Si echamos una rápida mirada a la situación actual de los medios de comunicación, no podemos ignorar que, junto a un acelerado desarrollo que los hace cada día más útiles y fascinantes, presentan una serie de nuevos y grandes problemas para las sociedades, las familias y los individuos. Es un panorama de luces y sombras.
Por citar sólo algunas de ellas: la globalización, que homogeneiza las culturas y sofoca sus riquezas; el relativismo ético, que mezcla mensajes acreditados con otros superficiales o tendenciosos; la inclinación a convertir en espectáculo la existencia, que utiliza el sufrimiento y la vida privada; el excesivo clima de competitividad dentro de las estructuras productoras de los medios de comunicación; la intromisión excesiva en la vida de la gente… ¿Cómo usar los medios sin ser manipulados por ellos?
Luces y sombras, decía… Hoy los medios de comunicación son aceptados acríticamente, o desaprobados por la amoralidad, la violencia y la superficialidad que proponen, o bien sobrestimados como instrumentos de poder infalibles, casi como nuevos ídolos de una humanidad sin otras certezas. Sabemos que son simples medios, pero queremos apreciar todo “su enorme potencial latente” según una acertada expresión del Papa; queremos e invitamos a todos a hacer un buen uso de ellos, fiel al mensaje profético que contienen.
En efecto, precisamente hoy, cuando la humanidad parece vagar en la oscuridad después de la caída de fuertes ideologías y el oscurecimiento de muchos valores, y, por otra parte, precisamente ahora en que se anhela un mundo más unido y se reclama la fraternidad universal, precisamente ahora tenemos en las manos estos poderosos medios de comunicación, un signo de los tiempos que dice “unidad”. Y en todo esto, ¿no estará presente la mano de Dios?
Doctrina Espiritual Chiara Lubich Ciudad Nueva
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