“A mi me los hiciste” fue el título de la Mariápolis de Costa Rica realizada los días 25, 26 y 27 de julio con la participación de 128 personas, niños, jóvenes y adultos, muchos participaban por primera vez.

Una convivencia donde el evangelio puesto en práctica en la vida cotidiana de esta ciudad de María nos puso en un clima de amor creciente entre todos y esto dejó una huella que muchos se llevaron a casa. Momentos de adoración, confesiones, misas muy solemnes alimentaron espiritualmente estos días.

Queríamos con la gracias de Dios que de algún modo estos días fueran un homenaje a la Virgen de los Ángeles nuestra Patrona en preparación a su fiesta… creo que con el esfuerzo de vivir con este espíritu evangelio no ha sido un homenaje sino 128 y muchos más por cuántos nos sostuvieron con sus oraciones y ofrecimientos.

Algunas Impresiones

Desde el servicio de alimentación y habitat

L.A

“Hoy me desperté con un gran gozo y paz. Agradecida por el gran equipo y apoyo.

A todos, a cada uno, un gracias enorme por todo el amor con que prepararon las comidas, frescos , frutas, postres, ensaladas.

La Virgen María estuvo allí cocinando a nuestro lado”.

C.A.

“Si muchas gracias a todo el equipo pues si no hubiera sido por tanta ayuda tanto del verde como el azul no se habría logrado igual, me siento muy feliz por la gran unidad entre todos, los quiero muchísimo.”

J.Z.

“Si. Gracias a todos los del verde y del azul que logramos trabajar muy en armonía. Fue un esfuerzo de todos. Se notaba la disponibilidad por escuchar al otro y dar la propia idea. Me sentí muy a gusto trabajando.”

Lo que dicen los jóvenes o los Gen

A.A

“La Mariápolis, representó para mí sensación de amor, paz y unidad que nunca antes había sentido; la profundidad de los temas vistos me permitió conocer de mejor forma el movimiento y a través de este la misión que Dios tiene para nosotros los jóvenes.”

MZ.

“¿Qué fue para mí la Mariápolis? Mi estancia de diálogo, convivencia y reflexión en la Ciudad de María me recuerda a la experiencia de los discípulos en Mateo 17:4 cuando ellos, en compañía de Jesús en las alturas del monte, tuvieron un espacio sagrado con ÉL y en ÉL, en el que fueron capaces de abrirse para decir “Señor, ¡qué bueno es estar aquí!”.

Si bien fue mi primera Mariápolis, resultó una oportunidad para renovar en comunidad mis (y por la interacción con las demás personas me atrevo a decir que nuestras) promesas de unidad, fraternidad y amor, así como los discípulos quienes debieron bajar del monte para continuar concretando esa misión; para compartir la luz pero también el fuego que nos ha sido entregado por medio del ideal de la Obra de María.

¿Qué ha sido la vida Gen?

Sin lugar a dudas, es una vocación que me gusta pensarlo como un regalo; uno insólito al que no debo temer que se dañe y por ende, guardarlo de todo y de todos, por el contrario, este tesoro necesita ser vivido todos los días, a pesar de nuestras limitaciones humanas a las que tanto tememos.

La vida Gen es un faro de luz, el extraordinario Evangelio encarnado en lo ordinario de la figura joven y el amor traducido en acción para promover conexiones cada vez más humanas y profundas.

Es un estilo de vida, un recordatorio permanente que todo cuanto haga debe reflejar y aportar a ese propósito de vida que no caduca y que cree en la virtud de recomenzar para dar frutos de fraternidad, justicia y unidad.

A.A

Si bien no soy practicante o creyente en actividades como la misa en la Mariápolis siento un ambiente seguro.

Al final de la Mariápolis quedó la idea que las novedades empiezan con el compromiso de cada uno y yendo juntos a buscar a Jesús en los otros. 

Fuente: Henry Rojas – Costa Rica