“Si puedes curar, cura; si no puedes curar, calma y si no puedes calmar, consuela”

Por Psic. Alejandra Cabildo Ramírez – México

“Todos, con mayor o menor consciencia, participamos de una íntima aspiración común: lograr hacer felices a quienes nos rodean, conducirlos hasta esa apoteosis de la propia perfección que les asegurará la dicha….” (Melendo, 1999)

Así es como inicié la exposición de mi tema en el diplomado “Políticas Públicas en Salud Mental”, que tuve el honor de impartir formando parte de un equipo, invitados por el CEBITEPAL, que es el centro de formación del CELAM, con sede en Colombia.

Estoy convencida que cualquier persona rodeada de personas, busca en su interior, ayudar a aquellos que le necesitan, en mayor o menor medida, para que logren ser felices; todos buscamos esa felicidad; sin embargo, no todos pueden conseguirlo, ni lo uno, ni lo otro. Cuando me invitaron a formar parte del equipo que daría este diplomado, primero lo acogí con cierta incertidumbre por no estar segura si, lo que yo pudiera compartir, sería relevante y de utilidad para todos los asistentes.

Conforme fui avanzando en la exposición, fui sintiéndome cada vez más segura, debido especialmente a la acogida que todos ellos me otorgaron; fueron absolutamente receptivos, con una enorme avidez de aprender, de escuchar experiencias y, sobre todo, de poderlo poner en práctica, tanto en sí mismos como en las personas que se les acercan. 

El poder aportar mis conocimientos y experiencias en el área de Salud Mental resultó ser de lo más enriquecedor para mí misma. Pude constatar la enorme calidez humana y la fraternidad que caracterizaba al grupo; además de constatar el papel que Dios me pedía tener, el de ser solo su instrumento y permitirle que Él mismo fuera quien actuara y transmitiera lo que cada uno necesitaba entender.

Las que escuché, fueron experiencias de vida, de fe, de resiliencia, de amor y de fraternidad, que me dieron la posibilidad de borrar esa incertidumbre inicial, poniéndome en las manos de aquél que me había puesto en ese camino. 

Hablar de ansiedad, de depresión, de conductas adictivas, de soledad, de problemas de pareja y de familia, fue la ocasión para poder compartir lo que he vivido como terapeuta; la sinrazón que encuentro en tantas causas evitables, la descomposición social, la desintegración de las familias, la falta de fe, etc. 

A lo largo de muchos años he compartido historias de vida de mucho sufrimiento, pero a la vez, he podido observar los cambios hacia la sanación de aquellos que van encontrando su sentido de vida, aún en ese sufrimiento. Nunca se puede dejar de insistir en el cuidado pastoral del Pueblo de Dios, porque todo desajuste que afecte los distintos aspectos de la vida del hombre podrá incidir también en su salud integral, dentro de ella, en la salud mental, motivo de esta reflexión. 

El haber tenido la oportunidad de compartir en estas charlas del diplomado con personas tan diversas, de tantos lugares tan diferentes al mío pero que, al mismo tiempo, entendíamos juntos los mismos dolores y podíamos compartirlos, esa carga que muchos llevamos se hace más ligera y se percibe con esperanza.

Es así, en estas oportunidades que Dios pone frente a nosotros, como podemos vislumbrar el camino lleno de luz, actuando como el cirineo, con acciones específicas y concretas desde la trinchera de cada uno. Augusto Murri menciona: “Si puedes curar, cura; si no puedes curar, calma y si no puedes calmar, consuela”. Esta es la gran tarea de todos.

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