Todos llamados a la unidad

Todos llamados a la unidad

En la carátula de esta edición, presentamos a una niña que con fuerza trata de unir dos lados de un mismo piso junto con el título “Nacidos para unir”. 

Queremos hacer referencia al párrafo con el cual, la presidente del Movimiento de los Focolares, Margaret Karran, comienza su alocución en el diálogo con los obispos amigos del Movimiento de los Focolares en Braga Portugal en agosto de 2023, reportamos sus palabras: 

“Abrirnos a la unidad es antes que nada una llamada dirigida a cada persona, que puede manifestarse en las condiciones y en los ambientes más variados: es esta su belleza, por que dice la bastedad del designio de Dios hacía la humanidad. Es una llamada escrita en el ADN humano que supera la pertenencia religiosa, cultural o ideológica, porque toca y encuentra respuesta en personas extremadamente distintas. Lo vemos en nuestras comunidades, en los proyectos humanitarios de diferentes estilos en los cuales estamos comprometidos en el mundo: participan personas de distintos credos religiosos, pero que se reconocen simplemente en los valores que salvaguardan lo común de la humanidad”. 

Por lo tanto, – “llevamos escrita en el ADN la llamada a la unidad”- dándole significación podemos considerarla fundamental, rectora e inspiradora de toda decisión y acción de nuestro acontecer como personas. 

De esta manera deseamos señalarlo a lo largo de los  artículos que presentamos, no obviamos ni saltamos las limitaciones de los grandes chispazos que existen en las convivencias y menos los conflictos, pero vamos siempre en búsqueda de esa llama que arde, a veces alta, fuerte y vigorosa y otras veces más tenue e incluso hasta debajo de las brasas. 

Se trata siempre de la luz del fuego, de aquello que es posible y que se va dando entre las personas, las comunidades políticas, sociales, religiosas, culturales, alentar la llama. Develar a todos que detrás de tantas máscaras conocidas e inconscientes se encuentra esa desafiante y maravillosa vocación de toda la humanidad a la unidad. 

Aquellos que han recibido el don pedagógico de comprenderla por medio del carisma de la unidad debemos darle siempre más espacio a esa comprensión, a esa llama ardiente de fuego y luz que llevamos en el corazón, sin ninguna ínfula, conscientes solamente de que es todo Amor de Dios por su humanidad, por sus hijos. 

A nosotros nos corresponde hacer que esa “llama” circule entre todos, que todos sean conocedores de ese llamado a la unidad de mil maneras, con los ejemplos, los testimonios, con la palabra, con el silencio, con la escucha, dejar resonar siempre en el corazón del otro esa vocación profunda que lleva en su ADN.

Por Susana Nuin Núñez

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