Campesinos del Seibo alzan su voz en conversatorio dominicano: la tierra y la vida siguen amenazadas

 ADN CELAM

Durante el conversatorio “El Territorio y la Vivienda en República Dominicana – Los Peregrinos de El Seibo”, distintas voces se unieron en una misma causa: cuidar y defender la tierra como don de Dios y fuente de vida para el pueblo campesino. Esta jornada virtual se inscribió en la campaña continental “La vida pende de un hilo”, promovida por el Celam y múltiples organizaciones sociales y eclesiales comprometidas con la justicia territorial y estuvo bajo la moderación de Roxanne Cabrera, miembro del Instituto Internacional de Responsabilidad Social y Derechos Humanos (IIRESODH).

Los testimonios de los peregrinos del Seibo y las intervenciones de líderes sociales y eclesiales coincidieron en evidenciar una herida abierta: el dolor del despojo, la impunidad y la exclusión que golpean al pueblo campesino en República Dominicana. Detrás de las cifras —más de 600 familias desplazadas por la fuerza— se esconde la historia de un país donde la tierra sigue concentrada en pocas manos y la justicia llega tarde o no llega.

Una historia de despojos y exclusión

Durante su intervención, Ricardo González, de Ciudad Alternativa, trazó un panorama histórico que evidencia la raíz estructural del problema agrario en República Dominicana. Tras la caída de la dictadura —dijo—, el Estado y las élites económicas acapararon los mejores terrenos fértiles, dejando a la población rural con parcelas marginales o sin títulos legales.

Según González, la situación agraria refleja una paradoja. “En República Dominicana hay más títulos que tierras reales”. Con ello denunció el grado de corrupción y los mecanismos ilegales que han permitido el despojo sistemático de comunidades rurales y urbanas. Añadió que el actual modelo económico ha favorecido un crecimiento urbano caótico y un campo cada vez más vacío, con un Estado ausente en su responsabilidad de garantizar el derecho a la tierra y a la vivienda.

Voces del Seibo: dignidad y esperanza desde el desamparo

Durante el conversatorio, también se hicieron visibles las intervenciones de las peregrinas Nancy Eusebio y Orquídea Vázquez quienes dieron rostro humano a esta lucha, ellas se tomaron la vocería de sus comunidades, hablando desde la experiencia de las familias desplazadas que reclaman justicia y acompañamiento.

“Soy campesina, nací en esa tierra y ahí quiero morir”, con estas palabras inició su intervención Nancy, expresando el sentir de muchas familias que se niegan a perder sus raíces. Orquídea, por su parte, denunció la indiferencia institucional y la manipulación política que obstaculizan soluciones reales. “El gobierno maquilla las cifras, pero el pueblo campesino vive hundido en la desesperanza”, lamentó.

Ambas coincidieron en que su lucha trasciende la posesión de las tierras, es una defensa por el derecho a existir con dignidad, trabajar libremente y preservar la tierra que sus familias han cuidado por generaciones.

La solidaridad que teje futuro

Para el sociólogo Alejandro García, representante de Pax Christi Internacional, la lucha de los peregrinos del Seibo es un símbolo de la defensa de la vida y la dignidad en toda América Latina. “Cada comunidad tiene su propia historia en la tierra que habita; protegerla es proteger la dignidad del ser humano”, apuntó.

En este sentido, el especialista identificó tres acciones que señaló son prioritarias: fortalecer la organización comunitariaconstruir redes de solidaridad y promover la incidencia política. Subrayó que campañas como “La vida pende de un hilo” apuntan precisamente a fortalecer estos procesos, creando puentes entre movimientos sociales, la Iglesia y la sociedad civil y nació para dar visibilidad y respaldo a las personas que protegen sus territorios.

Posteriormente, García hizo mención del llamado del Papa Francisco a destacar los derechos a las “Tres T”: tierra, techo y trabajo, como pilares de una vida digna y justa para todos los pueblos.

Hacia una nueva mirada sobre el territorio

Los panelistas coincidieron en que los desalojos y la falta de vivienda digna expresan las consecuencias de un modelo económico excluyente, insistieron que se trata de un sistema que privilegia el lucro sobre la dignidad humana. Insistieron en la necesidad de repensar el modelo económico y concebir la tierra como un bien común y no como mercancía.

Con la campaña «La vida pende de un hilo» se confirma el compromiso de sensibilizar sobre la violencia e impunidad que afectan a quienes defienden la vida de los pueblos, exigiendo su protección y la del ecosistema. Así también, en los peregrinos del Seibo resuena la historia de quienes se aferran a la tierra y a la vida, testimonio de un pueblo que no se deja vencer por el abandono.

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