Al ver las manifestaciones en Los Ángeles en estos días, recuerdo cuando vivía y trabajaba allí. Me tocó presenciar muy de cerca las violentas manifestaciones de la población afro-americana de frente al injusto veredicto que exoneraba a los policías, que habían dado una golpiza brutal a Rodney King, un negro detenido por una infracción menor. El resultado: varios barrios de Los Ángeles en llamas.
Todo esto me viene a la memoria al ver las manifestaciones actuales resultado del. accionar semi-brutal, se diría, de la ICE (Immigration and Customs Enforcement) o la «Migra» como viene llamada por los hispanos allí residentes.
Pero, ¿de dónde viene todo esto? ¿Dónde están las raíces? En la visión populista de extrema derecha de Trump. Me explico con un ejemplo. * Hace unos años contraté a un obrero norteamericano en Denver, Colorado, para hacernos trabajos en casa. Al poco tiempo de conocernos empezó a manifestar su sentimiento anti-inmigrante. ¿Por qué? Me decía, literalmente: » yo he perdido mi casa, no pude pagar la hipoteca. Yo, como norteamericano, con todas las obligaciones fiscales, tengo que cobrar los precios por mi trabajo que el mercado USA requiere (en aquel momento 25 dólares la hora). Llegan estos inmigrantes ilegales, viven a lo pobre, hacinados de a 3 ó 4 en un cuarto, cobran 10 dólares por el mismo trabajo que yo tengo que cobrar 25, si quiero pagar mi hipoteca. Obviamente, pierdo mis trabajos y, por ende, la casa. Hay que poner orden en la inmigracion descontrolada».
«El sueño americano»
Cabe decir que en los años pasados al sistema USA le convenía la inmigración ilegal por el bajo costo de mano de obra. En general, después de 10-15 años de explotación a los migrantes se les daba una amnistía casi general, y así la gente recibía la residencia legal y podía comenzar su escalada hacia la clase media: el sueño americano.
La iglesia, desde el Papa Francisco a la Conferencia Episcopla Norteamericana, se ha pronunciado a favor de una inmigración ordenada, teniendo como parámetro la parábola «del buen samaritano» debido al hecho de que tanta gente tiene que «escapar» de sus países.
Con mi esposa y otros norteamericanos en México hemos ayudado a tantos migrantes en su fatigosa marcha hacia el Norte, a la frontera con los Estados Unidos, con la esperanza de entrar de algún modo.
Consecuencias
La administración Biden, el partido demócrata, había llegado a un acuerdo con los republicanos conservadores sobre una más o menos justa reforma de inmigracion, que permitiera una entrada «ordenada» y equitativa de inmigrantes.
Todos estaban de acuerdo. Trump en ese momento, desde afuera del gobierno, «impuso» con presión política a los representantes y senadores republicanos boicotear ese proyecto de reforma. Probablemente ya calculaba su toma del poder en el 2024. La situación de la inmigración era una papa caliente que él habría manejado a su modo casi dictatorial, como se ha visto desde los primeros días de su gobierno.
Esta actitud dura de parte de Trump, obviamente, satisface a su base electoral y a su filosofía MAGA (Make America Great Again). Basta recordar las frases, arriba descritas, de mi amigo obrero norteamericano, en Denver.
Volviendo a los Ángeles: como en tantas manifestaciones, hay gente que marcha bien intencionada, no solo contra la cruel política anti-inmigrante de Trump, sino también contra tantos excesos que el gobierno de Trump está cometiendo: su desacato de las normas jurídicas relativas a la inmigración, o su conflicto, o mejor dicho su chantaje económico contra las universidades, especialmente las más prestigiosas, su inestabilidad en materia de aranceles, su despido de miles de empleados gubernamentales de sectores básicos. Todo hecho en modo dictatorial y polarizante.
En esencia, las manifestaciones en Los Ángeles, como en tantas otras ciudades, son manifestaciones contra el espíritu «semi dictatorial» que Trump está imponiendo. Esto se evidencia en el hecho de hacer intervenir la Guardia Nacional en los Ángeles sin el acuerdo con el gobernador de California y, como es su costumbre, ha creado «teatro trágico en gran escala», que llevará a una mayor polarización en una sociedad ya dolorosamente dividida.
En el momento en que escribo me llegan noticias que también se han enviado 500 marines, fuerza de combate muy entrenada, del cercano Camp Pendleton, para supuestamente, ayudar al orden público.
Los negocios cierran, algunos por solidaridad, otros por miedo a saqueos salvajes, como ya ha sucedido en otras ocasiones.
Me permito hablar drásticamente de Trump porque soy ciudadano norteamericano, con tanto disgusto por nuestro presidente.
Por Miguel Novak – México