Por Jorge Iturralde – Ecuador
Cuando sucedieron las inundaciones en Esmeraldas (Quito), sentí que tenía que hacer algo para cuidar de mis hermanos afectados por esta catástrofe natural. Con un grupo de personas nos pusimos de acuerdo y pedimos colaboración a nuestros conocidos.
Llegaron muchas cosas y para cuidar bien de ellos, las seleccionamos, verificando que estuvieran en buen estado, así las empacamos y las enviamos. A un cierto punto me dolía la espalda por este trabajo, pero estaba muy contento de hacerlo por ellos, me sonreía yo mismo y seguía con alegría la tarea.
También decidimos hacer un re-encuentro con muchas personas que habíamos conocido en el pasado, cada vez que invitaba a alguno de esos amigos, me recordaba la frase de la palabra de vida testimoniar con alegría el valor inestimable de la unidad y de la paz, no importaba la respuesta, lo importante era retomar contacto. Fue muy lindo vernos nuevamente y constatar que la amistad, unidad, cariño que había empezado hace mucho tiempo, aún permanecía e incluso había aumentado con el tiempo. La alegría de todos era inmensa.
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