Detalles que nos llevan a lo esencial en la familia

Tras un año y medio de preparación para la comunión de nuestra hija, llegó el momento de celebrar el sacramento de reconciliación y tres días después la primera comunión. Como padres estábamos muy emocionados con los preparativos, pero también nos produjo un poco de preocupación en que todo saliera como lo habíamos pensado. 

Dos días antes de la primera comunión empezaron a llegar las preocupaciones, le probé a mi hija la túnica y le quedaba muy grande, yo no sé coser y pues sabía que ninguna costurera me iba a aceptar ajustarla en un día. Llamé a mi mamá que frecuenta el movimiento como miembro de la comunidad del focolar, para que me ayude, las compañeras de comunidad que comparten con ella me acogieron con tanto cariño y me dijeron las palabras justas “Calma, que todo va salir como Dios lo ha pensado”. 

Mi mamá que es una experta costurera lo solucionó de inmediato a pesar de su cansancio por el viaje de 10 horas que había realizado para llegar a la primera comunión de su amada nieta. Sentí en esta simple experiencia el concreto amor de Dios.

La noche anterior a la primera comunión decidí reunir a la familia y juntos recordamos que lo más importante era que Alejandra iba a recibir a Jesús en la Eucaristía. Le dije a mi hija que papá y mamá habíamos preparado una reunión muy linda con los abuelos, tíos y primos para celebrar su unión con Dios pero que si algo no salía como lo habíamos planeado se lo íbamos a ofrecer a Dios para no romper la unidad entre nosotros. Llegó el gran día, a las 7am había contratado a una señorita para que le hiciera el peinado a mi hija y le pudiera colocar la coronita de flores, pero no llegaba, cuando me empezaba a preocupar recordé el ofrecer, así que empecé a hacerle yo misma el peinado, al poco tiempo llegó la peluquera tocó mi puerta y pudo terminar el peinado. Camino a la iglesia, me llegó un mensaje de mi mamá ofreciéndome su estar unidas, eso también me mantuvo en lo prometido. 

La misa estuvo muy linda y se sintió una alegría tan especial al ver a mi hija recibir a Jesús Eucaristía, comulgar por primera vez y a la vez sentirme llena de responsabilidad por custodiar su persona. Todos terminamos con el corazón lleno de amor y nuestros invitados agradecidos por estos momentos de unión familiar. Una de las preocupaciones de mi esposo era cómo se iba a sentir su mamá en la reunión familiar porque tiene discapacidad visual y no le gusta sentirse vulnerable, mis padres la acogieron con tanto amor que mi suegra disfrutó cada momento, la vimos reír, conversar y comer todo lo que le ofrecimos. Esta alegría fue también fruto de la presencia de Jesús entre nosotros con mis padres y que comparten este ideal de la unidad.

Por María Alejandra Rodríguez – Perú

FAMILIA – PERÚ

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