Los últimos días de septiembre, Quito sufrió varios incendios forestales debido a la falta de lluvia y la sequedad de los bosques.
El 28 de septiembre, en lugar de ir a repartir la comida en las calles, a petición de un párroco, cocinamos 173 almuerzos y los repartimos en dos de los barrios que fueron afectados por los incendios.

Como hemos hecho en los últimos años, decidimos hacer el agasajo de navidad en uno de estos barrios afectados por los incendios, preguntamos al párroco local y con el consejo parroquial nos aconsejaron hacerlo en el barrio Bolaños. Pedimos ropa a nuestros amigos para hacer un bazar en el lugar; la acogida de la gente fue muy buena, como siempre, y nos llegaron muchísimas cosas, ropa, juguetes y artículos para el hogar.
Un aporte que genera comunión
En diciembre con un grupo de 18 personas organizamos y seleccionamos las cosas que estaban en condiciones de ser usadas, las clasificamos e hicimos paquetes para llevarlas. Para la actividad organizamos tres equipos: uno para cocinar, otro para encargarse del bazar en el barrio y otro para organizar los juegos para los agasajados.

Las dificultades no faltaron, por ejemplo, la cocina industrial que normalmente nos prestan en la parroquia de La Paz estaba ocupada, en menos de 2 horas encontramos otra cocina industrial. El equipo de la cocina preparó 120 almuerzos. ¡Quedó delicioso y los cocineros felices!

Como siempre, la providencia volvió a sorprendernos. Llegó todo lo necesario para el almuerzo, incluso el dinero para comprar 120 presas de pollo asado.

Actitudes solidarias
El bazar fue muy bien, desde las 9:00 a.m. empezamos la preparación y alrededor de las 10:00 a.m. llegaron los primero “clientes”. Contamos con un muy buen equipo de sonido para la música y para hacer anuncios a los habitantes del barrio.



Como ya es costumbre les vendimos las cosas a precios simbólicos de $1, para respetar la dignidad de las personas y para que escogieran y se llevaran lo que verdaderamente necesitaban. Les explicamos también que lo recolectado se usará para cocinar para la gente que duerme en las calles y que comprando ellos también ayudaban a las personas sin techo. Les encantó la idea.



Fue lindo ver los rostros de satisfacción y alegría al “hacer compras” para la navidad y llevar muchos regalos a casa.
Continuamos con los juegos, algunos tímidamente empezaron a unirse, al final todos se divirtieron mucho y los ganadores recibieron un regalo por su esfuerzo. Para concluir repartimos el almuerzo a los moradores del barrio. Tuvimos también un fondo musical en vivo (un regalo inesperado para todos). Y, para cerrar con broche de oro el evento, una empresa nos donó 100 fundas de caramelos, una costumbre típica ecuatoriana, que endulza la alegría de los chicos, y también de los grandes.
Se fueron contentos de los regalos recibidos. Cuando nos despedíamos, no se hizo esperar un GRAN GRACIAS de parte de todos, era la primera vez que alguien les hacía una actividad similar.
Por Jorge Iturralde