México: Visitas virtuales a comunidades de diferentes Iglesias

México: Visitas virtuales a comunidades de diferentes Iglesias

Dolores Ayala Y Ursula Lonngi Ayala. FUENTE: EKKLESÍA – TRIMESTRAL

El proyecto ecuménico de “Visitas virtuales a comunidades de diferentes Iglesias” nació para ayudar a las diócesis y parroquias a actuar según lo indicado en el Vademécum Ecuménico para los obispos1 y pretende iniciar un camino de comunión y fraternidad.

Un proyecto original en México 

Compromiso ecuménico más allá de la Semana de Oración por la Unidad

La pandemia de Covid-19 ha expuesto innumerables desafíos y acentuado los problemas de la humanidad, pero también ha sido un tiempo de gracia, inspiración y creatividad pastoral. En este contexto, diversas personas interesadas en aportar su granito de arena al ecumenismo se han conectado a través de Internet para promover “visitas virtuales a comunidades de diferentes Iglesias”. Con este proyecto pretendíamos extender el compromiso ecuménico más allá de la Semana de Oración por la Unidad, iniciando un camino de comunión y hermandad y realizando actividades de interés social y ecológico común.

Desde el principio el proyecto se desarrolló en estilo sinodal, como un camino común. El equipo de coordinación está integrado por el responsable de ecumenismo de la Iglesia Anglicana de México, un prediácono de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía, un religioso de la Sociedad del Verbo Divino, un representante del Centro Evangelii Gaudium de la Universidad Sophia Alc Instituto (América Latina y Caribe), profesores de la Universidad Pontificia de México, de la Universidad Iberoamericana, de la Universidad Autónoma Metropolitana de la Ciudad de México, de la Universidad Anáhuac de Querétaro y laicos del Movimiento de los Focolares comprometidos con el ecumenismo.

Nuevos caminos sin perder de vista el destino

Cada vez que nos reunimos, nos sentimos impulsados ​​a reflexionar juntos y dar respuestas creativas que correspondan a las preguntas y necesidades de nuestra sociedad. Un desafío para nosotros es mantener el entusiasmo más por el camino que por las “hojas de ruta” (cf. Evangelii gaudium, 82) y agradecer cada oportunidad de encuentro, cada nueva relación, cada paso en el camino, con la mirada puesta en el objetivo: crecer en unidad entre nosotros y ayudar a nuestras comunidades a avanzar en comunión, con la paciencia histórica que valora cada intento, cada paso, cada balbuceo en esta dirección.

Los puntos fuertes de la experiencia de nuestro grupo de coordinación son la estima, la escucha profunda, abierta y acogedora (un arte en el que siempre podemos mejorar), el diálogo constructivo y la comunión fraterna, la reciprocidad y la necesidad común de ser fieles al Evangelio.

Estamos aprendiendo a caminar juntos, en un proceso que implica cambiar nuestras formas de ser y de hacer y requiere de “nuevos odres”: nuevos lenguajes para vivir concretamente el diálogo y estilos innovadores, como el uso del zoom, las redes sociales, el compromiso con ecología integral, etc.

Hacer nuestros los dones de los demás: ser inclusivos

El proyecto nos lleva a preparar, mes a mes, la “Visita Virtual”, ofreciendo “píldoras” de formación en el diálogo y el conocimiento de la riqueza que el Espíritu Santo ha hecho crecer en cada comunidad, invitando a la reflexión y a la conversión. Nos empuja a ser cada vez más solidarios e inclusivos con todos, incluso si tenemos perspectivas diferentes. Implica también hacer nuestras las buenas prácticas de los “compañeros de viaje” para proponer el Evangelio como mensaje auténtico y vital que interpele la sensibilidad del hombre de hoy. Paso a paso nos pide buscar formas de comunicación más cercanas a todos, para llevar esperanza con el anuncio de que una sociedad diferente es posible.

El proyecto involucra principalmente a laicos, con el objetivo de promover un ecumenismo que tenga impacto en todos los ámbitos de la vida cristiana. Parafraseando al Papa Francisco, parecemos poder afirmar que este camino del equipo de coordinación, de quienes se conectan cada mes para la “Visita Virtual”, de los animadores comunitarios y de los profesores universitarios invitados, constituye un “gimnasio de sinodalidad”. , un espacio en el que intentamos poner en práctica una manera de ser Iglesia de diálogo, de escucha, de cercanía, una Iglesia evangelizadora y comprometida con el cuidado de la creación, la justicia y la paz2.

Un proyecto y una línea de acción

Como miembros del equipo de coordinación nos sentimos llamados a saber “quedarnos” en medio de las tensiones y a experimentar el abrazo misericordioso de Jesús, conscientes de que sólo nos corresponde a nosotros preparar el terreno en el que él siembra su Palabra y su presencia. Es un llamado a aprender a vivir la unidad en la diversidad, a tener la valentía de afrontar con el corazón abierto los temas delicados y actuales y a ofrecer esta experiencia a nuestras comunidades.

México atraviesa un momento doloroso por flujos migratorios que exceden nuestra capacidad de respuesta, por el crimen organizado, la delincuencia e inseguridad ciudadana, la polarización política, social y mediática. Nos parece que en esta situación estamos llamados a unir fuerzas, a crear redes entre las diversas realidades eclesiales y sociales para responder juntos al “grito de la humanidad”3.

Recientemente el proyecto de “Visitas Virtuales” para promover la unidad entre las Iglesias fue retomado como una de las líneas de acción de la Comisión para el Diálogo de la Arquidiócesis de la Ciudad de México. Nos alegramos de las nuevas oportunidades de participar en proyectos comunes, en una lógica de inclusión e intergeneracionalidad, generando sinergias entre nuestras comunidades con los Movimientos eclesiales (Comunidad de Sant’Egidio, Comunión y Liberación, Movimiento de los Focolares), las diversas comisiones y pastorales y con las instituciones de nuestros territorios.

Cinco imperativos ecuménicos

Cinco “imperativos” que, formulados en el contexto del diálogo católico-luterano, podrían iluminar el diálogo también en muchas otras situaciones. Primer imperativo: católicos y luteranos deben partir siempre desde la perspectiva de la unidad y no desde el punto de vista de la división, para fortalecer lo que tienen en común, aunque sea más fácil ver y experimentar las diferencias. Segundo imperativo: luteranos y católicos deben dejarse transformar continuamente por el encuentro mutuo y por el mutuo testimonio de fe. Tercer imperativo: católicos y luteranos deberían comprometerse una vez más a buscar la unidad visible, elaborar y desarrollar juntos lo que esto implica como pasos concretos y esforzarse constantemente hacia este objetivo. Cuarto imperativo: luteranos y católicos deben redescubrir juntos el poder del Evangelio de Jesucristo para nuestro tiempo. Quinto imperativo: católicos y luteranos juntos deben dar testimonio de la misericordia de Dios al proclamar el Evangelio y servir al mundo. Comisión Luterano-Católica para la Unidad, Del conflicto a la comunión (2013), nn. 239-243.

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1 http://www.christianunity.va/content/unitacristiani/it/documenti/2020-leveque-et-l-unite-des-chretiens—vademecum-cumenique.html

2 El informe del grupo de la VI Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias en Vancouver (1983) sobre “Pasos hacia la unidad” expresó la convicción de que la Iglesia está llamada a ser un “signo” profético, una comunidad profética a través de la cual y con donde la transformación del mundo puede tener lugar. Sólo una Iglesia que emerge de su centro eucarístico fortalecida por la Palabra y el Sacramento, y por tanto fortalecida en su propia identidad, puede abrazar al mundo como parte de su programa. Nunca habrá un momento en que el mundo, con todos sus problemas políticos, sociales y económicos, deje de ser la agenda de la Iglesia. Al mismo tiempo, la Iglesia puede avanzar hacia la periferia de la sociedad sin temor a ser distorsionada o confundida por la agenda del mundo, pero confiando en su capacidad para reconocer que Dios ya está allí (CMI 1983:50).

3 En 1944, Dietrich Bonhoeffer escribió desde una célula nazi: «La Iglesia es Iglesia sólo cuando existe para los demás… La Iglesia debe participar en los problemas seculares de la vida cotidiana, no de manera dominante, sino ayudando y sirviendo».

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