El extremismo del diálogo, una expresión revolucionaria manifestada por la ex presidenta del Movimiento María Voce (Emmaus), en ocasión de una alocución en la ONU. La reportamos con un doble fin, recordarla ante entre su reciente fallecimiento y tomar esta expresión como un alentador de la conciencia, como una preciosa herencia.
Hoy admitimos todos los extremismos: del lenguaje de los políticos, de los enredos de los medios de comunicación, de las polarizaciones ideológicas; pero ya no sabemos ser radicales en los valores, en las decisiones, en las elecciones.
El extremismo del diálogo nos lleva a una profunda renuncia de nuestros sentimientos más indomables, de nuestras miradas ciegas, de nuestras opciones muchas veces basadas en intereses personales que rozan procesos corruptos. Nos permite ponernos en una radical decisión en favor de vivir la vida en una sana antropología, capaz de dar espacio siempre a toda posible convivencia; nos ancla en la ley que rige el universo donde todo está en relación y el amor rige esta dinámica; nos focaliza en la aventura extraordinaria de contemplar lo que sucede cuando distintos se ponen al servicio del bien común y tejen espacios de articulaciones, de relacionamientos, de vincularidad entre personas, comunidades, partidos políticos, y todo tipo de institución.
Este número de Ciudad Nueva Interamericana lleva en sus páginas el desafío de la generatividad de la paz desde muchos ángulos, de espacios donde el diálogo ha triunfado y triunfa, donde los niños y los jóvenes se vuelven, en primera persona, junto a los mayores, protagonistas de paz cotidiana dando pasos pequeños o grandes, pero firmes, en el hacer cada día que otro mundo en unidad sea posible.
Gracias, María Voce, por dejarnos desde tu dulce proceder, tu sensible escucha, tu atenta capacidad de flexibilidad, y tu radical elección del Evangelio, una sentencia tan determinada: vivir el extremismo del diálogo.
Por Susana Nuin Núñez