Dimos y recibimos más de lo que donamos

Dimos y recibimos más de lo que donamos

Por: Narelis Loreto-Venezuela

Desde que estudiaba odontología quería hacer una experiencia como esta. Era como una deuda pendiente.

Con el apoyo de mi esposo, pude lograrlo. De hecho, participé a una jornada médica odontológica en la región de la Gran Sabana venezolana ubicada en el estado Bolívar.

Después de 13 años de graduada llegó el momento a través de la ONG Master Mamá en asociación con el Centro Médico Odontológico Itenü. Planificamos ir a la comunidad indígena de Arekuná de La Gran Sabana. La actividad fue liderizada por la Dra. Daniely Fernández médico ginecobstetra nativa de la región, y el Dr. Rodrigo Pérez Tobar pediatra neonatólogo, junto a un grupo médico entre pediatras, ginecobstetras, médico internista, y mi persona como odontólogo, con el apoyo de la embajada de Egipto en Venezuela.

Fue así como acompañamos a la Dra. Fernández a realizar su sueño: devolverle a su tierra su conocimiento, nobleza y fortaleza como médico, hija y madre, devolverle transformado en gracias todo el apoyo que recibió de su comunidad años atrás cuando era adolescente y estudiaba para ser médico.

Un viaje que agradezco a Dios por su providencia, y a todo el equipo, compuesto por 17 personas, por la tenacidad y proactividad con la que asistió a la jornada. Cada que uno con sus competencias contribuimos a llenar este espacio vacío de la comunidad, ya que desde hace 4 años no habían recibido asistencia médica de ningún tipo.

Comprendí que también en nosotros existía una gran necesidad de dar amor a la comunidad de la Gran Sabana.

Como grupo médico ITENÜ cada uno tenía en su corazón ese sueño de ser, dar y hacer para la comunidad indígena. Para muchos fue la primera experiencia de este tipo, que se transformó en crecimiento y expansión.

Qué gran fortuna haber experimentado y formar parte del grupo médico Itenü todos alineados en un solo propósito: ver al otro. En lenguaje pemón ITENÜ significa ver al otro, de allí la referencia del nombre de dicho centro asistencial de Caracas.

En esos tres días inmersos en la selva venezolana, logramos realizar 419 atenciones de salud de esta manera: pacientes de pediatría, atención ginecológica, asesorías de lactancia y 169 pacientes para consulta odontológica entre niños y adultos, y por supuesto: un parto.

En día y medio jamás había atendido en tan corto tiempo tantas personas. No sentí cansancio. Estar allí significaba dar, dar y dar. Aprendí a ir “más allá de los dientes” como único propósito de mi servicio en la consulta diaria que practico en mi consultorio.

Nos sorprendió también la gran sensibilidad, receptividad y humildad de nuestro acompañante diplomático, el embajador de Egipto y médico anestesiólogo Dr. Kareem Amin, que sin guardaespaldas y con su noble sencillez estuvo observando en silencio a la comunidad y apoyando como médico a nuestros doctores.

Sin duda fue una experiencia mágica, de gracia espiritual y de unión con Dios. Estamos muy contentos de haber realizado esta jornada. Además, se nos ha pedido realizar en octubre otra jornada para darle continuidad a la atención de la población.

Esperamos que Dios siga abriendo más puertas y así llegar a estas y otras comunidades indígenas que tanto necesitan y podamos dar asistencia a quien necesita.

También descubrí que las comunidades indígenas honran a sus ancestros, desean que sean vistos y respetados tal cual como son, creen en un solo Dios sin importar la religión, entre chamanes, católicos y adventistas, han encontrado un equilibrio y respeto entre ellos.

Percibí que vivimos la unidad y la fraternidad, tal y como la promovemos en el Movimiento de Focolares a nivel mundial, y creemos en la regla de oro: “Haz lo que te gustaría que te hagan”.

Esta jornada médica odontológica se logró por la armonía de deseo, pensamiento, propósito que la impulsó. Experimenté que una voz alimentó mi corazón constantemente, diciéndome: “Quizás tú no has visto en ti lo que yo si vi, me sorprendió tu sensibilidad, mostraste lo que realmente tienes”. Esa voz interna fue alimento para mi alma. Muchas veces olvidamos cuán necesario es poner a Dios por delante, ya sea por el caos del día o por la rutina diaria.

Dimos y recibimos más, mucho más. Aunque todos buscamos amor, comprendí que no hay que buscarlo sino dar lo mejor que sabes hacer. Dios se encargará de colmar lo que tanto pides.

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