Fraternidad – Sabiduría – Unidad – Alegría – Alimentación, así definieron algunos chicos estos dos días que compartimos en la Vicaría de El Triunfo, de la Diócesis de San Jacinto en el Guayas, Provincia del Pacífico ecuatoriano.
Fue una experiencia de Mundo Unido en la que participaron chicos de tres parroquia: Nuestra Señora del Cisne y Nuestra Señora de la Nube, en El Triunfo y de Nuestra Señora de La Consolata en el Barrio El Fortín de Guayaquil; Monaguillos (Peregrinos del Corazón) y los Jóvenes por un Mundo Unido del Fortín.
Significativo el nombre de la casa que nos hospedó: “Pedacito de Cielo” y así fue, la experiencia fue un “Pedacito de Cielo”.
Iniciamos el programa con una presentación recíproca que nos permitió conocer lo que hacemos y aunar esfuerzos para continuar.

Como jóvenes por un Mundo Unido presentamos la Regla de Oro: “…y los senderos que podemos recorrer juntos para construir un mundo más fraterno, todo esto orientado por el material didáctico preparado para la ocasión.”
Nuestro aporte concreto a la ciudad
Profundizamos en la propuesta COLOREAR LA CIUDAD CON LA FRATERNIDAD, una acción concreta que llevamos adelante en todo el mundo y que para los “Peregrinos del Corazón”, resultó atractiva ya que también ellos realizan algunas actividades sociales, y se entusiasmaron con la posibilidad de pintar esos rincones grises de la propia ciudad.
Otro momento importante fue compartir la Metodología del 6×1, un método práctico de aprendizaje solidario, eficaz, que ayuda a planificar de manera coherente y participativa las actividades en cualquier grupo, con una visión conjunta sobre el barrio o la ciudad. Para todos fue una novedad que se puede concretar.
El encuentro fue caracterizado de mucho diálogo. Abordamos temas sobre la relación entre nosotros y el cuidado de nuestro cuerpo, subrayando el hecho de cuidarlo y de cómo hacerlo,
Estrechar los vínculos a través del deporte
El lugar tiene dos hermosas piscinas que pudimos disfrutar durante el día, además del infaltable partido de fútbol.

Regresamos felices a nuestras casas, renovados. Agradecidos al Padre que nos donó un “Pedacito de Cielo”.
Por Francisco (Pacho) Arismendi – Ecuador