En junio los integrantes del Movimiento de los Focolares en República Dominicana tuvimos nuestra convivencia anual de verano (Mariápolis o Ciudad de María) en Pinar Quemado, Jarabacoa. Bajo el lema «Amor que acerca y conecta: ¡Camino de Esperanza y Unidad!’, todas las actividades desarrolladas y compartidas durante los tres días se vivieron desde esta óptica. Palabras clave: acercar, conectar, esperar.
El espíritu de fraternidad, la alegría del reencuentro y la posibilidad de conocer a otros con quienes compartir el tesoro del arte de amar vivido que nos enseñó nuestra fundadora, Chiara Lubich, fue la nota característica de esta experiencia.
Los adultos, jóvenes, adolescentes y niños de diferentes pueblos, ciudades y nacionalidades que participamos en la Mariápolis estuvimos envueltos en un ambiente de caridad recíproca que nos hizo experimentar la presencia de Jesús en medio de nosotros. A través de dramatizaciones, dinámicas, videos, reflexiones, juegos, experiencias y canciones fuimos invitados a vivir la cercanía de ser prójimos, darnos cuenta de que el otro es otro yo, a ser don para los demás; en síntesis, a practicar el Arte de Amar.

Fue novedoso el hecho de salir de la sala de conferencias para participar de las Expo-experiencias colectivas sobre la cercanía, expuesta magníficamente por los protagonistas de las jornadas realizadas en el año: Run4Unity Santiago Rodriguez, Run4Unity Cacata, FormaT Santiago de los Caballeros, Forma T Caté con Leche, Pintando Sonrisas y Jornadita Gen4.
Además de los temas de crecimiento espiritual, propios del movimiento, tuvimos talleres alternativos sobre tópicos que nos involucran en el mundo actual, tales como: 1. Las redes sociales y problemáticas actuales que afectan a los jóvenes; 2. Relaciones asertivas en familia: el conflicto, estrategias de comunicación; 3. Compromiso político, ciudadanía activa y la promoción de la paz. Desarrollados por profesionales especializados en cada área.
La noche del sábado nos vestimos de gala para asistir al Mariapolital (fiesta en familia, propia de esta convivencia) donde pudimos disfrutar de un mini concierto musical, un homenaje en agradecimiento al Papa Francisco y un nostálgico y hermoso reconocimiento a los nuestros que ya se nos adelantaron. Concluimos con un trabajo manual, una canción y luego los juegos de mesa, diálogos, karaokes, hot dogs y otros entretenimientos.
Esa especial conexión de amor recíproco y fraternidad vivida se nos manifestó también a través de la naturaleza. El sencillo hecho de apreciar la lluvia empapando las montañas nos hizo palpar la presencia de la misericordia del Altísimo que, en una especie de oasis o paraíso terrenal, nos ayudaba a valorar la hermosa Creación que Él nos ha regalado.
Regresamos a nuestras casas con la esperanza de llevar la semilla del amor y la unidad a nuestros hogares y a los diferentes ambientes donde compartimos con otros, para hacerla germinar y que dé más frutos. Descubrimos, que tenemos las herramientas necesarias: la llave para abrir los corazones, la aguja y el hilo para hacer las reparaciones y el cable para conectarnos a la Luz (Espíritu Santo).
Por Lupita Cartagena- República Dominicana
