El corazón es el núcleo más íntimo y auténtico, el centro unificador de la persona; es lo que da sentido a todo lo que experimentamos, el lugar de los deseos y las decisiones vitales que guían nuestra existencia; es el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar ni disimular. Suele indicar las verdaderas intenciones, lo que uno piensa, cree y realmente desea.
Esta idea nos invita a preguntarnos: ¿cuál es la realidad más cercana a mi corazón? ¿Dónde pongo mi esperanza, mi energía, mi vida, mi corazón? La respuesta puede tener muchos matices: amor, generosidad, relaciones con los demás, pero también estatus económico, fama, éxito, poder o la propia seguridad.
La verdadera libertad nace, ante todo, del corazón. Así como las posesiones puramente materiales se acumulan, también pueden perderse con los altibajos de la vida. Despreocuparnos de ellas puede ayudarnos a vivir nuestro trabajo y nuestros compromisos cotidianos en la sociedad con mayor claridad, superando la ansiedad, la inquietud y el miedo al mañana.
«Hoy —dice el papa Francisco— todo se compra y se paga, y parece que el sentido mismo de la dignidad depende de las cosas que se obtienen con el poder del dinero. Nos vemos impulsados únicamente a acumular, consumir y distraernos, prisioneros de un sistema degradante que no nos permite ver más allá de nuestras necesidades inmediatas» [1]
La experiencia nos dice que necesitamos reenfocarnos continuamente en la vida real, que es la mejor inversión que podemos hacer. Al pensar no en nosotros mismos, sino en los demás, podemos experimentar la verdadera libertad.
El filósofo y humanista Erich Fromm nos lo recuerda cuando afirma: «Dar es la máxima expresión del poder. En el mismo acto de dar, experimento mi fuerza, mi riqueza, mi poder. Esta experiencia de mayor vitalidad y poder me llena de alegría». [2]
Preguntémonos antes de cada acción: ¿cuál es el motivo que me impulsa a actuar así? Y si vemos la necesidad de reorientar nuestra intención, hagámoslo con decisión. Veremos nuestro corazón liberado de ataduras y condicionamientos.
[1] Papa Francisco “Dilexit Nos” n.º 218
[2] Fromm El arte de amar (1956)
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