Campamento Ecuménico juvenil 2023, Guatemala 30 sept – 01 oct
#Jóvenes #Guatemala
Por Felipe Casabianca – Guatemala
Cada uno con su historia en la mochila, llegamos al campamento de distintos lugares de Guatemala y de diversas tradiciones cristianas: católica, evangélica y pentecostal. Julia, Aníbal, Nicolle, Rodrigo, Yuli, Eber, Iris, son solo algunos de los 49 jóvenes, y algunos adultos, que respondieron a la invitación del Movimiento Gen1.
“… Diversas tradiciones cristianas, católica, evangélica y pentecostal…”
En los rostros curiosidad, ganas de participar y conocer a otros jóvenes, sin prejuicios y motivados por el amor. Un desafío y al mismo tiempo la propuesta de experimentar la fraternidad que nos hace cercanos unos a otros.
El Centro Mariapolis, que nos hospedaba, ha sido el espacio ideal para desarrollar dinámicas, juegos y reflexiones, preparado por un equipo mixto.
Comenzamos por ampliar el autoconocimiento, esa identidad que deriva de ser amados personalmente por Dios. Y luego el reconocimiento del otro, hasta ver en el rostro del hermano a Jesús que vive en él.
“…Esa identidad que deriva de ser amados personalmente por Dios…”
Así descubrimos que nuestras diferencias son una riqueza. El otro me permite visualizar mis dones que puedo poner al servicio de los demás: en los momentos de recreación o de ayudar a ordenar, alrededor del fuego o conversando en la mesa.
En el parque cada rincón respira el aliento de la naturaleza. La mañana del domingo resplandeciente de sol nos anunciaba un día alegre en el Señor. Fue corto el tiempo para disfrutar de la tercera etapa de nuestro itinerario: la dimensión del “nosotros”. Juntos estamos llamados a hacer de nuestras relaciones una red que nos permite vivir en comunidad. Ya estábamos preparados para un momento de oración, por medio de la Celebración de la Palabra. En la carta a los Efesios, el apóstol Pablo nos dice: “… Cristo es nuestra paz, el que de dos pueblos hizo uno solo”.
“… Nuestras diferencias son una riqueza…”
Las reflexiones del Padre Alejandro y de la Pastora Elena aportaron una luminosa profundización y a las historias compartidas por Dina y Eunice, son esas “piedras vivas entrelazadas con la de Cristo”. Un día y medio ha pasado y lamentamos no haber tenido más tiempo a disposición. Sin embargo, al despedirnos la alegría nos invade a todos con la certeza de haber construido puentes de fraternidad para extenderlos a más jóvenes.
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