Migración, hospitalidad y justicia social

Porque fui migrante y … ¿me acogiste? 

Aunque la movilidad humana es una práctica histórica, actualmente el panorama mundial presenta un notable incremento al surgir más causas que provocan migrar. El Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2024 de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) indica que en 2020 había en el mundo aproximadamente 281 millones de migrantes internacionales, lo que equivale al 3,6% de la población mundial en comparación con el 2,8% en 2000 y el 2,3% en 1980 que señala la ONU.

Ese aumento trae consigo una vergonzosa justificación en la instauración de políticas migratorias y de frontera excesivamente restrictivas y deshumanizantes en las que los derechos humanos de la persona, así como los principios básicos de fraternidad y de acogida se diluyen, como es el caso de la migración en el continente americano.

La consecuencia más tangible es que se ha fomentado la criminalización de la persona migrante, lo que irá en aumento, ya que a partir de noviembre de 2024 somos testigos de directrices que evidencian abiertamente un pensamiento xenófobo radical, excluyente e inhumano.

Las estrategias políticas y administrativas que se avecinan, reitero, ya se han intentado establecer con anterioridad, lo que sorprende es que cada vez más, cuentan con un importante soporte social; basta mirar los resultados de las votaciones presidenciales.

De acuerdo a las fuentes de noticias como The Associated Press o Reuters, Trump obtuvo 77.303.573 votos de los cuales un 45% fue de población hispana superando el 32% que obtuvo en las elecciones de 2020, lo que en definitiva exterioriza el apoyo a un discurso antinmigrante.

¿Qué hay detrás de las acciones de deportación?

La estrategia de Trump es la de presionar nuevamente a México para que sea el muro de contención y que continúe siendo el lugar de retorno de personas migrantes, mexicanas o no, que se encuentran ya en EUA, pero al no tener la condición legal para poder permanecer en el país, seguirán siendo deportadas1aún y cuando el coste e impacto económico que implica, tanto en proceso como en el aspecto laboral, sea muy alto. (…)

Los refugios están saturados y muchos de ellos son amenazados y cerrados por grupos y organizaciones delictivas. En este punto hay que recalcar que mucho menos se enfrentará al crimen organizado que es quien tiene el control del paso migratorio. No se puede pasar por alto, que las rutas migratorias y las ciudades fronterizas de México son extremadamente peligrosas, los cárteles y mafias están al acecho de las personas migrantes, sabiendo que las retornadas están en una posición de vulnerabilidad extrema y de ello sacan doble provecho.

Ante este escenario, el versículo bíblico del Evangelio de Mateo (Mt 25, 35) “Porque tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed, y me diste de beber; fui forastero, y me acogiste”, parece carecer de sentido.

Este pasaje que describe las acciones de amor y acogida hacia los más vulnerables es clave en muchas reflexiones éticas sobre la hospitalidad, la justicia social y la atención hacia las personas desplazadas; y, por ello suena vacío ante administraciones cuyo interés no se centra en la persona migrante ni en la protección de sus derechos humanos. Aquí cabría preguntarnos sí ¿lo que se visualiza a través de los dirigentes políticos, es solamente desinterés o también mezquindad con el beneplácito de una gran parte de la sociedad?

Sea cual sea la respuesta, más allá de reprochar a gobiernos que actúan con displicencia o a una sociedad que aprueba esta actitud, es fundamental redirigir la escucha y la mirada hacia el emigrante y el refugiado como hermano que debe ser acogido, protegido, respetado y amado.

No perder de vista que todos somos ger, un “forastero en la tierra”2(Sal 119, 19) y eso nos debería llevar a poner en el centro a la persona migrante, en pensar en su dignidad y en comprometernos a luchar de manera fraterna por un mundo mejor.

Reseña del artículo de Luz Elena Arozqueta- México en The First


1. Algunas de las cifras más recientes indican que Guatemala recibe un 68% de personas deportadas por EUA y 32% provenientes de México. Hay que tener en cuenta que todos los datos que hacen referencia a la movilidad humana son muy variables.

2. Se utiliza la palabra hebrea ger traducida mayoritariamente como forastero, extranjero.

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