Tengo un solo esposo sobre la tierra

Tengo un solo esposo sobre la tierra

Paraíso del 49 se denomina al período en el que Chiara Lubich, junto a Igino Giordani, experimentan una intensa comunión con Dios y los miembros del núcleo más reducido del focolar que se hallaba en las Dolomitas. El 20 de septiembre se considera el final de la primera etapa de ese período de dos años y ese día Chiara escribe, en un folio con el membrete de la Cámara de Diputados que le prestó Giordani, esta meditación que representa el anuncio definitivo de Jesús abandonado como camino de unidad.

Tengo un solo Esposo sobre la tierra: 

Jesús crucificado y abandonado. 

No tengo otro Dios fuera de Él. 

En Él está todo el Paraíso con la Trinidad 

y toda la tierra con la Humanidad. 

Por eso, lo Suyo es mío y nada más. 

Y Suyo es el dolor universal, y por lo tanto, mío. 

Iré por el mundo buscándolo en cada instante de mi vida. 

Lo que me hace daño es mío. 

Mío el dolor que me acaricia en el presente. 

Mío el dolor de las almas que están a mi lado. 

Mío todo lo que no es paz, gozo, bello, amable, sereno…; 

en una palabra: lo que no es Paraíso. 

Porque yo también tengo mi Paraíso, 

pero es el que está en el corazón de mi Esposo. 

No conozco otro. 

Así será por los años que me quedan: 

sedienta de dolores, de angustias, de desesperaciones, 

de melancolías, de separaciones, de exilios, de abandonos, 

de tormentos, de… todo lo que es Él, 

y el Él es el Pecado, el Infierno. 

Así enjugaré el agua de la tribulación 

en muchos corazones cercanos

y –por la comunión con mi Esposo omnipotente– también lejanos. 

Pasaré como fuego que consume lo que ha de caer 

y deja en pie sólo la Verdad. 

Pero hay que ser como Él: ser Él en el momento presente de la vida. 

Chiara Lubich

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