Un corazón hospitalario en medio del negocio y el trabajo

Un corazón hospitalario en medio del negocio y el trabajo

Por redacción

En el mundo hay una infinita variedad creativa para generar ingresos, en esta ocasión les ofrecemos experiencias de personas que cuentan con un plan de hospedaje para quienes buscan ambientes de descanso, mudanzas de trabajo, o bien ambientes de estudio por cierto tiempo, son planes en donde no solo se busca el ingreso económico sino ser testimonio del evangelio vivo para todos los que se hospedan en sus viviendas. 

Somos Pedro y Lucía, casados hace 38 años, durante nuestra vida juntos hemos procurado que nuestra casa sea siempre de puertas abiertas, dándonos la posibilidad de acoger a muchas personas que por diferentes razones han necesitado llegar a nuestro hogar. Hemos experimentado la alegría de recibir en casa a muchos de los amigos de nuestros hijos quienes se sintieron siempre libres de llegar allí y compartir nuestra vida de familia. En nuestro hogar hemos acogido también amigos, familia e incluso personas que no conocíamos. 

Como familia nos hemos esmerado en dar lo mejor, ofreciendo nuestro todo en la cotidianidad y con la única intención de hacer crecer la realidad de familia que se extiende. Hace un tiempo nos trasladamos a un pueblo cerca de la ciudad donde siempre vivimos, con el fin de crear un emprendimiento para dar hospedaje a familias que quieren tomarse unos días de descanso.

Ha sido una experiencia muy importante, ya que más allá de ser el negocio que nos proporciona el sustento económico, nos ha dado la oportunidad de comprender lo que significa hospedar: salir de nosotros mismos para acoger a las personas que llegan a nuestra casa, sin importar si son conocidas o no. Estamos convencidos que en la medida en que nosotros hacemos la experiencia de cuidar los detalles para que la estadía sea la más grata posible, nos encontraremos con lindas familias que se sienten como en su propia casa.

Instagram @villajacamar Villa Jacamar – Villeta 

Soy Federico García Olarte, Magister en Conflicto y Paz y me desempeño como asesor en temas de Construcción de paz. Hace 7 años (2016) tuve la necesidad de trasladarme de ciudad para realizar los estudios de la maestría y me encontré con dos necesidades específicas: un lugar para vivir y la necesidad de generar algún tipo de ingreso que permitiera sostenerme durante el periodo de estudios. Encontrar un lugar dónde vivir fue relativamente fácil; pero, encontrar un lugar donde me sintiera cómodo, como si estuviera en casa, en donde experimentara la acogida, el calor humano era un poco más difícil como también ingeniarme para generar ingresos.

Frente a estas necesidades, exploré la posibilidad de servirme de las plataformas digitales para conseguir un apartamento donde vivir y que a su vez me permitiera generar ingresos para mi sustento. Fue así que las convertí en un medio no sólo de subsistencia, sino también en la oportunidad de crear un ambiente acogedor, familiar para mí y las personas que vendrían a vivir temporalmente conmigo.

Basado en el principio de la reciprocidad que inspira toda mi vida: crear relaciones que permitan experimentar la cercanía, la solidaridad, el afecto, he tratado todos estos años de hacer de mi espacio un lugar que
nos permita experimentar a todos quienes lo compartimos el calor de hogar, la familia y se convierta en el elemento diferenciador del servicio que presto.

Hoy desarrollo mi trabajo en mi campo profesional, llevo algunos años trabajando en la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia en una región muy afectada por el conflicto social y armado que aqueja mi país, pero sigo manteniendo el emprendimiento económico de los alojamientos porque considero que también éstos pueden ser un remanso de paz, donde las personas experimenten que llegan a casa, llegan a un lugar donde se les espera, se les acoge con mucho interés y cariño, así encuentran un espacio enriquecedor de interacciones con personas de todas las latitudes y sintamos que, gracias a la calidad en las relaciones el mundo es nuestra casa, donde todos conformamos, de verdad, la gran familia humana.

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Soy Alexandra y nuestro emprendimiento comenzó como una solución a mi situación de desempleo y el deseo de tener más tiempo para compartir en familia; iniciamos una búsqueda de posibles negocios y al encontrar la posibilidad de tener una casa de huéspedes todo empezó a fluir, así que lo acogimos como la actividad donde podríamos ser mejores instrumentos para la obra de Dios. 

Llevamos junto con mi hijo Andrés, un año en la actividad, mi esposo Gabriel y Mateo mi hijo mayor, aunque tienen sus compromisos laborales, aprovechan su tiempo libre para apoyarnos en las diversas actividades de las casas. Creemos que el mundo unido es posible, por tanto, desde aquí también hacemos nuestra parte para construirlo, hemos tenido la posibilidad de conocer a muchas personas, de escuchar sus preocupaciones, alegrías, proyectos, y de acogerlas sin importar, nacionalidad, creencias, e inclinaciones políticas

En estos días llegó una pareja con su bebé de aproximadamente 6 meses, el día antes de su salida de nuestra casa, me expresaron su preocupación de no tener dónde esperar la hora de partida, porque la hora de entrega de habitación es a las 11 am y su viaje era a altas horas de la noche, así que, consulte con mi hijo Andrés y a la mañana siguiente les ofrecimos que permanecieran en casa hasta la hora de su vuelo, sin costo alguno, seguros que nuestro Padre siempre cuida de nosotros, recordando la frase del Evangelio: “aquello que haces al más pequeño me lo haces a mí”. 

Con cada acto de amor hemos experimentado la infinita Providencia, porque nos llegan los contratos por estadías de casa completa, en el momento justo para alcanzar a pagar todas las obligaciones adquiridas y hasta más. Consideramos que cada persona que pasa por nuestra casa es Jesús que viene a visitarnos. Cuando alistamos la casa, cada rincón, debe ser preparado, como si fuera para nosotros; en la cocina destinamos un espacio en donde ponemos adicional a los productos que prometemos en los anuncios (café, azúcar, sal), otros productos para compartir como frutas, galletas, arroz, harina para arepas, que algunos huéspedes han dejado, haciendo circular la providencia de Dios, experimentando que estos pequeños actos de amor son contagiosos, así que algunos huéspedes cuando se van, también quieren dejar algo que les gustaría compartir con las otras personas, como productos de aseo, prendas de vestir en muy buen estado y demás elementos útiles para viajeros con un mensaje pidiendo que se comparta con quien lo necesite.

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