Una escuela sin paredes

Estar con y ante todo otro: Descubriendo nuevos modos de construcción del estilo de vida fraterno

El pasado primero de Julio de 2024, presenté la disertación de ingreso a la Academia Nacional de Educación, como Académica de número, ocupando el sitial de la pedagoga argentina Luz Vieira Méndez.

Pertenecer a la Academia significa participar en ese organismo de consulta y referencia en temas educativos para los gobiernos nacionales, provinciales o municipales de todo el país. Tanto los ministros/secretarios de educación como legisladores pueden compartir con nosotros sus proyectos o buscan asesoramiento para propuestas educativas.

Los cargos son ad honorem y se accede a ellos por referencias probadas de desempeño.

Para mi persona haber llegado a esta designación, es una vez más una oportunidad de servicio, que representa una gran responsabilidad porque las visiones políticas y de concepción de la educación son muy variadas en el cuerpo de académicos, con lo cual, el diálogo y la construcción de relaciones es un modo de ejercitar la democracia participativa en clave de fraternidad.

Apenas me incorporé, por ejemplo, me pidieron informar al pleno de la Academia, una síntesis informada del libro presentado por la Conferencia Episcopal Argentina, “La verdad los hará libres” que refiere la actuación de la iglesia en los periodos del 68 al 73 con relación a los procesos cívico-militares. Ahora estamos analizando los cambios que requiere una transformación de la calidad educativa, con perspectivas muy disímiles entre los miembros.

Chiara Lubich1 nos enseñó que la educación es un llamado a dar todo a todos y por ello un amor que no sólo convoca y no excluye, sino que invita al diálogo en el amor, así intento aportar en mi tarea.

La ponencia que presenté fue una innovación, en principio no bien recibida, de reflexionar sobre una experiencia vivida en unidad con otro docente y durante dos años de acción de un grupo de alumnas – estamos acostumbrados a las disertaciones analíticas-, pero resultó muy bien aceptado. Chiara nos mostró el valor inapelable de la vida cuando tenemos que testimoniar, como era mi objetivo, el poder transformador de la calidad educativa cuando convocamos a la participación comunitaria. El título es “Una escuela sin paredes. En busca de nuevas armonías”

La propuesta es que las Instituciones educativas: Escuela/Universidad/País, no sean reductos cerrados sino Redes donde le poder o el conocimiento circule como bienes de todos, y cada uno en su función garantice y promueva más alternativas de servicio, de articulación. Educamos en clave social, nutriéndonos de la vida y las necesidades de los hermanos que despiertan nuevas posibilidades de comprensión y acción. Una red donde aprender es recibir y dar y es ‘El Maestro’ puede estar entre nosotros desde cada corazón.

Inicié la disertación con un dibujo y una frase de una alumna que hace años dejó sobre mi escritorio; un dibujo de un niño vinculado a un globo terráqueo por un hilo y una mano que me aseguraba que no le quitaba el derecho a vincularse con lo absoluto

Sentí que la única educación que tiene sentido es la que permite que nuestros jóvenes sientan que habitamos con ellos ese presente que es futuro en la vida de ellos y que nuestra vida les garantiza que hay siempre sabiduría y esperanza en el corazón de los hombres.

Para nuestros países latinoamericanos, que buscan una identidad que nos contenga a todos en equidad y justicia, la educación se vuelve vinculo indispensable para hacer del conocimiento un modo de “estar con y ante todo otro” descubriendo nuevos modos de construcción del estilo de vida fraterno que esperamos.

Por Dra. Cecilia Blanco – Argentina

1 Chiara Lubich: fundadora del Movimiento de los Focolares

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