La Escuela Loreto1 en el Diamante, una escuela de vida donde los gestos sencillos vividos a diario en la familia, a la luz de la comunión y el amor de todos los integrantes, se potencian y hacen resplandecer el designio divino de la humanidad.
Un año más la ciudadela el Diamante acogió en su seno esta maravillosa célula social: la familia.

Una escuela de una semana en la que participaron tres familias de países de la zona interamericana Ismael y Maricarmen con sus 3 hijas (son de Acatzingo, México),Enrique y Gabriela con su pequeñita de 1 año (son de El Salvador) y Pablo y Ani con sus 4 hijos (son de Toluca, Estado de México).
Para todos fue conmovedor ver llegar finalmente a la familia de Toluca, pues llevaban 4 años tratando de ir a la escuela, pero siempre en el último momento se enfermaba un hijo o no obtenían el permiso en el trabajo…Ahora les sucedió que, camino al Diamante, el carro tuvo un desperfecto, pero tampoco eso los detuvo, lograron arreglarlo y llegaron muy noche, mojados, ya que llovió muy fuerte, pero felices.

La escuela fue acompañada por cuatro familias de México, equipo con el cual se preparó el programa y todos los detalles que una escuela de formación comporta. La Providencia nos acompañó y se manifestó también desde lo económico: una familia que ya había pagado su participación a la escuela, que por razones de salud lograron llegar, donó su aporte para ayudar a otra familia que lo necesitaba.
Hospitalidad
A su llegada a México la familia de El Salvador fue recibida por una familia mexicana que los hospedó en su casa los días previos al encuentro, Agustín y Midori, creando así lazos de verdadera familia del Movimiento de los Focolares.

Junto con la familia de Toluca fuimos a visitar la Basílica de Guadalupe. Pusimos a los pies de la Morenita la Escuela Loreto y todas las realidades que viven cada una de las familias de la zona.
Escuchamos la misa, pasamos por las bandas para ver a la Virgen de cerca, cruzamos con mucha devoción la puerta santa, subimos el cerrito del Tepeyac y después, el almuerzo en el focolar, donde fuimos acogidos con mucho amor.

Al llegar a la ciudadela el Diamante a cada familia se asignó una “casita” desde donde se integraron como miembros y constructores activos de la Ciudadela. En cada casita los esperaba un delicioso pan hecho en la pastelería y un letrero de bienvenida con sus nombres, preparado por los habitantes del Diamante. Este gesto de amor personalizado los emocionó.
El día a día en la escuela
Parte fundamental de esta escuela es la de ir en profundidad en la Espiritualidad de la Unidad. Este espacio fue preparado por los focolarinos del Diamante, salpicado con experiencias propias muchas veces vividas en la ciudadela, testimonio de una familia ampliada, lo cual iluminaba un aspecto de nuestra vida en familia.

Después, y con el alma puesta en Dios, ¡tuvimos la ocasión de trabajar en la ciudadela! Hacer esto nos ayuda a sentirla más nuestra y a invitar a otros a conocerla y amarla más.
Los varones y los niños grandes trabajaron lijando, pintando y barnizando mesas y sillas. Las mujeres estuvieron en la zona de planchar y doblar sábanas para el centro Mariápolis. Todos estaban felices de cooperar para que nuestra ciudadela se vea más hermosa.

Por las tardes las familias nos contaban sus historias y nos compartían fotos de momentos importantes vividos. También contaron las dificultades que juntos han superado. ¡¡Qué bello es conocernos porque nos podemos amar mejor!!
Durante la semana hubo momentos con varios expertos y con quienes compartimos temas de formación humana como: La economía en la familia, la comunicación, el perdón, cómo superar conflictos y el amor recíproco en la familia.
Al final del día participábamos en la misa con todos los habitantes del Diamante. Y saliendo de la capilla, espontáneamente, surgían invitaciones para cenar juntos. Todas ocasiones para conocernos más.

Otros momentos importantes que se viven en familia son los paseos, por lo tanto, también los disfrutamos en nuestra escuela, fuimos a visitar un pueblo cercano a la ciudadela llamado Tepeaca. Pasamos el “Pórtico de la Esperanza” y caminamos por el parque central.
Luego unos churros con chocolate antes de volver al Diamante. Platicamos, reímos y comimos realmente felices.
La tradicional elotiza
Ya es tradicional en estas escuelas compartir una elotiza con los habitantes de la ciudadela y familias de los alrededores. Es un momento de alegría y diversión que nos congrega a comer elotes (maíz tierno) preparados al estilo mexicano con mayonesa, queso, chile y limón.
Mientras algunos platican, otros asan los elotes a la leña y los pequeños juegan y corren, tal como se gozan cuando nos reunimos en familia.
El último día las familias agradecieron de corazón y entre lágrimas la experiencia vivida. Dios tocó sus almas y sus familias no sólo en los momentos de espiritualidad sino también en el trabajo, en el descanso y la diversión.
¡Es increíble ver cómo llegan las familias y después, luego de una semana, cómo parten transformadas y felices! Dispuestos a trabajar en su familia y para las demás familias.
Agradecemos a todos por su unidad y sus oraciones, estamos seguros que se verán muchos frutos de esta escuela, fue preparada con mucho amor y sentimos que desde el cielo Paolo Rovea2 nos acompañó en todo momento.
Por Charo y Miguel y, Fernando y María Elena

1. Escuela de formación para las familias, se hacen en las ciudadelas del Movimiento de los Focolares, y a las que pueden participar familias de varios países. El tiempo de duración es de una semana o más, según las posibilidades de las familias.
2. Focolarino casado, italiano, que murió recientemente y que donó a manos llenas su profesionalidad, talentos, y su tiempo al servicio de las familias del Movimiento de los Focolares en el mundo.