Un Papa sobrio y desarmado:  Encuentro del Papa con periodistas

“Desarmemos las palabras y ayudaremos a desarmar la Tierra”. Así se dirigió el Papa León a los operadores de los medios de comunicación, reunidos en El Vaticano para escuchar sus palabras, ricas en citas del Papa Francisco. 

Llegó puntualmente a las 11, a la sala Nervi, agradeció primero en inglés el atronador aplauso de bienvenida. Luego continuó en italiano, mientras la traducción al inglés se su (breve) discurso se desplazaba en los monitores laterales. 

Poco conceptos, pero claros: “Bienaventurados los que trabajan por la paz” (Mt 5,9). Esta es una bienaventuranza que nos interpela a todos y que nos concierne de cerca (…) La comunicación, de hecho, no es sólo transmisión de información, sino creación de una cultura, de entornos humanos y digitales que se conviertan en espacios de diálogo y de confrontación (…) Desarmemos la comunicación de todo prejuicio, resentimiento, fanatismo y odio; Vamos a purificarla de la agresión.  (…) Una comunicación desarmante y desarmante nos permite compartir una visión diferente del mundo y actuar de un modo coherente con nuestra dignidad humana”. 

El discurso fue interrumpido por fuertes aplausos, sobre todo cuando afirmó que “no necesitamos una comunicación atronadora y musculosa, sino una comunicación capaz de escuchar, de recoger la voz de los débiles que no tienen voz”. O como cuando pidió la liberación de los periodistas encarcelados: “La Iglesia reconoce en estos testigos – pienso en aquellos que informan sobre la guerra incluso a costa de su vida – la valentía de quienes defienden la dignidad, la justicia y el derecho de los pueblos a estar informados, porque sólo los pueblos informados pueden tomar decisiones libres”. 

Es un Papa con un estilo sobrio, informado, atento y agradecido. “Gracias, queridos amigos, por el servicio de ustedes a la verdad. Estuvieron en Roma en estas semanas para contar la historia de la Iglesia, su variedad, y, al mismo tiempo, su unidad. (….) La Iglesia debe aceptar el desafío del tiempo y, del mismo modo, no puede haber una comunicación y un periodismo al margen del tiempo y de la historia. Como nos recuerda San Agustín, quien dijo: “Vivamos bien y los tiempos serán buenos. Nosotros somos los tiempos” (Discurso 311). 

Subrayó una vez más un punto que, en los pocos días de su pontificado, ya ha citado varias veces: “Pienso, en particular, en la inteligencia artificial con su inmenso potencial, que exige, sin embargo, responsabilidad y discernimiento para orientar las herramientas al bien de todos, para que puedan producir beneficios para la humanidad. Y esta responsabilidad concierne a todos, proporcionalmente a la edad y al rol social”. ¡Quién sabe si nos regalará una encíclica sobre el desafío tecnológico de nuestro tiempo!

Tengo que decir que me gusta este Papa. Me parece la persona adecuada después de los intensos e inolvidables años de Francisco. En los días posteriores a la muerte de este último, escuché a muchas personas tristes, tanto personas de fe como aquellas sin referencias religiosas. Como si un amigo hubiera fallecido. Más aún: como si la única voz sincera que quedaba del lado de los últimos, la de la justicia y la verdad, se hubiera silenciado. La única luz de esperanza entre guerras y egoísmo. 

Cuando sonó el habemus papa, vi a mucha gente corriendo hacia la Plaza de San Pedro. Recorriendo en sentido concreto la Vía de la Conciliación, pero también en sentido figurado, girando desde todos los puntos de la Tierra hacia Roma, centro del mundo ahora más que nunca. Tantos ancianos, pero también muchos jóvenes, huérfanos de toda esperanza de futuro. 

Luego vino el Papa León XIV, que inmediatamente dibujos las palabras justas que el mundo quería escuchar: paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante, Cristo resucitado como el buen pastor, el mal no prevalecerá, puentes, diálogo, Francisco, unidos de la mano con Dios y entre nosotros, la Iglesia misionera con los brazos abiertos para acoger a todos, María…

La gente más humilde ahora es feliz, sabe que no están solos. Un río de palabras, más o menos apropiadas, ya se han dicho y escrito sobre la figura del Papa León en estos últimos días. Quisiera concluir este pequeño testimonio mío con una frase pocas veces citada pero que, en mi opinión, dice más que muchas palabras quién es este hombre que en los próximos años llevará la cruz de Pedro en un mundo lleno de charlatanes, autócratas, tecnócratas y dictadores que se sienten importantes y poderosos. 

Una frase que da una idea del estilo del Papa Prevost: “Desaparecer para que Cristo permanezca, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado, gastarse completamente para que a nadie le falte la oportunidad de conocerlo y amarlo”. 

Por Giulio Meazzini. Fuente: https://www.cittanova.it

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