Con amigos de distintas convicciones. ¿Qué es dialogar?

Piero Taiti: “La propuesta del diálogo trasciende la mera tolerancia que, en su momento, fue una conquista y es siempre un valor que corre peligro en nuestra sociedad.

Si hace 2 siglos lord Stanope pudo decir que la tolerancia, un tiempo invocada como una gracia y luego conquistada como un derecho, “un día será rechazada como un insulto”, fue porque preveía que aquel día – esperemos que sea hoy – seríamos más sensibles a un valor mayor, que es el diálogo.

No se trata sólo de tolerar al otro, sino de respetarlo profundamente y acoger las ideas diferentes para poder confrontar y sobre todo construir una relación entre hermanos de verdad.

¿Qué opinas de esta reflexión?”

Chiara: Pienso que sin duda el diálogo supera largamente la tolerancia. Aunque no la despreciaría del todo, porque en algunos lugares conviene que exista, pues al menos evita litigios, luchas.

Pero el diálogo es otra cosa, es un enriquecimiento recíproco, es quererse, es sentirse hermanos, es crear ya la fraternidad universal en la tierra. Por consiguiente, es diferente.

Naturalmente, el diálogo es verdadero si lo anima el amor verdadero. Ahora bien, el amor verdadero es desinteresado. De lo contrario, no es amor, ¿qué amor sería, entonces? Sería egoísmo.

Ustedes me han hecho varias preguntas sobre la posibilidad de que exista, quizá, un amor interesado, incluso el diálogo. Sería un diálogo construido sin amor. Por tanto, no sería un diálogo, sería otra cosa. Sería proselitismo. El proselitismo debe quedar fuera de esta puerta. No puede existir, de lo contrario no hay diálogo.

Dialogar significa amar, dar lo que tenemos dentro por amor al otro, y luego también recibir y enriquecerse. Dialogar es ser, como dicen nuestros jóvenes, “hombres mundo”, que tienen dentro a los demás, y que lograron dar también lo propio.

Recuerdo que, en los primeros tiempos, cuando empezamos, nos habían sugerido que la línea que debíamos seguir era el amor. Pero teníamos bien claro que el amor es desinteresado.

No debes amar para conquistar a una persona. No debes amar para formar un grupo por tu cuenta, no debes amar para influir, no sé, en tu oficina o en la escuela. No. Debes amar por amar.

Nosotros lo hacíamos por un motivo sobrenatural, porque tenemos una convicción cristiana.

En el caso de ustedes, pueden ser movidos por el deseo de fraternidad, del valor de la fraternidad universal, pero no para conquistar… Por eso conquistábamos a mucha gente, porque las personas al sentirse libres, viendo la belleza de esta vida, se unían a nosotros.

Por consiguiente, también creceremos mucho, en el ámbito de las personas de otras convicciones, si amamos de esta manera.

Castel Gandolfo, 8 de febrero de 1998.

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