Periodismo en profundidad: la fraternidad entre comunidades en favor de los migrantes (y no sólo)

Periodismo en profundidad: la fraternidad entre comunidades en favor de los migrantes (y no sólo)

Por: Silvano Roggero

 #Experiencia #Comunidades #Perú

Imagínate que donan 600 pares de chanclas para los migrantes. Además 200 polos; cajas de blusas de mujer, faldas, pantalones. ¡No sólo eso! ¡Dos cajas con útiles escolares! ¡Todo nuevo! Haremos un inventario, será una labor titánica“.

El domingo 3 de marzo, al recoger este material, Ofelia me dio esta noticia, conmovida y asombrada: el amor de Alguien no abandona a los migrantes. ¡No esperábamos una providencia tan copiosa!

Días antes, en una llamada, Ilaria, de la Comunidad Villaregia me decía: “Habías contado a un grupo de misioneros cuanto hacen por los migrantes venezolanos. Pues bien, hemos recibido una abundante donación de chanclas para adultos y niños. Ya hemos distribuido algunas, pero como son grandes, les vienen bien a los venezolanos que son más altos que los peruanos. Nos gustaría compartir parte de este material con ustedes”. Añadió: “Por favor, encuentren un camión lo suficientemente grande: Podrían ser 2-3 palés de productos…‘”.

Armando, Ofelia, Ilaria, P. Diego y el chofer  en la sede de Villaregia.

El miércoles siguiente se reunió un grupito para organizar el material. Unos diez: cuatro de nuestro “team” más amigos, compañeros de colegio y beneficiarios. La mitad, jóvenes. Habían dicho: ‘¡Cuando necesiten, llámennos! Venezolanos y peruanos: integración en acción.

         “Experimentamos qué significa trabajar en equipo, en armonía – comentó alguien –. Teníamos ante nosotros un reto: clasificar, inventariar y ajustar todo lo que había en nuestra “boutique” que, como un acordeón, casi todos los días se llena y se vacía para las necesidades de los emigrantes: ropa, zapatos, ollas, juguetes, incluso patines… Ese miércoles, algunos llegaron temprano a las 7, incluso con dos horas de bus. Fue un trabajo agotador, pero estábamos unidos. En un momento dado, uno de los chicos preguntó: ‘¿Puedo llevarme una de las camisetas para mí? ¡Esta es la única que tengo!’. Así que hicimos una pausa. Fue un momento conmovedor: nadie estaba centrado en buscar algo para sí mismo, sino en sugerir al otro lo que le quedaba bien. ¡¡¡¡Luego reanudamos la marcha haciendo una cadena humana para llevar las bolsas, según las tallas, a la ‘boutique’, tres plantas más arriba!!!!

Luego, cansados, sentados en el Hall, tuve la oportunidad de contarles de cuanto hacemos por los migrantes con el único motivo de amar concretamente a Jesús presente en todos, sin distinción. Escuchaban atentamente. Se ofrecieron para volver. Varios no asisten a la Iglesia y algunos son Evangélicos, pero la experiencia fue fuerte. Al día siguiente, un mensaje confirmaba: ‘Llegamos a casa destrozados, ¡pero felices! Volveremos el domingo para ayudar…’ cuando las familias venezolanas acuden a la ’boutique’. Quieren repetir esta experiencia de reciprocidad. Yo también estaba destrozada por la noche, pero feliz porque aquella mañana, delante de la imagen de Jesús Crucificado, había dicho: ‘Todo lo que haga hoy será PARA TI’“.

Domingo 10 de marzo:

Otro día intenso. Varios del ‘team’ y tres peruanos volvieron para ayudar. La mitad eran jóvenes. Recibimos a la gente durante la mañana, entraban a la ’boutique’ familia por familia. Pasaron unas 30 personas. Fue emocionante ver a los unos ayudando a los otros a encontrar lo que necesitaban. Entregamos muchas chanclas, ropa y demás“.

La Comunidad de Villaregia tiene muchas afinidades con los Focolares y tiene su sede en una zona popular de Lima. Desde hace algunos años forman parte del CIREMI (Comité Interreligioso Migrantes) con otras 25 comunidades religiosas. Esto nos une a todos, más allá de las diferencias entre iglesias y religiones. Donaciones como estas son un claro testimonio de ello.

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