¡Gracias por tu legado!

Una lluvia de sentires y aconteceres se produjo con tu llegada, Papa Francisco, a la Casa del Padre. Sentimientos muy variados: dolor, tristeza de una orfandad innegable, la paz de una vida totalmente donada, de haber dado mucha luz. Podemos preguntarnos, ´¿qué líder de alcance universal hoy en el mundo tiene una palabra que piense e impacte en la opinión pública en favor de todos, concibiendo el bien común y destino universal de los bienes, la paz, el diálogo y la unidad?

Un periodista decía con razón, poco hemos conocido en profundidad la acción encabezada por el Papa en el diálogo con todos, sin reservas ideológicas, o posiciones atrincheradas, saliéndose constantemente de la grieta en la cual lo sepultaban los medios de comunicación a diario. Así como lo demostró recibiendo un día antes de morir al vicepresidente de USA, JD Vance, aun sabiendo cuánto era distinta y – la manifestó con claridad – su concepción económica, social, cultural y hacia la migración de la Presidencia actual de USA. 

No sabremos nunca el tejido dialógico desarrollado en primera persona por el Papa y acompañado por el Cardenal Parolín: un pontificado sin timideces, decidido a crear puentes con todos Un hito es la actual relación Iglesia católica – Vaticano con China. 

Su legado nos llevará tiempo captarlo y abarcarlo con nuestra comprensión, tanto como el panorama de líder mundial responsable que nos supo cuidar en medio de brotes constantes de violencias y guerras. Hay un legado dicho con sus palabras, con su magisterio y con con su corporalidad en los hechos de la cotidianidad: seguir a Jesús con radicalidad, concibiéndola no como entendido únicamente a Dios, sino a ese Dios presente en cada prójimo; amor total, trascendente, y amor total humano. Y, vivir el Evangelio, sin reservas y sin comas. Algunos de los pilares del legado que profundizaremos en la revista de junio. 

Nos abrimos a la acción del Espíritu Santo en la Iglesia en la elección del nuevo Papa. Caminando juntos comprendemos mayormente el tesoro que nos consignó Francisco. 

Por Susana Nuín. 

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