Mi nombre es Marco Aurelio Zamora Cadet. Tengo 49 años, soy casado y vivo en Pavas, San José, Costa Rica.
Estudié ingeniería electromecánica de profesión y me gradué hace 27 años como ingeniero; luego, tuve la oportunidad de ampliar mis estudios y logré terminar una maestría en administración de empresas con énfasis en gerencia general.
Conocí el Carisma de la unidad a los 11 años. Desde muy pequeño soñé tener mi propio negocio, pero quería que mi empresa fuera diferente de las que conocía. Mi meta era una empresa que me permitiera ganar dinero no sólo para mantener a mi familia, sino que también pudiera ser fuente de empleo para muchas familias, que les brindara un trabajo digno y estable.
A medida que fui creciendo comprendí la importancia de que existan personas empresarias que contribuyan al bienestar social. Economía de Comunión me ayudó a conjugar ambos sueños. Dios me dio la oportunidad de concretarlo y, en uno de los sectores más difíciles, la construcción.
En el 2005, hace más de 20 años, decidí empezar con un emprendimiento propio, una empresa constructora de sistemas eléctricos y mecánicos, fue así como nació INCOMEL (Ingeniería en Construcciones Mecánicas y Eléctricas).
¿Qué priorizamos?
Trato humano
El sector de la construcción en general ha logrado, mediante acuerdos internacionales, leyes y normativas vigentes, espacios de trabajos dignos, que brinden las condiciones necesarias para que no se violen o violenten los derechos de los trabajadores; sin embargo, en Costa Rica existen patronos con prácticas inhumanas que ofrecen a los empleados las condiciones mínimas para ejercer correctamente un inicio nos propusimos con INCOMEL valorar a nuestros colaboradores como el recurso más importante en nuestro giro de negocio.
Para concretar este objetivo se optó por la construcción de comedores para que el personal tenga donde sentarse y comer cómodamente, invertir en señalización adicional y contar con áreas seguras, construir bodegas para que el personal trabaje en un área limpia y ordenada, comprar agua e hidratantes para que las personas que están bajo sol no sufran desmayos, entre otros.
Estabilidad laboral
Normalmente la mano de obra en los proyectos constructivos se asemeja a la forma de una campana de Gauss; es decir, en el inicio del proyecto se cuenta con pocas personas, conforme va a avanzando la obra se contrata más y más personal y, cuando el proyecto está llegando a su fin, se despide casi al 100% de los trabajadores, sin importar que son seres humanos con familias y con necesidades como todos los demás.
Este criterio siempre me pareció inhumano, por lo que me propuse que, cuando yo tuviera mi propia empresa, iba a tratar de mantener la mayor cantidad de personas para darle estabilidad a sus familias, existiera o no trabajo para ellos.
Durante el período de la pandemia COVID-19, el sector de la construcción al igual que todos los sectores privados del país, sufrió una gran contracción que llevó a despidos masivos en muchas empresas. Como empresa lo vivimos y hubiera sido comprensible para la sociedad que despidiéramos al personal de campo y cerráramos la empresa como se nos indicaba, sin embargo, no lo hicimos. No despedimos a nadie, es más, en un proyecto hasta se contrató más personal. Como equipo decidimos confiar en la providencia de Dios, con la convicción de que sólo de esta forma podemos construir una nueva humanidad. Y la empresa se sostuvo.
La educación: propiciar la cultura del dar
Existe una frase que dice: “Educar es caro, costoso. No hacerlo… lo es aún más”. Hay otra por ahí que también dice: “Mente ociosa, taller de la maldad”. Es por esto que, para nuestra empresa, la importancia de prepararse, de desarrollar la mente, contar con nuevas ideas y tener la mente ocupada en el estudio, es vital.
En INCOMEL, se ha logrado contar con un programa de becas educativas que lo único que se le exige a la persona que recibe este beneficio es que una vez que se haya graduado haga lo mismo con alguien más. Tiene que pagarle la carrera universitaria a otra persona que no sea un familiar directo, y devolver ese amor que recibió de tal manera que este bien se multiplique en la sociedad, como medida para que la cadena no se corte y que, por el contrario, llegue a muchos.
Es decir: “lo que hicieron conmigo, debo hacerlo y repetirlo con alguien más”. Esto aplica tanto para colaboradores que trabajan en nuestra empresa, como para otras personas que no forman parte de INCOMEL y se eligen bajo ciertas condiciones previamente analizadas.
Frutos
Con gran alegría puedo decir que, durante estos 20 años, hemos graduado más de 10 personas en las siguientes profesiones: administración de negocios, arquitectura, ingenierías y medicina.
Las dificultades están siempre y las incertidumbres no faltan, pero el fruto más importante para mí es comprobar el actuar de Dios que me viene al encuentro cuando más lo necesito y este encuentro se da a través de personas concretas, como cuando un dinero prestado se me devuelve en el momento que más lo necesito, o cuando llega un pedido de trabajo inesperado, etc.
Constato que, si todos ponemos nuestro granito de arena, se puede hacer mucho. Les aseguro que sí existen empresas que más allá de las ganancias, tienen claro que lo más importante es el ser humano. Y que, si todos nosotros nos concientizamos de que lo más relevante en las empresas es tener familias felices, seres plenos y llenos de amor para multiplicar, vamos a lograr una nueva humanidad.
¡Yo creo en esa otra humanidad!
Por Marco A. Zamora Cadet- Costa Rica
