Fiesta de los hermanos migrantes en Perú

Fiesta de los hermanos migrantes en Perú

#Comunidad #Perú

Por Ofelia, Armando y Silvano – Perú

“Hola… Te invitamos a participar de nuestro Encuentro Familiar Navideño el 03 de diciembre desde las 10:30 a.m. en el Centro JCD (Lima). Lo hacemos con tiempo para que eventualmente puedas gestionar permisos en el trabajo. ¡Te esperamos! ¡Dios les Bendiga!”. 

Este mensaje daba vuelta en nuestro grupo WhatsApp semanas antes para invitar personalmente, especialmente a familias venezolanas conocidas últimamente. Deseábamos dedicar esta jornada sobre todo a los niños, festejar la Navidad con juegos, adivinanzas, regalitos y platos típicos venezolanos. 

Escribe Irene: “Para hacer un regalo para los niños, iba a pedir colaboración entre las pacientes que atiendo y los conocidos de mi hermana Ivo. En dos días logramos recaudar $. 117 con 13 donantes. Solo pedimos $.5 de contribución y …” salieron 30 sencillos regalos. Desde el domingo anterior se prepararon los platos típicos: “hallacas”, pan de jamón, dulce de lechosa, etc. El sábado unos jóvenes se encargaron de la decoración de la sala y los ambientes. Estábamos concentrados en que todos encontraran el calor de una familia que acoge, escucha, abraza, lo único que interesaba era estar con las personas.

Los invitados comentaban: “Necesitaba tener este respiro y salir de la rutina”; “He pasado un día distinto, me voy livianita”; “Por favor agradezcan a los que donaron lo que nos estamos llevando…”; “Ustedes son la familia que Dios me ha regalado en Perú”; “Almuerzo delicioso, tenía mucho tiempo que no sentía ese olor y sabor de mi tierra”. Las sonrisas de los niños expresaban la felicidad por los regalos, pero sobre todo de poder compartir con los padres que muchas veces tienen que trabajar entre 12 y 14 horas diarias. Algunos pidieron permiso en sus trabajos, pagando este domingo con el que les correspondía libre en semana. 

Un aporte valioso nos lo dio Briana, una chica conocida cuando, antes de la pandemia, en el Centro JCD funcionaba una Escuela de Teatro Musical de jóvenes peruanos, con quienes mantenemos contactos. Ahora es una artista y recreadora profesional y al solicitarle si podía ayudarnos con los niños, dijo; “¡Claro que Si! Yo resuelvo…”. Una manera de devolver a nosotros el amor recibido anteriormente. Observando a las muchas familias que estaban allí propuso de que se integraran los niños con los adultos en un juego donde todos participaron y se integraron sin distinción de edades. En la noche escribía: “Gracias por invitarme a donarles esto que hago”.

Éramos exactamente 100, unos 15 peruanos y unos 25 niños/adolescentes. Entre nosotros estaban 2 personas que están atravesando enfermedades muy duras: un señor recuperándose de un ACV y una joven madre luchando con un cáncer. Varios tristes, con cuadros de depresión sobre todo por haber perdido el trabajo por una nueva ola xenofóbica de semanas pasadas.

Familias pasaron por nuestra “Boutique” con la alegría de encontrar lo que necesitaban, como un coche para el bebé o la ropa para el estreno de estas fiestas o zapatos, enseres y mantas porque algunos recién llegados sienten frio. Una vecina peruana pidió la receta de la “Hallaca” venezolana, ¡porque gustaba a su hijo.

La integración va tomando forma gracias al conocimiento y respeto mutuo.

n el corazón queda un gran agradecimiento a Dios y a las personas que se entregaron por amor a sus hermanos sin distinción de nacionalidad, clase social y edades. Nos damos cuenta cada vez más que las personas perciben el amor de Dios, por las acciones más que por las palabras. 

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