Tuve una gran oportunidad de vivir esta frase de la Palabra de Vida, pues mi madre se enfermó de repente y la situación parecía muy grave. Esa ilimitada confianza en Dios estuvo siempre presente, seguro que Él haría lo que era mejor para mi mamá.
Además, en la palabra de vida, se nos invitaba a expresar ese amor mutuo a base de servicio, de comprensión y participación en los dolores.
Mi madre siempre nos ha amado con ese amor desinteresado, un amor tan grande que me ha hecho entender cómo es el amor de Dios por nosotros. Este era el momento de recambiar, al menos mínimamente todo ese amor, sin pensar dos veces, me ofrecí a quedarme en la clínica por las noches con ella. No dormí preocupado de lo que necesitaba, y durante el día trataba de que estuviera feliz, aun en la condición en que se encontraba.
Todo este cansancio, esfuerzo, se transformó en alegría, en paz, es difícil explicar, pero fue así.
Lógicamente también mis hermanas y familiares estuvieron siempre allí, el amor mutuo entre todos era algo tan natural que en la habitación se respiraba un clima de paz. Las oraciones que nos ofrecían de todas partes fue algo muy edificante y no me canso de agradecer. Después de cinco días en la clínica, la dieron de alta y se está recuperando en casa
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