Mara, una maestra que deja una estela de luz (Periodismo en profundidad: México)

La redacción de Ciudad Nueva Interamericana entrevistó a Isabel Artigas sobre el testimonio de Mayra Hernández Correa, más conocida como Mara, quien dedicó su vida a amar.

Describir en palabras la esencia de otra persona y lo que significa para ti y para aquellos que la conocían más de cerca, es una tarea difícil, especialmente si esta persona nos dejó recientemente. 

Fue el 7 de junio pasado, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús; su salida de este mundo ha sido rápida y nos ha dejado sorprendidos, nos comenta Isabel Artigas, una focolarina española que desde hace siete años vive en Guadalajara, Jalisco.

 

 Isabel, en estos años tú la has conocido, podrías decirnos ¿Qué es lo que más se destaca de ella? 

Podríamos decir que siempre se ha distinguido por su carácter abierto, su sentido del humor y por ser una persona comunicativa. Nadie pasaba a su lado sin haberlo comprendido y salido al encuentro de sus necesidades de todo tipo. Y destacaba en ella la fe en el carisma de la unidad, que le ha hecho superar los obstáculos que durante su vida se han ido presentando.

 ¿Y desde cuándo conocía el Movimiento de los Focolares? 

Cuando tenía 10 años su tía Luz María Torres la invitó a participar en un encuentro. Eran los primeros años en los que el Movimiento llegó a México y toda vía no había llegado el focolar a Guadalajara, su ciudad natal. Mara se injertó con entusiasmo en la comunidad que nacía y que poco a poco se iba formando, estuvo primero con los niños y adolescentes y más tarde con los jóvenes.

 La docencia fue un talento que supo poner a disposi ción, no sólo en su trabajo como maestra, sino que ha sido su característica en su trato con las personas y en actividades educativas dentro del Movimientos, como actualmente en el programa Up2me, donde junto con su esposo eran tutores de un grupo de menores.

Su disponibilidad a los planes de Dios la llevó a la Ciudadela El Diamante (México) en varias ocasiones. Allí dio su válido aporte también como maestra en la Escuela Santa María en Actipan de Morelos, Puebla.

Pero sus talentos eran otros muchos: sabía coser muy bien y tenía una hermosa voz. De hecho, ha estado siempre integrada en los coros que se han ido formando.

 Recuerdo que se casó con un joven de Puebla, ¿verdad? 

Si, conoció a Cristóbal cuando estaba en la Ciudadela “El Diamante” y en el 2003 se casaron, formaron una familia arraigada en los valores evangélicos tratando de vivir la espiritualidad de la unidad y de irradiar en el mundo de la familia los valores que promueve la fraternidad universal. Nacieron tres hijos superando muchas dificultades de salud, aunque este factor nunca fue una excusa para faltar a sus compromisos.

 Sentía el focolar como su casa y su presencia activa ha hecho crecer la comunidad. Mara creyó en el amor del Padre y, aún con sus límites, lo dejó vivir en ella donándolo a manos llenas, con gran libertad, sin esquemas, sin cálculos. Junto con otros miembros del Movimiento y con Cristóbal, contribuían a la manutención de la casa del Focolar realizando pequeños trabajos puntuales y muy concretos.  

Sabemos que nuestro camino en el Movimiento es comunitario y es eso lo que hace posible realizar el proyecto de Dios. ¿Cuál fue su influjo en su entorno?

 Mara deseaba que el tesoro que ella había recibido fuera compartido por muchos. Además de sus hijos, muchos miembros de su familia y los mismos vecinos o conocidos participan en las actividades del Movimiento. Los alumnos de la escuela la querían muchísimo.

El 26 de mayo, una semana antes de su hospitalización, en un encuentro que hicimos para hacer un balance de la vida del Movimiento en nuestro territorio, dio su visión clara y llena de esperanza. Deseaba asumir con los demás la responsabilidad de abrir nuevas puertas y donar a manos llenas el Ideal. Ahora esto lo consideramos como su testamento.

¿Han tenido algunos ecos después de su partida? 

Enseguida han empezado a llover mensajes de agradecimiento por su vida, por el ejemplo que deja y que queremos seguir. Una expresión recurrente es la luz que desprendía como persona.

Creo que podemos decir que ha realizado la Palabra de Vida que Chiara le dio: “El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 35). Nos ha dejado un sentimiento de plenitud, de una vida bien vivida al servicio de Dios y de los hermanos, cumpliendo Su voluntad.

¡Gracias Mara por el regalo tan grande que has sido para todos! 

Entrevista realizada por Mariela García

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