En un mundo que privilegia lo inmediato y descartable, ¿qué lugar ocupa un vínculo que deberá transitar el paso de los años? Una mirada optimista sobre cómo construir el amor cada día.
¿Por qué la relación de pareja duradera tiene tan mala prensa en comparación a la de amistad, por ejemplo, en el que sí se espera que sea “para siempre”? ¿Qué sentimos en torno a la idea de estar con alguien por un tiempo extendido? ¿Nos aburre? ¿Nos ahoga? ¿Nos limita? O, por el contrario, ¿nos expande?
Está muy de moda trabajar el amor propio y el autocuidado, pero no olvidemos que existe también una instancia superadora: la de construir con el otro desde uno mismo. Es cierto que algunas circunstancias pueden resultar difíciles, pero no por eso dejaríamos de creer en la pareja ni de querer seguir construyendo. Amar el tiempo de los intentos es el gran desafío. Al fin y al cabo, es el tiempo que transitamos.
Surgen dos preguntas: ¿por qué hay quienes piensan que compartir la vida con una misma persona es aburrido? ¿Qué mensaje se ha construido como sociedad acerca del vínculo de pareja?
Son las buenas relaciones las que nos mantienen más felices y más sanos
Desde la Universidad de Harvard, se está realizando un estudio para responder a la pregunta de qué nos mantiene sanos y felices a lo largo de la vida. Comenzó en 1938 y ya van por la cuarta generación de investigadores que trabaja con aproximadamente 700 personas que son entrevistadas a lo largo de sus vidas. Algunas han muerto en el camino, otras siguen vivas. Mismo los investigadores. A pesar de ello, lograron mantener el estudio en el tiempo.
El doctor Robert Waldinger, médico psiquiatra y psicoanalista, cuarto director de esta investigación, cuenta en una charla Ted que lo que finalmente aprendieron es que “son las buenas relaciones las que nos mantienen más felices y más sanos”. Y atención: uno puede estar solo en una multitud y sentirse solo en un matrimonio.
“Lo que importa de las relaciones es la calidad, no la cantidad”, dice. Sin embargo, agrega: “Somos humanos; lo que realmente queremos son soluciones rápidas, conseguir algo que nos haga sentir mejor. Y resulta que las relaciones son complicadas y el arduo trabajo de atender a familiares y amigos no es ni sexy ni glamoroso, y no termina nunca”.
El amor exige cuidado

Enrique Guiraud, consultor psicológico y promotor de vínculos que favorecen la paz, escribe en su libro El camino para amar (2009): “Amar es un verbo, invita a la acción. (…) ¿Qué acciones concretas puede un cónyuge realizar en la vida cotidiana para ejercitar su capacidad de amar?
En primer lugar, debe trabajar su propia tierra. Para amar es necesario madurar. Nadie puede cosechar lo que no siembra. En segundo lugar, debe aprender a esperar, puesto que nunca se puede cosechar antes de Tiempo”.
Me recuerda a un consejo que recibí de mi abuela: “Al amor hay que cuidarlo como si fuera un jardín, hay que sacar la maleza todos los días. No hay que dejar pasar aquello que molesta y hay que tratar de ayudar para que ese jardín florezca”.
Según Guiraud, se confunde mucho el sentimiento del amor (que depende de las circunstancias) con la facultad de amar (que es una capacidad y una elección). La clave está en alimentar esa capacidad. Lo que no se nutre, se desnutre.
Alimentar la capacidad de amar
Él sostiene que el problema aparece cuando las personas anhelan que el matrimonio les proporcione la felicidad que buscan. Nadie va a hacer feliz a nadie, cada uno es responsable de lo que aporta. Asegura que el matrimonio existe para hacernos conscientes de lo importante que es alimentar la capacidad de amar, capacidad que se va renovando como una oportunidad para crecer, desarrollarnos y crear.
“Para siempre”, ser con el otro
El significado del “para siempre”. ¿Qué implica? Convicción y muchas otras virtudes que fuimos acorralando en post del atractivo que tienen lo nuevo y lo rápido.
Se puede mirar el «para siempre» no como una meta allá en el futuro, sino como un camino que recorremos acá cerca, paso a paso, día a día. No como algo que nos abruma y nos quita el aliento, sino como un hacer camino al andar. Puede que lleguemos juntos a los ochenta años, puede que no. Lo que importa es lo que construimos hoy y, como me dijo una amiga, ser con el otro.
Julia Kristeva y Philippe Sollers, un matrimonio de intelectuales franceses, conversan en su libro El matrimonio como una de las bellas artes (2015) acerca de este fenómeno tan cuestionado y del que son parte. Es interesante cómo cada uno elabora sus propias ideas, con las que podremos estar o no de acuerdo, y cuentan cómo construyen y reivindican ese vínculo.
Lo atractivo está en un continuo conocerse y encontrarse
Escriben: “Se trata, entonces, de un nuevo arte amatorio que, a la sociedad, escindida y siempre preocupada por mantener el orden, le cuesta mucho aceptar. ¿El matrimonio como crítica social y apología poética de la libertad (…)? Hagan la prueba”.
Apología-poética-de-la-libertad. ¿Sorprende, cierto? Cuando solemos escuchar lo contrario, que estar en pareja te quita libertad, te ahoga, etc. ¿Y si contamos lo lindo? Y no por lindo, ingenuo, débil, inmaduro. Todo lo contrario.
Se precisa de mucho trabajo, paciencia, perdón, fortaleza, madurez, altruismo y generosidad. Los autores proponen que “con las revoluciones en curso, lo que hay que abordar es la experiencia amorosa. Nos falta un discurso amoroso que sepa dar la justa medida de la intimidad situándola en esta interacción de la que está formada la experiencia, y que la constituye como fuerza de creación, de recomienzo y de renovación”.
Lo atractivo está en cada uno ser cada uno y renovarse continuamente. Hablan de sentirse extraños, de ser extranjeros el uno con el otro en un continuo conocerse, encontrarse.
Es un tiempo nuevo. Tenemos muchas herramientas. Sabemos conscientemente que las tormentas, en mayor o menor medida, van a estar. ¿Entonces? Hay un millón de fórmulas para ser amables con uno mismo y con el otro. El tema es querer serlo, querer amar.
El vínculo de pareja a largo plazo es convicción, constancia, esfuerzo, paciencia, perdón, empatía, altruismo, escucha y todas las bellas virtudes que la vida puede ayudar a cultivar. Que sean ellas las palabras que caminen en nuestro discurso interno y en el inconsciente colectivo en torno al vínculo de pareja. Como dice la frase: “También esto pasará”. También esto lo pasaremos, juntos.
Reseña por la redacciónFuente https://www.sophiaonline.com.ar/
Muy buen artículo. Quienes experimentamos la vida en pareja en comunión con Dios sabemos que las dificultades son medios impulsores del amor que se construye día tras día. No existe monotonía cuando hay una exigencia diaria por mantener un SI que genera plenitud y nos hace partícipes de un proyecto que supera por mucho nuestras expectativas humanas.