La tierra grita, el pueblo duerme y los gobiernos…

La tierra grita, el pueblo duerme y los gobiernos…

#Ecología #Colombia

Por redacción

“Todo está conectado y nadie se salva solo”

Son ocho años que todos nos conmovimos ante la publicación de “Laudato Si”, surgían nuevas esperanzas. Entre organizaciones, parroquias, comunidades iniciaron a dando sus aportes para el cuidado de la casa común, después de ocho años es publicada la encíclica “Laudato Deum”, donde con profundo dolor el Papa Francisco expresa “Advierto que no tenemos acciones suficientes mientras el mundo que nos acoge va desmoronándose y quizá acercándose a un punto de quiebre”. (LD #2)

“No tenemos acciones suficientes mientras el mundo que nos acoge va desmoronándose…”

La encíclica ayuda a quitarse la venda de los ojos y a no solo observar las superficialidades sino más allá de formalidades aparentes, soluciones que verdaderamente involucran la acción humana en cuanto a la crisis climática global que estamos viviendo, tal como expresa la encíclica “la transición hacia formas renovables de energía, bien gestionadas, así como todos los esfuerzos de adaptación a los daños del cambio climático, son capaces de generar innumerables puestos de trabajo en diferentes sectores. Esto requiere que los políticos y empresarios estén ahora mismo ocupándose de ello”. (LD # 10)

“Las formas renovables de energía, bien gestionadas… son capaces de generar innumerables puestos de trabajo…”

Asimismo, hace referencia al paradigma tecnocrático, que está detrás de la degradación del ambiente, si bien es cierto que la inteligencia artificial ha sido un auge en los últimos tiempos, esto implica aún más el crecimiento de este paradigma. “La inteligencia artificial y las últimas novedades tecnológicas parten de la idea de un ser humano sin límite alguno, cuya capacidades y posibilidades podrían ser ampliadas hasta el infinito gracias a la tecnología. Así el paradigma tecnocrático se retroalimenta monstruosamente. (LD #21)

“Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que va a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo (…). ¿En manos de quiénes está y puede llegar a estar tanto poder? Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad. (LD #23)

“El inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia (…). Está desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación” (LD #24) 

“El inmenso crecimiento tecnológico… está desnudo y expuesto frente a su propio poder… sin tener los elementos para controlarlo…”

¿Y por si fuera poco ante este panorama de tecnocracias, en dónde reside la debilidad de la política internacional? La encíclica expone: “Cuando se habla de la posibilidad de alguna forma de autoridad mundial regulada por el derecho no necesariamente debe pensarse en una autoridad persona”. Hablemos sobre todo de “Organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales”. (LD #35) 

Además, ve necesario una reconfiguración del multilateralismo, es decir, acuerdos entre estados para un bien común, enfatizando que el desafío se encuentra en “reconfigurarlo y recrearlo” ante esto expone “La vieja diplomacia, también en crisis, sigue mostrando su importancia y su necesidad. Todavía no ha logrado generar un modelo de diplomacia multilateral que responda a la nueva reconfiguración del mundo, pero, si sabe reconfigurarse, debe ser parte de la solución, porque la experiencia de siglos tampoco puede ser desechada” (LD # 41).

“Hablemos… de organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial”

La encíclica también hace mención de las conferencias de las partes (COP) sobre el clima: avances y fracasos, recordando cada una de ellas, valorizando sus aportes pero observando que muchos de los acuerdos no se han cumplido “Hoy podemos seguir afirmando que: los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos” (…) “Las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global. Quienes sufrirán las consecuencias que nosotros intentamos disimular recordarán esta falta de conciencia y de responsabilidad” (LD #52)

Y ¿qué se espera de la COP28 de Dubai? “Si confiamos en la capacidad del ser humano de trascender sus pequeños intereses y de pensar en grande, no podemos dejar de soñar que esta COP 28 dé lugar a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitorio permanente. Esta conveción puede ser un punto de inflexión, que muestre que todo lo que se ha hecho desde 1992 iba en serio y valió la pena, o será una gran decepción y pondrá en riego lo bueno que se haya podido lograr hasta ahora” (LD #54)

“Si hay un interés sincero en lograr que la COP sea histórica, que nos honre y ennoblezca como seres humanos, entonces sólo cabe esperar formas vinculantes de transición energética que tenga tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente” (LD #59)

La encíclica finaliza haciendo un llamado a todos los fieles de este modo: “A los fieles católicos no quiero dejar de recordarles las motivaciones que brotan de la propia fe. Aliento a los hermanos y hermanas de otras religiones a que hagan lo mismo, porque sabemos que la fe auténtica no solo da fuerzas al corazón humano, sino que transforma la vida entera, transfigura los propios objetivos, ilumina la relación con los demás y los lazos con todo lo creado” (LD # 61).

“Alaben a Dios” es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo. Papa Francisco.

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