Cuba: ¡Que todos sean uno!  (Jn 17; 20-23)

Bajo este hermoso precepto, la familia Focolar ha vivido unos días intensos y llenos de gracia. 

El pasado 18 de julio, llegaron a nuestra ciudad tres focolarinas: Fátima, Rocío y Lili,  además de Mayté de Lajas Cienfuegos y Carmencita de Banes. Y todas juntas  trajeron consigo una maleta cargada de alegría, encuentros y emociones profundas.  Su misión: vivir la proximidad con cada miembro del Movimiento de los Focolares y con todas las personas que llegaran a su encuentro.

Todo comenzó con una visita a los hermanos de Nuestra Señora del Rosario en Palma Soriano, ese abrazo necesario que renueva los lazos de comunión y fe. 

No se hizo esperar la peregrinación al Cobre, una tarde impregnada de historia de nuestra espiritualidad, donde revivimos los orígenes de la obra de María bajo la mirada protectora de nuestra Madrecita de la Caridad.  Modelo más perfecto del carisma de la unidad.

El encuentro con adolescentes y jóvenes estuvo marcado por la creatividad y la reflexión sobre la autoestima, inspirando corazones hacia un futuro lleno de esperanza. 

Las Voluntarias de Dios, renovamos nuestro pacto de amor fraterno: vivir la una por la otra, con el firme propósito de llevar a Jesús a todos  

Y, como broche de oro, celebramos un encuentro con toda la familia Focolar. Llegaron muchos nuevos, y entre historias compartidas y sueños entrelazados, reafirmamos nuestro compromiso de seguir construyendo un ideal de paz, unidad y fraternidad.

Jenny Figueroa Rodríguez

Arzobispado de Santiago de Cuba

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