Cafetería Paraíso al servicio de la comunidad (Cuba)

Cafetería Paraíso al servicio de la comunidad (Cuba)

Por Omar David Feria. Emprendedor EdC cubano. Revisado y editado por Ernesto Figueredo Castellanos. Hub EdC Cuba. Artículo escrito para el Concurso 29 aniversario de la EdC, Cuba 2020

Los principios de la EdC son contagiosos, porque son connaturales a nuestra esencia como cubanos y como personas. La calidad de un servicio es más que superar las expectativas de los clientes, es compartir en un ambiente de fraternidad. 

L a cafetería Paraíso, enclavada en una zona escolar del reparto Sueño en el municipio y provincia Santiago de Cuba, fruto de un proyecto de EdC. Desde sus principios, hace más de 4 años, ha servido para la difusión de la Cultura del Dar, atendiendo a las situaciones específicas que se viven en la sociedad cubana. Entre las experiencias que podría poner en común, les cuento a continuación:

Conociendo la situación de un amigo, en ese momento tenía un hijo pequeño y sabía que necesitaba aumentar sus ingresos para poder satisfacer las necesidades de su familia, y con la experiencia de una sociedad anterior le propuse a mi amigo fuéramos socios en la cafetería donde trabajaríamos al igual y ganaríamos a la mitad. Él por supuesto estuvo de acuerdo. Aproveché también para enseñarle lo que es la EdC y le propuse, si estaba de acuerdo, que nos basaríamos en esos principios. 

Así comenzó una sociedad cuyo objetivo comercial era la elaboración y venta en las noches de comida rápida (pizzas, espaguetis y hamburguesas, tostones rellenos, buñuelos). El objetivo: brindar un servicio de calidad y a precios por debajo de la competencia a la mayoría de los estudiantes becados en la Facultad de Medicina y de la Universidad de Oriente, y también a alumnos de primaria. Los estudiantes becados sufren con las malas condiciones y pobre alimentación de los estudiantes en las becas. 

Además, también brindamos durante ese tiempo un servicio gratuito: poner a disposición 10 pomos de agua congelados para los estudiantes que la necesitaran. También, cuando falta el agua, le brindamos agua por cubos en las noches para el aseo personal. En las mañanas la cafetería abre sus puertas, pero no es parte de esa sociedad con mi amigo. Sino que el trabajo de la mañana es solamente mío. En ocasiones no podíamos abrir en las mañanas porque faltaba algún producto o simplemente terminábamos muy tarde en la madrugada. 

Cuando eso sucedía, muchas de las madres de estudiantes de primaria que cada día contaban con nuestros servicios para la merienda de sus hijos, nos tocan a la puerta de la casa y siempre se les atiende. Muchas veces se han utilizado los panes del consumo de la casa para prepararlo y que se lo lleven. 

En otras ocasiones, cuando no teníamos ni jugos, ni refresco, mi abuela solía preparar un poco de café con leche o chocolate para los niños. 

Otra experiencia desde la Cultura del Dar: un día solicitaron una merienda de pizzas para los adolescentes de la parroquia de Sueño. Conociendo que eran personas, algunas con pocos recursos, y de mi comunidad cristiana; decidí no cobrar el importe total, sino que hice una donación del 50% del precio de las meriendas. 

Por cuestiones organizativas y de suministros, la sociedad con mi amigo dejó de funcionar. Pero, aunque los negocios no siguieron, nuestra amistad creció más. Hoy en día ese amigo tiene un negocio de copia de archivos en formato digital y los niños que van a grabar dibujos animados no les cobra. Siento que de alguna forma asimiló algunos principios de la Economía de Comunión”. 

Debido a la cuarentena por la Pandemia COVID-19, tuve que cerrar. Durante este momento de paro, continuaba a prestar servicios solo por pedidos que la gente hacía. “El hijo de una amiga de mi madre (una mujer que trabaja en servicios de limpieza) se graduó de medicina recientemente. Ella habló con mi madre para ver si podíamos hacer un buffet para unas 30 personas, aunque sea el servicio más económico de 15 pesos cubanos por persona (15 CUP= 0,6 USD) porque es lo que ella podía pagar.

Yo saqué mis cuentas y un buffet de 15 pesos/persona en estos momentos no valía la pena, así que le dije que no se preocupe y le preparé un buffet con el precio que correspondía, de 30 pesos/persona por los 15 que ella tenía. La verdad es que tuve pérdidas, pero quedó tan bien, y ellos tan contentos que me recomendaron y es así que otras familias ya me encargaron otros dos servicios a los que sí puedo vender al precio justo que corresponde”.

Hoy sigo adelante con la Cafetería Paraíso de una forma renovada, adaptándonos a las nuevas condiciones que la pandemia de la COVID ha impuesto, un entorno muy difícil para los negocios en Cuba y la intensificación de las dificultades en el acceso a insumos. Pero poniendo por delante el buen trato a todos, la disponibilidad a ayudar y ofrecer servicios gastronómicos seguros y con la mejor calidad posible”.

El otro día abrimos a las 5:50 pm, nuestros primeros clientes fueron un padre con dos niños: uno de 7 años y otro de 12 aproximadamente. El padre los recogió en la escuela primaria y al pasar por frente al negocio el de 7 años le dice al papá: “papá tengo hambre cómprame un pan”. El hombre se para a ver la cartelera y no tenía nada de dinero. Le dice algo a su hijo más grande y lo vi sacar de su billetera los únicos 20 pesos (CUP=0,80USD) que tenía para comprarle un pan de 7 pesos (0,28USD) a cada uno de sus hijos; para él mismo no pidió nada.

Al ver eso, me di cuenta que muy probablemente esos panes eran la comida del día. El señor pidió 2 panes de jamón y dos jugos de 3 pesos(0,12USD), lo que haría exactamente 20 pesos. En la cafetería trabajamos con 2 panes, uno normal pequeño para los sándwiches de 7 pesos y el otro más grande para los de 20 pesos en adelante. 

Entonces, yo le preparé 3 panes de los grandes de jamón y queso; cuando le saco los panes de la plancha les serví también 3 yogurt natural que cuesta 4 pesos (0,16USD) cada uno. El hombre se asustó y me dijo: “hermano no tengo para pagar eso. Lo único que tenía para terminar el mes eran esos 20 pesos”. Yo le dije: “hermano, hoy por ti y mañana por mí. Cómase eso sin problema”. Aquel hombre no sabía cómo agradecer, le daba pena y no quería aceptar eso. Pero yo le insistí y aceptó. Antes de irse le dije: “socio, el vuelto” y le devolví los 20 pesos. El hombre me pregunta: “¿por qué eso?” yo le contesté: “por dos cosas: yo he estado sin un centavo para alimentar a mi bebé de 6 meses y una persona me dio lo que me hacía falta; y la otra porque Dios es amor”. Ellos se fueron con sus sándwiches.

Anoche cerramos la caja con la venta de 2700 pesos (108 USD); nunca en la vida de 4 años y en la historia de la cafetería había hecho tanto dinero en una sola noche. 

Y eso no es todo. Cerramos a las 11:40 pm y cuando yo salía para ir a mi casa, justo en la puerta pude coger una moto (medio de transporte) directo hasta mi DISTRITO que queda muy lejos, como nunca antes había sucedido.

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