De una entrevista realizada al Padre Ángel Camino Lamelas, agustino, Vicario Episcopal de la Arquidiócesis de Madrid, a través de la cual nos permite conocer algunos aspectos de la trayectoria y vida de Monseñor Robert Prevost que nos ayuda a intuir los fundamentos de la misión del Papa León XIV como nuevo sucesor de Pedro.

¿Cómo cree que vivió el Papa León XIV su primer encuentro con la gente desde el balcón?
Yo creo que fue un encuentro muy intenso. Su cara lo decía todo, estaba profundamente emocionado. Quienes lo conocemos sabemos que él es una persona tímida, sencilla. Ante toda esa multitud, él abrió su corazón inquieto “nos hiciste Señor para tí, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en tí”. Él vió a una multitud que lo abrazaba y él también abrazaba a todas estas personas.
Es una persona reflexiva, no dice las cosas por decir y, sin embargo repitió ocho veces la palabra paz. Él lleva en su corazón realmente el transmitir la paz al mundo entero y quiso expresar con su actitud que abrazaba a todos; por tanto, ese primer encuentro desde el balcón fue un momento decisivo y todo el mundo ha visto al Papa. Un Papa que es capaz de amar, de servir, desde la naturalidad, desde la tranquilidad.
En ese momento, al ver a tanta gente, habrá pensado que gobernar también es hacer misión por eso le hablaba a la gente dirigiéndose al mundo como si quisiera que su saludo llegara hasta los rincones más alejados del planeta. Su saludo fue universal, pero, lógicamente, habló de su Chiclayo, por lo tanto, es un pastor, un pastor que es obispo de Roma, pero se acuerda de su última diócesis en sus primeras palabras refleja que es un hombre que lleva a San Agustín dentro: “con ustedes soy cristiano para ustedes soy obispo”.
¿Qué fue lo que conmovió a este hijo del padre del corazón inquieto?
El P. Roberto se encontraba con su esposa, se encontraba con su iglesia. Su vida ha sido siempre para los demás y ahora, de repente, se encuentra con que es obispo de Roma, que es el sucesor de Pedro, por tanto, se lo veía emocionado porque él, sin pretenderlo, se encuentra con esa iglesia a la que tiene que amar.
Cuando sale a la logia, se le vino abajo el mundo entero, pero se supo controlar, masticaba las lágrimas, se las metía adentro. Es un hombre que tiene un corazón de carne; lo conmueven sus hijos, lo conmueven sus hermanos, lo conmueve ver gente cercana que le aplaude o le sonríe con orgullo. Lo conmueve el dolor humano y las pruebas e la gente más humilde, lo conmueven los logros de la gente que se esfuerza y trabaja por conseguirlo. Lo conmueve el cariño sincero. Pienso que lo que más le conmovió en ese momento fue el amor al Papa de esa plaza abarrotada de gente. Lo aplaudía toda la plaza y le mostraban afecto porque era Pedro, porque era el Papa. Eso lo conmovió. Estoy seguro de que al Papa lo conmueven las personas.
¿Cuál es su sentimiento como agustino la elección de un Papa de la Orden de San Agustín?
Es algo inexplicable. Nunca pensamos que un hermano nuestro fuera Papa. Cuando escuché Roberto Prevost, me llevé la mano a la cabeza y me dijo: no! Pero en el sentido de la alegría. Una alegría imposible de describir que dura hasta hoy. Es mi hermano, un agustino. Y el Espíritu Santo se ha fijado en él para dirigir a la iglesia, para ser Papa. Por tanto, un sentimiento de gratitud enorme al cielo. Pero también, y más, un sentimiento de responsabilidad.
Ha cambiado la vida del Papa, pero la mía también. Yo, que soy vicario episcopal, siempre he firmado: Ángel Camino, agustino, y ahora esta responsabilidad se multiplica por cien por qué, porque yo tengo que vivir mucho más la espiritualidad agustiniana. Yo tengo que leer mucho más a San Agustín. Pensar que yo como sacerdote siempre que nombre en la misa al Papa León, siempre que diga León XIV, mi hermano agustino, mi amigo íntimo, cercano, que nos queríamos… Ese es el sentimiento que tengo.
¿Por qué el Papa León XIV previamente eligió la misión en tierras lejanas?
Creo que por imitar a sus maestros. Uno de los personajes muy importantes en su vida fue Monseñor Juan McKniff y otro de igual talla es Monseñor Daniel Turley, siempre hablaba de ellos con mucha ilusión, queriendo seguir el ejemplo de sus vidas en la misión de Chulucanas.
En nuestra orden cuando terminamos de estudiar una carrera, trabajas de ello. El Papa León XIV, en aquel entonces Roberto Prevost, termina su carrera luciente de derecho canónico que se podría haber lucido en una vicaría, se va directamente a una misión. Va directamente a Chiclayo y a otros lugares; es decir, a trabajar con la gente. Va a la misión pura y dura, por tanto, él eligió tierras lejanas porque es un hombre de misión.
¿Cómo cree que influye o influirá sus años en Perú en este pontificado?
La riqueza de la vida pastoral en Perú de Monseñor Roberto Prevost, en su tiempo, y ahora Papa León XIV es enorme. Su misión, no se reduce a su Diócesis sino también a todo el Perú. Es nombrado vicepresidente de la conferencia episcopal peruana y luego tiene un contacto directo con el Santo Padre, ya desde que era obispo de Chiclayo, permitirá tener una visión global completa e la iglesia tanto a nivel más alto del gobierno como a nivel más humilde de la misión.
Es un obispo misionero que está pendiente de sus curas, iba parroquia por parroquia a visitarlos, y los fines de semana, a lomo de mula o cuando tenía que ir en barca, viajaba a los lugares más alejados de Chiclayo, por tanto, creo que es un hombre curtido que llega al papado con cayos en las manos, pero también con una cabeza muy bien formada.
¿Cómo será el caminar sinodal llevando adelante todo lo que emergió en el sínodo?
Creo que la sinodalidad será interpretada en clave agustiniana, es decir, desde la comunión con Cristo. Su lema episcopal “En el Uno, somos uno” es fundamentalmente sinodal, pero subrayando la comunión con Cristo, por eso pienso que a la dimensión horizontal remarcada con acierto por el Papa Francisco se sumará una valiosa dimensión vertical a partir de San Agustín.
La sinodalidad es un elemento agustiniano que va en nuestras venas, que va en nuestro ADN. Para un agustino la palabra comunión, la palabra unidad, es fundamental: no se puede entender la iglesia sin la comunión, comunión de alma y corazón. La sinodalidad es caminar con el pueblo, caminar juntos, ver la realidad que existe en el mundo y, desde el Evangelio, discernir qué es lo que Dios quiere para este momento. Por lo tanto, el camino será mucho más amplio con el Papa León, porque lo lleva en su alma.
¿Cómo piensa que el Papa puede sentir la dimensión sinodal de la iglesia?
El Papa está sintiendo ya la reciprocidad de cómo lo quieren. De cómo se ha comportado el mundo con él. La plenitud del amor, es el amor recíproco, por tanto, no solamente que el Papa León ama muchísimo a la iglesia, sino que él siente que la iglesia también lo está amanando a a él. En ese sentido la sinodalidad es conjunta.
¿Se puede tener esperanza de que el pontificado de León XIV continúe dando a la iglesia la apertura de sus puertas a todos, todos, todos?
Yo diría que la personalidad del Papa León XIV es un gran signo de apertura, él ofrece su amistad a todas las personas y se la ofrece con sinceridad pero ahora esa amistad está revestida de esta llamada a ser Pedro y, en esta llamada él está ofreciendo su amistad y en esa amistad la amistad de Cristo. Estoy seguro de que seremos testigos, muchos testigos de cómo Dios seguirá obrando por medio de él grandes cosas, haciendo que su palabra, su mensaje llegue a personas que a veces no escuchan. No escuchan al Papa, no escuchan a Dios, pero medio de él yo creo que empezarán a escucharlo, se acercarán y tendrán un encuentro con Cristo.
El Papa Francisco fue quien acuñó la palabra todos, todos, todos. Es decir, en la iglesia todos somos importantes. El Papa León va a ser la persona que lo va a repetir con su vida. Es decir, es el corazón universal. Se ha nutrido desde que entró con los agustinos a los catorce años.
La esencia del cristianismo es el amor, es la universalidad. Tenemos un Papa de corazón universal.
El lema que nos dejó el Papa Francisco para este jubileo, testigos de esperanza, lo va a encarnar, lo va a encarnar con sencillez. “Ama y haz lo que quieras”. Él lleva el amor en sus entrañas, San Agustín estaba para todos y, y por tanto él es hijo de Agustín. No va a hablar mucho e la espiritualidad agustiniana, ni es necesario, la va a vivir.
Entrevista realizada por la redacción de Ciudad Nueva Interamericana.