El horizonte digital, la globalización y la articulación medios de comunicación, jóvenes y cultura nos obligan a un replanteamiento de las preguntas básicas de la existencia. Las preguntas por el yo; la relación del yo con los otros; la similitud y la diferenciación se vuelven cuestionamientos emergentes y obligados en momentos de ruptura y discontinuidad.
Hoy que nos encontramos ante ecologías híbridas, ambientes hipermediáticos, territorios digitales, se hace necesaria la reubicación del hombre y repensar la noción de alteridad e identidad. Individuo y colectividad se vuelven ejes discursivos/reflexivos obligados ahí donde conciencia y lenguaje se reordenan al pasar por el matiz de la vida hipermedial.
La vida hipermediática es el nuevo contexto de un sujeto que no habita propiamente en los medios, pero se ubica en algún lugar de la vida; un territorio de nadie que oscila entre lo físico, lo virtual y lo mental. En ese ciberespacio es donde hoy se tejen las nuevas prácticas y acciones. El ciberespacio es el nuevo ecosistema en que los individuos están interiorizando la vida social y construyendo la historia.
Las acciones significativas son producidas en este nuevo entorno simbólico. Ahí se están negociando, remezclando, hackeando y alterando las interacciones humanas. Ser uno mismo en el entorno hipermedial es la pregunta que ronda este apartado en el que se explora la objetivación y subjetivación de la condición humana; la necesidad de la búsqueda de autenticidad y emancipación del individuo; los modos históricos en que se dieron las afirmaciones del yo y cómo se llegó al lenguaje como el punto donde se concreta la encarnación del espíritu y lugar donde habita el ser.
El marco de la vida hipermedial exigen una revisión ecológica del antropotecnocentrismo del sujeto digital. Una exploración que critique y reconstruya nuevamente la noción de identidad y nos permita hablar de identidades múltiples, mutables e hipervinculadas a las prácticas sociales, políticas y mediáticas.
La síntesis biológica-tecnológica y su coexistencia en el ciberespacio nos llevan a la exploración de la identidad como representación, como una sucesión de impresiones, ideas, sentimientos, emociones y deseos que se entrecruzan en tiempo, espacio es historia interior.
En nuestra afinidad hombre-medios aparecen necesariamente reverberaciones ontológicas y metafísicas que llevan a replantear la definición del ser, del otro y el yo.
La naturaleza fragmentada del homo signis digitalis, este ser cuya identidad es vivida, narrada, descodificada y mediatizada se articula y rearticula en un modo discursivo siempre
fronterizo. La identidad hipermedial es una hibridación, una intermediación no fundamentada en un lugar, tiempo ni espacio. Es una condición móvil, incierta, múltiple, vaga, indeterminada. El sujeto digital, vive por tanto en la ruptura en la diáspora; en la ausencia; sin pertenencia. Su subjetividad descentrada, interconectada e independiente, es una condición de ser no dada, inconclusa, fracturada y cuyo sistema nervioso central es la misma interfaz que lo ancla al mundo: los medios.
La articulación entre identidad, hipermedios y cultura son de orden simbólico, lingüístico y dialógico que se plasma como una narrativa biográfica superpuesta, entrecruzada, antagónica
y alterna. El individuo usa los mismos medios como parte de su dialéctica. Establece con ellos constelaciones mediáticas por las que fluye su propio discurso, su identidad.
Los medios se vuelven herramientas y extensiones para materializar sus ideas, sentimientos y expresiones del mundo. Los medios fungen pues como aceleradores sobrecargados que extienden y acercan el cuerpo a la mente y a la mente con el otro.
Esta nueva realidad volvió a la identidad en una red de comunicación, en un texto abierto, en un código parlante, en una somatización de la realidad.
Este post permitirá comprender a la identidad como esa representación intersubjetivamente reconocida por los otros y distribuida a través de una biografía que es narrada a través de los medios e hipermedios.
La identidad como representación confiere significado al sujeto, a la especie misma. Este homo signis digitalis está sin duda, definiendo sus propios límites.
Por Jorge Alberto Hidalgo Toledo – México