Los testimonios, hacen la vida posible 

Los testimonios, hacen la vida posible 

Por Susana Nuin Nuñez

Este mes Ciudadnueva, invita a todos a sumergirnos en distintos estilos de testimonios, personales, familiares, institucionales, sin duda, no es una novedad para este medio presentar testimonios de vida, lo hacemos cada mes, pero; en este número percibimos cada vez más la necesidad con mayor intensidad, de ofrecer distintos niveles de experiencias vividas, según las edades, vocaciones y países. Se preguntarán cuál fue el motivo de la decisión, en verdad tres fueron los motivos. 

En primer lugar, el valor cristiano del testimonio. En términos generales dar testimonio es declarar la veracidad de un hecho para lo cual se deben hacer demostraciones, lo que implica que se fue testigo de este. El significado bíblico de Testimonio hace referencia a la persona que declara el impacto que tiene vivir una vida en Jesús porque es creyente, lo ha experimentado y lo vive en su existencia. El Testimonio no se limita a la declaración oral o predicación, se extiende al plano de las acciones, de la conducta, de lo que el cristiano hace o deja de hacer como resultado de una vida conformada a las enseñanzas y el ejemplo de Jesús en la tierra: el testimonio de vida.

 En segundo lugar, todos somos capaces de ser testimonio. Comprender que el testimonio nos indica que es posible, que todos en distintas edades y circunstancias podemos vivir y testimoniar una realidad. Esto es comprobable muchas veces en situaciones límite, donde las realidades o circunstancias parecerían imposibilitar una vida comprometida de coherencia y, sin embargo; emergen flores aun en medio de las piedras. 

En tercer lugar, vivimos en una sociedad que por exceso de información multiplica y tergiversa las realidades de tal manera que no siempre la vida se hace creíble, y no siempre se logra comprender en medio de la madeja de información que otra comunicación es posible, que otros principios de vida son posibles, que el Evangelio no es una antigüedad de los techos hacía arriba, que solo se medita, se escucha y no se puede vivir e incidir. El Evangelio, ayer, hoy y siempre es la Palabra, Jesús que nos ama, nos llama, nos busca, nos rescata, nos invita, nos corrige, nos alienta, nos ve siempre nuevos, y también con Su misericordia nos mira con la mirada de Dios, para el cuál siempre es posible recomenzar. Porque somos amados y elegidos no por nuestra perfección sino por Amor gratuito, generoso, y encantador de un Dios que no vino para los sanos, sino para todos nosotros limitados por múltiples motivos.

Ningún testimonio abarca o expresa la totalidad de la realidad, de la coherencia o de la perfección. Los testimonios son hermosos ejemplos de personas y comunidades que se ponen en marcha en el gran desafío de hacer siempre vida el Evangelio, con sus realizaciones, plenitudes y posibilidades.

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