La parroquia, expresión de los hermanos que se aman

La parroquia, expresión de los hermanos que se aman

Del 1 al 5 de abril nos reunimos presbíteros y laicos en Quimbaya, departamento del Quindío en Colombia con una experiencia común: hacer parte de una parroquia, expresión concreta de la Iglesia en una comunidad, que comparten con un sacerdote párroco y en muchos lugares con uno o varios vicarios parroquiales. Además, participaron dos sacerdotes párrocos de Apure en Venezuela.

El Movimiento de los Focolares desde sus inicios mostró, una identidad de Iglesia Católica al servicio de la humanidad, algunos sacerdotes fueron adhiriendo al carisma que Chiara Lubich había recibido, el carisma de la unidad, y estos experimentaban que había un anuncio de lo alto que era vivir concretamente la Palabra que se predicaba en los púlpitos; pero, con este nuevo carisma se veía que esa Palabra (Evangelio), una a una se podía vivir y al reunirse el intercambio de las vivencias alimentaba la comunidad y se vivía en una familia espiritual.

Surge entonces en 1968 una fundación dentro del Movimiento de los Focolares, el Movimiento parroquial que, en pocas palabras es: el movimiento de los Focolares en la parroquia.

Esta historia en sus varias etapas, este estudio y conocimiento nos ocupó, en el encuentro de Quimbaya que tenía como título: “Llamados y enviados”; fuimos cincuenta los participantes, cuarenta y cinco presencial y 5 en modo virtual, Jesús Morán co-presidente del Movimiento de los Focolares dirigió importante ponencia sobre la misión en el hoy de la humanidad como misión del mismo Jesucristo enviado por el Padre, también muy unidos con la presidenta del Movimiento Margaret Karrám se siguió el tema: “llamados y enviados” del 15 de septiembre de 2023. Se tuvo la participación para el conocimiento del movimiento parroquial a la secretaria internacional de este movimiento, Padre Nazareno, italiano, y Marta una focolarina de Rumania.

Cada tema, cada espacio de compartir era un modo de comunión o según el lenguaje de la Iglesia en camino sinodal, conversaciones espirituales, llenaban a los participantes en una expresión común, estábamos como en un retiro espiritual, sentimos al Resucitado muy presente, era la octava de Pascua. Hasta en los varios detalles del programa hubo un alto grado de caridad en las relaciones interpersonales, disfrutar de un entorno de la caficultura colombiana, el verde de los campos, las aves de varias especies, todo hablaba de un “algo más”. Hasta la jornada de esparcimiento y recreación fue bajo este ambiente muy fraterno: camino por el rio la Vieja, 15 kilómetros entre los departamentos del Quindío y el Valle y para llegar al lugar de partida del paisaje, también la aventura de ir en un transporte para campesinos, en un todoterreno campero pequeño diez personas de pie y a una velocidad algo particular.

Una tarea concreta que surgió durante el encuentro es seguir viviendo de la Palabra y en las comunidades del focolar suscitar hermanos que sientan una vocación especial, llevar el carisma de la unidad a la Parroquia, presentándose al párroco y siendo testigos de la obra del Espíritu para que a niños, jóvenes y adultos llegue esta experiencia de vida. Constatábamos que ese “algo más” también tiene un nombre, espiritualidad de comunión como la práctica de siempre del movimiento de los focolares y, en el lenguaje de la Iglesia hoy, un nombre: Iglesia en camino sinodal. 

Por Padre Juan Carlos Almario -Colombia

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