De Tegucigalpa, Honduras, decidimos viajar hacia la costa norte del país, a la ciudad de San Pedro Sula, para encontrar a los miembros de la comunidad de los Focolares en aquella región donde, los que fueron pioneros ahora están atravesando serios problemas de salud. Agustín de 86 años y Veva 84 años. 

Volver a encontrarnos y abrazarnos como verdaderos hermanos, fue una gran alegría. Además, sentir esa cercanía y estima recíproca significó para cada uno constatar que la familia de Chiara va adelante. 

Agustín decía: “verlos para mí es recobrar vida, quiero ir donde ustedes van”. 

Antolina y Dora dejaron sus actividades diarias para estar con nosotros. Llegaron con las manos cargadas de cosas para compartir. Juntos fuimos a la casa de Dulce, quien nos abrió su casa de par en par y allí también nos esperaba Denia. 

Como comunidad escuchamos juntos el tema del año que nos invita a vivir la “proximidad”, proximidad que en este clima de familia era una realidad luego nos conectamos ía zoom con otros miembros del Movimiento de los Focolares de nuestra gran zona Interamericana. ¡Un regalo de Dios para todos!

Regresamos a nuestra ciudad con un corazón agradecido y colmado del amor de Dios que se nos manifestó, concretamente, a través de los hermanos. 

Por Voluntarios y Voluntarias de Honduras.