En abril de 1984, pocos días después de la conclusión del Jubileo Extraordinario de la Redención, se celebró el Jubileo de la Juventud, que reunió a 300.000 jóvenes en Roma. El 12 de abril, Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, impartió una catequesis sobre la alegría a los jóvenes en la Basílica de San Juan de Letrán. A continuación, un extracto de su discurso.
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La alegría de los primeros cristianos (como la de los cristianos de todos los tiempos, dondequiera que el cristianismo se comprenda en su esencia y se viva en su radicalidad) era una alegría verdaderamente nueva, nunca antes conocida. No tenía nada que ver con la hilaridad, la alegría, el buen humor, ni —como diría Pablo VI— con «la alegría vivificante de la vida, de la existencia», con «la alegría serena —diría él— de la naturaleza», con «la alegría del silencio». (…) Todas son alegrías hermosas…
Pero la de los primeros cristianos era distinta: era una alegría parecida a la embriaguez que había invadido a los discípulos con la bajada del Espíritu Santo.
Era la alegría de Jesús. Porque Jesús, así como tiene su paz, tiene su alegría.
Y la alegría de los primeros cristianos, que brotaba espontáneamente de lo más profundo de su ser, saciaba plenamente sus almas.
Habían encontrado verdaderamente lo que la humanidad, ayer, hoy y siempre, necesita y busca. Habían encontrado a Dios, habían hallado la comunión con Dios. Y este elemento los satisfizo por completo y los condujo a la plenitud. Eran humanos.
En efecto, el amor, la caridad con la que Cristo enriquece los corazones de los cristianos mediante el bautismo y los demás sacramentos, puede representarse como una pequeña planta. Cuanto más baja la raíz —es decir, cuanto más se ama al prójimo—, más alta crece la planta, es decir, el tallo. Es decir, cuanto más se ama al prójimo, más se llena el corazón del amor de Dios. Pero este no es un amor creído, una comunión con Dios creída solo por la fe; es una comunión experimentada. Y esto es la felicidad: amar y sentirse amado.
Ésta era la alegría de los primeros cristianos, ésta era la felicidad de los primeros cristianos, adultos y jóvenes como vosotros, que luego se transmitía en liturgias maravillosas y festivas, rebosantes de himnos de alabanza y de acción de gracias.
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Chiara Lubich
(Para acceder al texto completo: https://chiaralubich.org/archivio-video-it/la-gioia/ )
Foto: © Archivio CSC Audiovisivi