Chiclayo, la ciudad del Papa. Una experiencia de cultura, gastronomía y peregrinación

ADN CELAM

La elección del Cardenal Robert Prevost como Sumo Pontífice de la Iglesia católica generó una oleada de orgullo, turismo y atención mediática en esta población del norte del Perú, donde él vivió años de misión. Sus habitantes reflejan una profunda fe y alegría de tener al Papa entre los suyos

Por Albertina Navas, desde Chiclayo (Perú)

Muchos todavía le dicen “Monseñor Robert”. Aunque ahora viste de sotana blanca y vive en el Palacio Apostólico del Vaticano, su presencia se siente en toda la ciudad. Se comparten anécdotas de su sencillez y relatos de su cercanía y humanidad. Todo se siente auténtico. Cada esquina de Chiclayo (Perú), cuenta historias de su cotidianidad: «aquí compró», «aquí vistió», «aquí comió el Papa».

Cada rostro chiclayano se ilumina al recordar el anuncio del 08 de mayo de 2025: “Habemus Papam! Eminentissimum ac reverendissimum Dominum, Dominum Rob…”. No fue necesario escuchar el final de la frase, la ciudad saltó al grito de: “¡Es Prevost!”. Algarabía, abrazos, jolgorio. Un escenario posible, que se sentía improbable, se hacía realidad.

La actividad local se paralizó para verlo en su primera salida al balcón de la Basílica de San Pedro, en su discurso inicial.Su potente mensaje de paz, unidad y esperanza conmovía e inspiraba, pero el momento culmen llegó cuando empezó a hablar en español. El entusiasmo escaló hasta estallar cuando se dirigió directamente a su “querida diócesis de Chiclayo en el Perú”, de la que afirmó que había “dado tanto, tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo”.

Ni la pluma más depurada lograría describir el sobresalto general. “Admito que se me fueron las lágrimas”, recuerda Monseñor Edinson Farfán, O.S.A., actual Obispo de Chiclayo. ¡Cómo no emocionarse! Era su predecesor y su hermano agustino, a quien considera un “hombre de comunión y de interioridad, cercano y sensible a la realidad”.

Fue cuestión de minutos. Los ojos del mundo se pusieron en Chiclayo. Los teléfonos de la oficina de prensa del obispado reventaban. “Recibí 350 solicitudes de entrevista en el primer día”, comenta el Padre Fidel Purisaca, director de la Oficina de Medios de Comunicación Social de la Diócesis de Chiclayo. “Querían saber todo: a qué hora se levantaba, qué comía, qué hacía”. Nadie mejor que el Padre Fidel para contarlo. Fue su mano derecha durante ocho años en el obispado, cuando además de la misión pastoral y comunitaria, lo acompañó a jugar tenis, a comer ceviche y hasta hacer compras en el supermercado.

Los titulares sobre Chiclayo como la ciudad que albergó y convivió con el Papa por años se multiplicaron globalmente, mientras en redes sociales se viralizaban las fotos del recuerdo estilo chiclayano que se respeta: fue confirmado por el Papa.

Este 08 de mayo de 2025 lo cambió todo en Chiclayo y quedará por siempre en cada alma y en cada corazón de los lugareños.

La Ciudad de la Amistad que ahora es también la Ciudad del Papa

Las noches de Chiclayo reciben a sus visitantes con una fría brisa, algo polvorienta, y de cierto olor salino. Cada día llegan peregrinos, periodistas, comerciantes, turistas y curiosos. Descubren una ciudad de infraestructura modesta, similar a otras pequeñas poblaciones del norte del Perú, con casas pequeñas, ventas ambulantes y un tráfico caótico, protagonizado por las famosas mototaxis, que se desplazan a una velocidad vertiginosa y se cambian de carril súbitamente.

Lo particular de la zona es la sonrisa habitual, la fina ambabilidad y la constante actitud de servicio de todos sus habitantes. Cada interacción honra la condición de Chiclayo como Ciudad de la Amistad. Si bien esa es la tradición, ahora se reconocen también como la Ciudad del Papa. Felicitaciones, bendiciones y saludos impresos en gigantescas pancartas ahora son parte del paisaje urbano.

Se está hablando de una Ruta del Papa. El proyecto está aún en ciernes, no obstante tiene un gran potencial turístico y pastoral, que complementaría oportunamente la oferta comercial local con las atracciones culturales de sus sitios arqueológicos, el encanto de las playas cercanas y el sólido posicionamiento de su gastronomía.

Ser un destino tan cotizado tomó por sorpresa a todos. Hay pocas plazas disponibles en los hoteles, los vuelos internacionales llegan llenos y todos los “amigos del Papa” tienen agenda copada con entrevistas a medios de comunicación nacionales e internacionales. Es la nueva dinámica de la urbe.

El corazón del movimiento está en el parque central. Está cuidado con esmero y es la perfecta antesala de la preciosa Catedral de Santa María que, monumental y neoclásica, destaca con su amarillo característico como ícono de la ciudad. Su construcción se inició en 1869 y concluyó más de 80 años después, en 1956. Una creencia ampliamente difundida y aceptada en la región es que su diseño y planos fueron encargados al ingeniero francés Gustave Eiffel, aunque la intermitencia en el proceso no dejan evidencia contundente al respecto.

Más allá de su belleza arquitectónica, esta es una catedral viva. Las misas se llenan una tras otra y dan cuenta de una arraigada fe popular. Esa rutina ahora se entreteje con la venta de souvenirs del Papa, periodistas tomando nota de cada detalle y turistas buscando ángulos instagrameables, donde los sacerdotes que ofician la Eucaristía, con santa paciencia, permiten capturar una simpática foto de #MiVisitaAChiclayo.

Chiclayo albergó a más de 400 peregrinos y participantes

La expectativa se sobrepasó con creces. A inicios de año, antes de que siquiera se pensara en un cónclave, se decidió que el Encuentro formativo y peregrinación por el Jubileo de las Comunicaciones 2025, se realizaría en Chiclayo, en el marco del Año Jubilar. En ese contexto, se esperaba recibir entre 60 y 100 participantes de distintas regiones del Perú. Sin embargo, tras la feliz coincidencia del anuncio de la elección del Papa León XIV, poco menos de un mes antes de la actividad, los participantes y peregrinos superaron los 400.

Conferencias, paneles, charlas, talleres y peregrinación del 31 de mayo al 1 de junio de este año. En este evento, organizado por la Comisión Episcopal de Comunicación de la Conferencia Episcopal Peruana, comunicadores, periodistas y agentes pastorales abordaron temas clave para la evangelización en la era digital, en el auditorio del Colegio Santo Toribio de Mogrovejo.

La destacada periodista peruana Esther Núñez compartió una reflexión profunda del documento Antiquea et Nova, que gira en torno a la inteligencia humana como un don divino y que, como tal, exige un uso responsable frente a los avances tecnológicos y a sus posibles impactos en la percepción de la verdad y en la construcción del discurso social. De su lado, el P. Juan Carlos Morante, S.J., superior de los jesuitas en Piura, complementó este enfoque con consideraciones de cómo la IA puede contribuir positivamente al periodismo sin anularlo.

La emblemática frase del papa Francisco de “Compartan con mansedumbre la esperanza que hay en sus corazones” motivó el panel de discusión entre Rosa Chambergo, decana del Colegio de Periodistas de Lambayeque, Esther Núñez, y la ponente ecuatoriana Albertina Navas. Además, se contó con la moderación de la investigadora peruana Jesús León Ángeles.

En la tarde, todos se pusieron manos a la obra en el Taller Comunicación digital: estrategia y desarrollo del plan para redes sociales. Los participantes descargaron aplicaciones, usaron herramientas, compartieron experiencias, analizaron ejemplos y se llevaron ideas para aplicar en sus instituciones, con la orientación de Albertina Navas. Abundaron las fotos, risas y preguntas. Fue un fluido compartir.

El momento espiritual se vivió intensamente durante la peregrinación a la Iglesia Santa María Magdalena, en la localidad de Eten. Cuenta la historia que allí, en 1649, apareció varias veces el Divino Niño en la hostia consagrada. Este milagro eucarístico fue activamente promovido por el actual Papa León, quien trabajó en directa colaboración con la periodista católica Jesús León Angeles, quien considera que su vida, que estuvo seriamente comprometida al nacer, es una constatación más del milagro.

Ir a Chiclayo se ha convertido en mucho más que una visita, es una experiencia de cultura, gastronomía y peregrinación; más que eso, es una bendición. El entorno de limitaciones materiales, que contrasta con la generosidad de un pueblo de fe profunda, atestiguó la vocación misionera de “Monseñor Robert”. Resulta sencillo intuir por qué el Papa León XIV recuerda a Chiclayo con tanto cariño y la lleva como parte integral de su camino.

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