los cuerpos marcados por ello, las historias trastocadas y los caminos de memoria, resistencia y resiliencia emprendidos para reconstruir una trama de vida con sentido y futuro. Esta vez, el exilio fue reconocido de forma amplia, como hito histórico para los procesos de paz y memoria, rastreando a más de un millón de personas en exilio y escuchando más de 2000 testimonios fuera de Colombia.

 -Yo era una niña cuando lo desaparecieron, no sabía ni por dónde empezar a buscarlo, tenía miedo, estaba sola. Luego vino el exilio. Ahora vuelvo como una mujer madura, recibo los golpes y no me dejan en el piso, resisto y sigo con fuerza. No sé qué habría sido de mi vida si no lo hubiese buscado, yo creo que no habría podido seguir.2 

En los testimonios se articulan las experiencias individuales con las sociales y se descubre la propia historia gestada dentro de un entrelazamiento de historias. Para que se dé el testimonio se requiere la voluntad de escuchar; entrenar el oído, el corazón y la imaginación. Quien testimonia visita el pasado a través del componente imaginario de la narración, poniendo en escena su historia frente a los ojos de quien lo escucha. Transmite, así, su ser impresionado por el hecho, para que quien le escucha pueda asistir a su historia y verse sobrecogido por la violencia o el júbilo de esta. De este modo, el testimonio y la escucha se convierten en un diálogo sobre el que se restablece un vínculo de interdependencia, entre la historia subjetiva y el mundo social intersubjetivamente compartido que se esclarece.

Está en juego la confianza que ha sido fracturada múltiples veces durante la guerra. Narrarse y escucharse mutuamente resulta una apuesta por recomponer la fiabilidad sobre la palabra y sobre la persona: Una mujer en exilio narra su historia generosamente y encuentra en quienes la escuchan, un grupo de compatriotas migrantes que, sobrecogidos por los hechos de su narración, crean junto a ella una obra de teatro para mostrar al mundo este testimonio -que a su vez narra un fragmento de su propia historia colectiva. Una abuela que escribe con fantasía un cuento infantil para contarle a sus nietos sobre la desaparición de su ex marido, como forma de transmitirles cuán mágico fue ese amor y cuán importante ha sido su búsqueda. El gesto, la imagen, la tonalidad de la voz, la mirada poética, el cuerpo en movimiento, se conjugan para enriquecer el lenguaje con el que el testimonio abraza a quien se dispone a la escucha y se reconoce a sí mismo en ese tejido de historias que componen la memoria colectiva. 

En este camino, para atestar la crudeza de la guerra, la imaginación, la creatividad y la magia han sido aliadas de la verdad. Más específicamente de la veracidad, en cuanto palabra fiel a la realidad que atesta. Entre la fidelidad y la fiabilidad se entretejen vínculos de confianza que restituyen a quien fue impactado por la guerra, un crédito y una dignidad que le fue arrancada con la persecución, la desaparición forzada y el exilio. 

1 Entrevista realizada en Mayo de 2023 a Elizabeth Santander, lideresa colombiana exiliada en Europa. 

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