Un focolar itinerante en el mítico Cuzco

Un grupo de jóvenes de los focolares, junto a algunos adultos, afrontaron el desafío de llevar con entusiasmo la Palabra de Dios a poblados quechuas a 4.000 metros de altura.

Cuando se lanzó la propuesta del focolar itinerante –cuenta Rocío–, los primeros en responder fueron los jóvenes: Ana Lu, Joaco y Anthony de Arequipa, Leomar de Puno y Marco de Italia, protagonistas del último Genfest en Brasil. También se sumaron Alex de Ayaviri (pueblo a 4.000 msnm) perteneciente al “Grupo juvenil Chiara Luce” y Dylan del Venezuela. Completaban el equipo algunos adultos: Rocío, Adriana y Verónica del focolar de Arequipa, Norma, Marcelo del focolar de Lima, quien se unió en la última Semana.

Con este gran equipo, con gran unidad y entusiasmo, desde el 15 al 30 de noviembre pasado, encontramos a más de 800 personas de todas las edades, a quienes hemos donado el Ideal de la unidad en varios modos, según las edades y los contextos geográficos y sociales.

Misión al estilo Focolar

Cuzco (3.399 msnm), primera etapa: El focolar itinerante partió desde Arequipa (sur del Perú) hacia el mítico territorio del Cuzco, distante a 12 horas de viaje por tierra hacia el sur, donde nos esperaba Idel y Lourdes, voluntarios de los Focolares, comprometidos en la Pastoral de la Parroquia de San Blas. En esos lugares privilegiados por la naturaleza, realizamos jornadas.

Un grupo de jóvenes de los focolares, junto a algunos adultos, afrontaron el desafío de llevar con entusiasmo la Palabra de Dios a poblados quechuas a 4.000 metros de altura para niños de catequesis, de Primera comunión y de Confirmación. Les hemos presentado las “Fuentes de Dios”, el “Arte de Amar” (con el “Dado”), y también la experiencia de luz de Chiara Luce Badano. Todo intercalado con juegos, buenas carcajadas, trabajos en equipo y mucho diálogo.

Velille (3.738 msnm), segunda etapa: Llegamos el lunes y nos acogió el padre Olger. Hemos quedado admirados de las enormes distancias entre pueblo y pueblo que él acompaña, en su mayoría quechua hablantes, y lo hace con amor y delicadeza. La gente lo aprecia mucho y, a pesar de su joven edad, en estos pueblos es visto como una autoridad. Participamos y acompañamos la celebración de una misa completamente en quechua.

Fuimos a visitar algunos colegios de los pueblos cercanos (Velille, Vizca Vizca y Alcavictoria), encontrando grupos de estudiantes de cuarto y quinto de secundaria. Al terminar, siempre algunos se acercaban para decirnos sus impresiones, o para tomar nuestros contactos porque al terminar el colegio se transferirán a Arequipa donde algunos vivimos. Otros, al momento de los grupos, compartían fuertes experiencias personales. Pero como no podía faltar la aventura, hasta granizada y tormenta eléctrica nos tocó vivir…. Para quienes veníamos de la ciudad, lo vivimos como un espectáculo de la naturaleza.

Seguimos subiendo, casi a 4.000 metros, hasta Ayaviri. El paisaje es imponente. Allí nos encontramos con Kendy y los jóvenes del “Grupo Chiara Luce” (inspirado en la vida de la joven beata italiana). También organizamos un retiro para jóvenes parejas, convivientes y para quienes se preparan para recibir el Sacramento del matrimonio.

El sábado, fuimos en grupos a ayudar a repartir los almuerzos a las casas y a hacer una pequeña catequesis por la Fiesta de Cristo Rey. Por la tarde nos encontramos con el grupo de jóvenes del grupo juvenil Chiara Luce e Inmaculada. El programa fue muy original y, al momento de los grupos, salían preguntas y experiencias personales. Como llegaron también Lourdes e Idel desde Cuzco, les hicieron preguntas sobre la vida matrimonial.

El domingo teníamos tres programas distintos: una jornada con 130 personas (jóvenes, adolescentes, niños y adultos). El momento de comunión en grupos fue el más rico por las experiencias tan variadas. Concluimos la jornada con la Santa Misa y la confirmación de una pareja que se casaba el siguiente fin de semana.

Regresamos a Cuzco, donde tuvimos encuentros con catequistas, personas de la pastoral y con la comunidad de la parroquia San Blas.

Cuentan los jóvenes protagonistas

Leomar: Ayer comenzamos una experiencia transformadora en el pueblo de Visca Visca, con los alumnos de quinto y segundo de secundaria quienes nos recibieron con una energía contagiosa. Pusimos en evidencia el valor que tienen como personas, especialmente como mujeres, en una sociedad que subestima su potencial. Muchos de estos estudiantes enfrentan

retos diarios, desde recursos limitados hasta responsabilidades familiares enormes, pero sus sonrisas y entusiasmo nos recordaron la importancia de nuestra misión. Por la tarde, visitamos el colegio en Velille. Fue un espacio para reflexionar sobre el perdón, la empatía y la construcción de una vida que tenga sentido. Fue conmovedor escuchar a los chicos abrirse, compartiendo sus inquietudes, sus alegrías y dolores. Conocimos a docentes que desempeñan un rol crucial en sus aulas, evidenciando los valores comunitarios que pueden ser una herramienta poderosa para el cambio.

Hoy visitamos un colegio en Alcavictoria, con un ambiente marcado por la timidez y el silencio. Los alumnos parecían llevar consigo una carga de experiencias duras, con responsabilidades adultas a edades demasiado tempranas. Escuchamos historias de familias fragmentadas y hogares donde el estrés de la vida adulta a menudo se traslada a ellos. Fue un día emocionalmente desafiante. Nos dimos cuenta de que el cambio no siempre es inmediato; a veces, plantar una semilla requiere paciencia y confianza en que crecerá con el tiempo.

Joaquín: Descubrí nuevos estilos de vida de mi propio país, formas que nunca había visto ni vivido. Algunas, muy fuertes, y a tan pocas horas de donde yo vivo. Descubrí nuevas formas de vivir la fe, algunas mezcladas con nuestras raíces andinas, algunas algo más cerradas y otras más abiertas. Pero todas con el deseo de Dios. Descubrí, también, que la providencia de Dios SÍ EXISTE: «Pidan y se les dará».

Ana Lu: Hace un tiempo atrás tuve una experiencia dolorosa con la iglesia. El ideal de la unidad me mueve a ver con amor todo lo que me pasó y tener la certeza que todo tiene un propósito y que yo debía perdonar. Solo así pude dar sentido a todo y ver como hasta el más mínimo dolor se transforma.

Las muchachas nos abrieron el corazón. Una me dijo: “Señorita, yo después de ver la figura de Chiara Luce sé que en medio de mi enfermedad puedo amar y darme a los demás”; y otra, a la cual sus padres le prohibían participar en la Iglesia, me dijo: “Yo sé que hago bien en acercarme a Dios y también hice bien cuando me bauticé. Yo ya no tengo miedo porque Dios es mi Padre”.

Estoy muy agradecida por esta experiencia que me lleva a vivir con radicalidad mi vocación gen, que me lleva a confiar y vivir el presente amando.

Marco: Fue rápida mi decisión de viajar desde Italia al Perù. La bienvenida que me dieron fue especial, lo que me permitió entablar inmediatamente una relación con la gente local y crear relaciones fuertes. Con las personas del Movimiento parecía que nos conocíéramos desde siempre. La presencia de Jesús en medio fue una chispa que me hizo sentir que podía donarme, pero que tenía que hacerlo entrando de puntillas en la vida de las personas, tratando de comprender sus hábitos, sus vidas y cómo ellos podían entender mejor nuestro ideal.

Aunque estuve enfermo en la cama los primeros días, ofrecí mi dolor por las personas que encontrábamos. Muchos de ellos, tal vez, experimentan dolores mucho más fuertes. Ahora estoy listo para regresar a casa, lleno de esta vida compartida. Siento aún más fuerte la elección de Dios Amor que he hecho, convencido de que es una verdadera revolución. Llevo conmigo la gran medida del amor experimentado en el Perú.

Alex: Dios me hizo ver, como debo mejorar en mis cosas personales. Aprendí más a amar, tuve la oportunidad de descargar todo lo que traía conmigo. Jamás pensé que este focolar temporal pudiera hacer todo esto en mí. He conocido muchas realidades y también he descubierto qué significa el rostro de Jesús abandonado en mí y en los demás. Me quedo con esta frase de Chiara Luce: “Tienes una sola vida y vale la pena gastarla bien”.

Kendy: Ha sido una gran experiencia, poder estar más cerca y poder trabajar juntos. He visto en cada acto y en cada uno de ustedes, desde que llegaron, mucho amor (en su paciencia, siendo positivos, su organización). Gracias por venir a nuestra Parroquia, por darnos el Ideal de la unidad y también por mostrar a Jesús por medio de ustedes.

Equipo del focolar Itinerante de Cuzco

Edición Gustavo E. Clariá

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