El “Banco de los milagros” y la “Bodeguita de Dios”

Corría el año 2016, solía reunirme con dos ex-miembros del Movimiento de los Focolares, con quienes mantenía la amistad. Nos encontrábamos en una cafetería llamada Chelles, en el centro de San José, para seguir compartiendo lo aprendido de la espiritualidad del Movimiento.

En una de las reuniones surgió la idea de dar un aporte económico, cada uno de sus presupuestos mensuales, para ayudar a las personas necesitadas, confiados en que Dios mismo nos mostraría a quien ayudar concretamente, ya que queríamos ir a su encuentro en los hermanos. A nuestra iniciativa se sumaron otras personas, amigos y familiares; así como también llegaron las personas para ser ayudadas, algunos familiares de uno de nosotros.

A esta iniciativa que sentíamos inspirada por el Espíritu Santo, la llamamos el “Banco de los Milagros”.

La “Bodeguita de Dios”

Inició un día, mientras hacía el supermercado.Pensé que podía comprar alimentos no perecederos, básicos y reservarlos en un mueble de la cocina para cuando alguien los necesitara. Compartí la idea con mis compañeros y ellos se sumaron. Nació así la “Bodeguita de Dios”.

Con la llegada de la pandemia y después de ella, las situaciones de necesidad aumentaron; sin embargo, para las personas que Jesús nos enviaba, siempre hubo algo en existencia. La bodega se robusteció no sólo con alimentos sino también con otros artículos que la gente necesita.

De cómo se manifestaron las necesidades y la intervención de Dios

Una vecina que supo del “banco de los Milagros” al comparar una refrigeradora nueva, quiso poner en común la que tenía, pues estaba en buen estado. A los pocos días nos enteramos de que otra señora estaba usando su refrigeradora como alacena, puesto que se le había roto hacía varios meses. Conseguimos el transporte y pudimos hacerle llegar el artefacto que necesitaba.

Desde hace aproximadamente ocho años, un vecino, a partir de una protuberancia en la mejilla izquierda, resultó tener un tumor maligno. Hasta el día de hoy recibe quimioterapia ya que el cáncer ha invadido otros órganos del cuerpo, entre ellos los pulmones. A través del Banco de Los Milagros se le ha apoyado con medicinas, pasajes, alimentos y con todo lo que necesita, dado que no pudo volver a trabajar.

La actualidad del Evangelio

Una vez escuché que un sacerdote del cantón deAcosta pedía pañales para un adulto mayor y me acordé que había en el Banco de Los Milagros. Me puse en contacto con el sacerdote y me dijo que la persona que los necesitaba iba a viajar a San José.

Le di la dirección de mi casa para que pasara a recogerlos. Mientras tanto, vi pasar a una vecina que iba para la pulpería, sabía que ella estaba pasando una situación muy difícil. Decidí darle los últimos siete huevos que teníamos y otras cosas para el desayuno. Cuando ella regresaba se los entregué y ella me dijo: «Usted no sabe lo que está haciendo, no tenía nada para darle a mi esposo y a mi hijo». Le recordé que Jesús la ama y que Él está pendiente de sus necesidades. Ella se fue feliz y agradecida a Dios. Por la tarde llegó el señor a recoger los pañales y lo invité a tomarse un café, conversamos un rato y se despidió, antes de subirse al camión le pregunté y, ¿qué es lo que usted reparte? Él me respondió: «Ay, señor, espérese”. abrió el camión y sacó un cartón con 32 huevos y me lo entregó. Me quedé inmóvil y sólo miré al cielo.

En otra ocasión una vecina me trajo un racimo de bananas verdes. Los mismos se fueron de regreso en un caldo que envié a personas enfermas de mi comunidad. Escucho o veo situaciones porque Jesús quiere que haga algo al respecto.

Una vecina me preguntó si el almacén de electrodomésticos estaba abierto porque se le había dañado la olla de presión y le iba a comprar unos repuestos, pese a que ya estaba viejita. Inmediatamente me acordé de que yo tenía una y que sólo la había usado una vez porque, a decir verdad, seguía usando la viejita. Al día siguiente se la entregué.

A mí me lo hiciste

Un vecino que vive con escasos recursos me permitió un día entrar a su cuarto. Me di cuenta de que el cielo raso casi se le caía encima y, cuando llovía, él tenía que poner recipientes por todas partes para recoger el agua que le entraba. Sentí en el corazón que eso no era digno y que él no podía seguir viviendo así. Solicité apoyo a un vecino que sabe

hacer esos arreglos y, a través del Banco de Los Milagros, compramos láminas nuevas y se cambió también el cielo raso. Cuando llegaron las lluvias sentí un gozo enorme de saber que el vecino, y en él, Jesús, dormiría tranquilo.

Un día pasó por la casa una persona que amaneció en condición de calle. Supe que vivía una situación sumamente difícil y por ello era rechazado socialmente. Le preparé desayuno que degustó con rapidez. A mediodía le tenía listo su almuerzo, pero ya se había ido. Lo busqué, pero no lo encontré. Hace pocos días me informaron que había fallecido.

Como la familia de Jesús que huye a Egipto

Supe de la situación de una familia de un país vecino que tuvo que salir inmediato porque el el ejército iba a llegar a detenerlos. Salieron de su país muy avanzada la noche para estar de madrugada cerca de la frontera y pasar sin ser vistos. Llegaron a San José donde un familiar los alojó. Dormían en un colchón inflable y sobrevivían con dificultad.

Eran cuatro, los padres y dos niñas en edad escolar. Inmediatamente buscamos cómo ayudarlos concretamente. A los pocos días lograron encontrar una pequeña casa, pero faltaba el resto. Fue así como una familia donó una cama completa y un vecino prestó su vehículo para transportarla. Al preguntarle por el costo del transporte, el señor dijo: «Nada, yo también deseo colaborar con ellos». Luego se compró otro colchón y enseres para la casa. A las niñas se les compró los uniformes y los útiles escolares, ya que fueron admitidas en la escuela de la localidad y debían iniciar sus clases. 

Era descubrir que esa experiencia que vivió la Sagrada Familia hace más de dos mil años, la viven muchas de nuestras familias hoy y que podemos estar allí para acompañarlos.

Por Roger Ortega- Costa Rica

2 thoughts on “El “Banco de los milagros” y la “Bodeguita de Dios”

  1. Soy testigo de muchos casos que con mucho amor realiza una de las personas que más admito en este mundo, siga adelante Roger con el Banco de Los Milagros y La Bodeguita de Fios, que Dios conoce perfectamente su valioso corazón, lo queremos mucho y Dios bendiga a cada persona que forma parte de tan hermosa iniciativa.

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