La democracia es el protagonismo de los ciudadanos

La democracia es el protagonismo de los ciudadanos

Las grandes crisis no solo apelan a la ética cívica y a la responsabilidad individual y colectiva. Sirven también para discernir lo trascendente de lo accesorio; lo esencial, de lo superficial. En esta reseña de la entrevista, la filósofa Adela Cortina advierte contra los dogmatismos ideológicos y los nacionalismos que levantan muros entre los ciudadanos: «Es el momento de las alianzas. Ahora, más que nunca, debemos practicar la hospitalidad cosmopolita».

Aristóteles ya decía que «el fin del ser humano es la felicidad». ¿Algún consejo para estos días duros y los que vienen?

También recordaba Aristóteles, como todos los clásicos, que la forja del carácter es lo más importante para conseguir la felicidad. Por tanto, yo empezaría recordando que la forja del carácter es fundamental. Y, dentro de ella, se habla de las famosas virtudes, que las más tradicionales serían la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. La fortaleza es muy importante y en estos tiempos la hemos olvidado demasiado. La fortaleza hay que cultivarla. Y hay que hacerlo desde la educación, desde el colegio, desde la infancia. Hay que intentar ser fuertes ante este tipo de adversidades, por cada uno de nosotros y por todos los demás, para

poder ser responsable con respecto a otros y poder ayudar a otros.

(…)

Por favor, busquemos lo que nos une, que es mucho, porque creo que todos nosotros valoramos la libertad, la igualdad, la solidaridad, el diálogo, y la construcción del futuro. Por favor, busquemos eso que Aristóteles llamaba «la amistad cívica».

Nuestra convivencia es muy frágil y la estamos convirtiendo en una lucha de todos contra todos. Al mismo tiempo, es importante destacar que una visión crítica pero responsable resulta fundamental. ¿Es así como podemos construir democracia y futuro?

El hecho de que se busque lo que nos une, quiere decir precisamente que tratamos de ser críticos. Ser críticos quiere decir discernir. Desde aquello que nos une, debemos recordar a cada uno de los estamentos cuál es su obligación y cuáles son sus deberes. Yo creo que los políticos lo han olvidado en exceso. Los políticos no tienen que ser en absoluto los protagonistas de la vida social, ni tienen que ser quienes nos den recetas de felicidad. Lo que tienen que hacer es ser los gestores en la vida cotidiana para que las personas, los ciudadanos, podamos llevar adelante los planes de vida. No tienen que quitarnos nuestro protagonismo en la vida. La democracia es el protagonismo de los ciudadanos. En ese sentido, creo que los políticos deberían aprender. Y, efectivamente, nosotros tenemos que recordárselo siempre que podamos. Yo lo he hecho siempre que he podido y tenemos que seguir haciéndolo. No son protagonistas, son sencillamente gestores que tienen que poner las bases de justicia para que las personas podamos llevar adelante nuestros planes de felicidad y vida buena. La crítica es discernimiento.

El sociólogo alemán Ulrich Beck sostenía que el sistema de producción de riqueza nos conduce a la sociedad del riesgo. ¿Qué debemos cambiar?

Ante la sociedad del riesgo de la que hablaba Ulrich Beck, yo estoy muy de acuerdo en que debemos tener una mirada cosmopolita. El riesgo no existe solamente en cada una de nuestras sociedades, sino que ahora, a la hora de enfocar los problemas, no podemos solo hacerlo desde el punto de vista de nuestra comunidad autónoma o de nuestra nación o de nuestro país, sino que tenemos que enfocarlo desde un punto de vista mundial. Somos un universo, estamos todos entrelazados y unidos. Somos –y a mí eso me parece un aprendizaje fundamental–, interdependientes. Dependemos los unos de los otros y cuando nos damos cuenta de eso deberíamos tener esa mirada cosmopolita que yo, he llamado la hospitalidad cosmopolita, que ahora es más necesaria que nunca. ¿Qué ocurre con la cantidad de inmigrantes que se nos han muerto en el Mediterráneo? La sociedad del riesgo lo que nos demuestra, efectivamente, es que los riesgos o se asumen mundialmente o vamos a quedar despojados. Los independentismos y los nacionalismos que cortan los lazos unos con otros son verdaderamente desafortunados.

Por Pablo Blázques

Fuente. https://ethic.es/2020/adela-cortina/

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