La vida que florece en los escombros (Cuba)

Más (+) Corazones nació en el 2020, durante la pandemia del Covid-19. Estábamos atravesando un momento muy difícil. Había restricciones de movilidad, una especie de toque de queda. Cuando el gobierno decretó el “todos a casa”, quedó muy al descubierto, en las calles, todas las personas que estaban sin hogar, lo que acá le llamamos deambulantes; personas en situación de calle.

Hacía mucho tiempo que estaba colaborando, desde el voluntariado, en varios centros asistenciales de la arquidiócesis de La Habana y algunos amigos me escribieron, también amigos no cristianos que sabían el trabajo que yo hacía y me dijeron: “oye, si la iglesia hace algo, por favor, cuenta conmigo”. En la iglesia también estábamos pasando por un momento bastante difícil, ocasionado por la pandemia, ya que muchas de las ayudas que llegaban a Cuba se redujeron un poco y eso afectó también la labor asistencial que se hace. Y, por las mismas medidas del gobierno, la situación de los comedores se complicó. Recuerdo que algunas parroquias colocaron un cartel que decía: hasta nuevo aviso.

Fue un período muy fuerte y ante esto me pregunté: yo, como cristiano, ¿qué puedo hacer? Fue entonces cuando se me ocurrió la loca idea de juntar a toda esa gente que me escribía y proponerles organizar un pequeño almuerzo para el que cada uno aportara un poquito de lo que tenía. Lo preparamos en una casa, siguiendo todas las normas de distanciamiento, en la cocina, que era bastante grande, y salimos de dos en dos a distribuirlo, con mucha prudencia, porque la policía estaba en las calles. Ese día entregamos unas 30 comidas. La experiencia fue tremenda no solo para mí sino también para el resto de mis amigos, que incluso entre ellos no se conocían.

¡Fue hermoso! ¡verdaderamente hermoso! Me decía, esta experiencia la guardo en mi corazón, con la esperanza de poderla replicar otra vez, con mucha prudencia, con mucho cuidado. Que podamos cuidarnos nosotros y podamos también cuidar a los otros, a los que están en una situación de mayor vulnerabilidad.

Al día siguiente me escribieron las mismas personas con las que había hecho esta acción y me dijeron, ¿cuándo hacemos otra actividad? Y yo decía, ¿de nuevo? Con lo que nos costó. Sin embargo, Dios, en su joven Providencia, hace milagros y volvimos a hacer la experiencia una y otra vez. Hubo mucha gente maravillosa que Dios puso en el camino y que nos permitió hacerlo conocer un poco más. Uno de estos grandes amigos fue el Movimiento de los Focolares que, desde el primer encuentro que tuvimos acogieron la idea con los brazos abiertos. A pesar del momento tan complicado que se vivía, nos dijeron:

“nos encanta lo que están haciendo y queremos ser parte de esto que se está generando, ¿cómo podemos colaborar? Desde entonces comenzaron a apoyarnos con los voluntariados ya sea participando, ya sea sumando a más gente. Por eso un poco nuestro nombre: + Corazones, por sumar corazones para el Señor.

¡Ha sido un camino hermoso! Gracias a Dios hemos tenido muy buena compañía, ¡buenísima!, más allá de las mil dificultades económicas, además por la migración, ya que muchos de nuestros voluntarios emigraron en estos últimos años, pero el equipo de trabajo se renueva siempre y hemos podido ampliar y diversificar la labor que hacemos; nuestra modesta labor. Se ve muy pequeño lo que hacemos, nosotros desde dentro, lo vemos muy pequeño, sin embargo, se generan cosas muy grandes no solo a nivel humano y espiritual.

Desde el 2020 hemos podido mantener nuestros servicios ya sea a las personas que viven en situación de calle como a otras personas que viven en sus hogares, que son propietarios de un de un inmueble, pero viven en condiciones como si estuvieran en la calle, muchas veces sin nada que comer, sin medicamentos. La situación es bastante lamentable, incluso de soledad y con edades ya muy avanzadas. ¡Y que lleguen jóvenes y puedan apoyarlos, puedan ayudarles todos los meses con un poco de lo que podamos compartir: medicamentos, elementos de aseo….!

Ha sido fundamental colaborar con otras instituciones que tienen una labor similar a la nuestra, algunas no eclesiales.

En la temporada alta de incidencia climática como ciclones o frente frío nos organizamos y siempre estamos listos para ver cómo podemos ayudar. Fue lo que sucedió este año con el paso del Huracán Melissa, Dios, en su joven Providencia actúa y recibimos varias llamadas de amigos, de gente que desde hace años nos conoce, que confía, valora y respeta muchísimo nuestra labor y que se han comprometido de forma regular o sistemática para apoyarnos. Sí, porque prácticamente todo lo que hacemos, lo que ofrecemos materialmente es gracias a la contribución de muy buenos amigos, de gente de buena voluntad dentro y fuera de Cuba, principalmente residentes que colaboran con nuestra obra. Así ahora con el paso del huracán la gente llamaba para preguntar, ¿qué va a hacer + corazones? ¿Cómo podemos ayudar? Entonces salimos nosotros en respuesta. Hay quien dice: voy a colaborar. Conozco también a quien tiene negocios y puede colaborar con agua potable; otro, tenemos estos medicamentos, tenemos colchones. De tal manera que con todas las donaciones llenamos una camioneta grande, de esas cubanas que son grandes, con alimento, medicamentos, insumo de higiene personal y para el hogar, ropa. Incluso nos donaron colchones que, como no podían llevarlos al lugar de acopio, un amigo se ofreció para para ir a buscarlos. Todo se hizo muy rápido, sin mayor burocracia y pudimos enviarla a Santiago. Allí tenemos varios contactos, varias congregaciones que canalizan la ayuda.

Hasta que podamos llegar personalmente, seguimos muy atentos y recibiendo las ayudas que continúan llegando. En estas pequeñas cosas vemos la presencia de Dios que nos llega a través de amigos, de gente muy especial que pone en el camino y que nos ayudan a no detenernos a pesar de las mil dificultades, para que podamos ser pequeños instrumentos de Su misericordia y también de Su justica en esta hermosa tierra.

Por Junior González – Cuba

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