“Adolescencia, la dimensión intelectual” (Segunda parte)

“Adolescencia, la dimensión intelectual” (Segunda parte)

Por Ezio Aceti Especialista italiano en Psicología

Profundizaremos en este artículo el pensamiento de los adolescentes, que representa una fuente inagotable para alimentar su comportamiento, a veces muy idealista, y en otras tanto transgresor como problemático.

Ya hemos hablado en artículos anteriores de un gran estudioso de la inteligencia, Jean Piaget, que tuvo el gran mérito de acompañar sus estudios con más de dos mil experimentos y, por lo tanto, las afirmaciones que formuló sobre el desarrollo intelectual, en su mayor parte son ciertas. Hemos visto que Piaget distingue durante el desarrollo del niño/ niña varias etapas intelectuales:

Inteligencia sensoriomotora: es aquella etapa que alcanza a un niño de dos años. Es la inteligencia vinculada a los órganos sensoriales y al movimiento. De hecho, a una niña/niño pequeño solemos regalarle juguetes con colores brillantes, con formas ligeras y el niño/niña desarrolla su inteligencia gracias a la manipulación de objetos. Hoy en día en todos los jardines de infancia se lleva a cabo la psicomotricidad, que representa una gimnasia corporal y educativa que conecta el pensamiento con el movimiento.

Pensamiento preoperatorio: de 3 a 6 años el niño/niña siente una enorme necesidad de conectar los objetos que están presentes en el entorno, es la era de los rompecabezas, de las construcciones. El niño/niña conecta continuamente parte de juegos y objetos. Esta necesidad es tan fuerte que muchas veces desafía a los adultos, como en el supermercado, cuando quiere salir del carrito a tocar todas las cajas que están en las estanterías. La necesidad de tocar las cosas es tan fuerte que hace berrinches y escenas solo para salir del carrito. Y luego tenemos dos soluciones: o salimos del supermercado o les compramos papas fritas, croissants, chocolates solo para mantenerlo bien. 

Pensamiento operativo: de 7 a 11 años el pensamiento adquiere habilidades abstractas y operativas. ¿Qué es un problema matemático sino la realidad representada en símbolos? El niño aprenderá a conectar estos símbolos y a trabajar porque el pensamiento se ha vuelto reversible.

Pensamiento hipotético deductivo: típico del pensamiento adolescente que es la capacidad de formular ideas e hipótesis. Dado que estas ideas son las primeras en ser formuladas por el adolescente, se viven de una manera exaltada y dramática. Para un/una adolescente la realidad es ideal, exaltada y dramática. Para los adolescentes “ese cantante, ese futbolista es duro, inteligente, el más fuerte, el mejor que hay, o no vale nada, apesta.” No hay término medio y todo se vive intensamente. Esta forma de razonamiento tiene dos consecuencias:

Una positiva: porque las emociones agradables se viven intensamente y las primeras cocinadas y atractivas se perciben en toda su intensidad. 

Una negativa: porque las experiencias negativas o los pequeños miedos a menudo se dramatizan de una manera exasperante. Desafortunadamente una de las causas de muerte de adolescentes es el suicidio, que se consume no siempre por razones dramáticas y desesperadas, sino a menudo por problemas aparentemente triviales. Si tomamos una mujer de 30 años y una adolescente de 14 años que tienen un gran forúnculo en el medio de la frente, para la mujer esto es lo de menos, mientras que para la adolescente a menudo es un problema real.

A todo esto, nos preguntamos ¿cuál debe ser la actitud educativa de los padres? ¿Qué comportamientos deberían implementarse para facilitar la armonización de la forma de pensar de los adolescentes?

Sabemos que el pensamiento adolescente es la base de la agresión y la construcción de la propia identidad. Los pequeños cambios se experimentan como una fuente de angustia. La necesidad de autonomía es muy fuerte y se manifiesta en discusiones continuas con los padres que a menudo resultan en disputas incluso turbulentas. ¿Qué hacer?

Es necesario saber construir una correcta relación educativa que respete la personalidad del adolescente. Martin Buber, uno de los más grandes maestros pedagógicos judíos, indica de manera clara y sencilla la actitud que debe tomarse en las relaciones con los hijos/hijas:

  • Ponerse en el lugar de la otra persona 
  • Comunicar al otro lo que se siente dentro de uno mismo 
  • Finalmente, dependiendo de la edad, es necesario prevenir (niño/niña), hacer un acuerdo verbal entre (adolescente y adulto) y dejarlo libre.

Este “ponerse en la piel del otro” no significa hacer que los adolescentes hagan todo lo que quieran, sino escucharlos profundamente, y presentarles las reglas que nos parezcan útiles para el crecimiento responsable. También es necesario tener en cuenta que a menudo los adolescentes se manifiestan con un lenguaje difamatorio la crisis que está viviendo, sin querer destruir a los padres: ¡es la necesidad de autonomía lo que se expresa!

Es importante que los padres acojan esta agresión, comunicando su estado de ánimo, de tristeza, sin culpar al adolescente y al mismo tiempo, proporcionando de inmediato de manera clara, serena, aquellas normas y reglamentos que consideren más adecuados.

Parece absurdo pero muchas veces la dinámica que se establece es esta: el o la adolescente tiende a transgredir las reglas, pero, al mismo tiempo, tiene una enorme necesidad de ello. Los padres deben entonces saber cómo tolerar la transgresión y al mismo tiempo siempre proporcionar reglas y normas.

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