60.º Aniversario de Nostra Aetate. Karram (Movimiento de los Focolares): «Redescubriendo valores espirituales y morales comunes para construir la paz»

En el 60.º aniversario de la declaración conciliar «Nostra Aetate», Margaret Karram, presidenta del Movimiento de los Focolares, recuerda la actualidad de su mensaje: un llamado al diálogo sincero entre religiones, para redescubrir valores comunes y construir juntos la paz. De las heridas del mundo surge la urgente necesidad de una fraternidad que fomente el encuentro y la colaboración.

SIR

En este 60.º aniversario, el mensaje que Nostra Aetate lanza una vez más para nuestro tiempo resuena con más fuerza que nunca, invitando a todos a un diálogo más profundo y sincero con los seguidores de otras religiones, redescubriendo los valores espirituales, morales y socioculturales que se encuentran en ellas, para que juntos podamos construir un mundo más armonioso donde triunfe la paz. Margaret Karram , presidenta del Movimiento de los Focolares, destacó la relevancia profética actual de la declaración conciliar «Nostra Aetate», en el 60.º aniversario de su promulgación (28 de octubre de 1965). Para la ocasión, el martes 28 de octubre, el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso y la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo organizaron una celebración en el Aula Pablo VI de Roma, a la que asistió el Papa León. Le pedimos a Margaret Karram que presentará el texto, pero sobre todo, las perspectivas de diálogo por la paz que se vislumbran hoy. Karram preside un movimiento que se basa en el carisma de Chiara Lubich, la unidad de la familia humana. Extendido por todo el mundo, sus miembros incluyen cristianos de diversas denominaciones, así como seguidores de las principales religiones.

¿Cuáles son, en su opinión, los frutos más importantes de estos 60 años de Nostra Aetate? ¿Qué impacto ha tenido Nostra Aetate en la Iglesia, en la sociedad y en las relaciones entre las comunidades religiosas?

El valor y el significado de este documento, como ha afirmado repetidamente el Papa Benedicto XVI, solo se han comprendido y apreciado con el paso de los años. A pesar de ser una declaración conciliar de tan solo cuatro páginas, pocos cristianos católicos conocen su contenido y el punto de inflexión fundamental que supuso en las relaciones entre la Iglesia católica y otras religiones. Frente a esta aparente contradicción, podemos afirmar que Nostra Aetate contribuyó a renovar las relaciones de amistad y colaboración con el mundo judío, para lo cual fue concebida, por intuición de Juan XXIII, tras su encuentro con el historiador francés —judío— Jules Isaac. Además, abrió los corazones de muchos católicos a personas de otras tradiciones, ayudando a la Iglesia católica a abandonar definitivamente el dogma casi milenario: «Fuera de la Iglesia no hay salvación». En cuanto a los Movimientos, creo poder decir que algunos de los nuevos carismas nacidos en la era conciliar contribuyeron, junto con muchos otros dentro de la Iglesia, a su implementación. Y esto, a la luz de la idea de la unidad de la familia humana, es el corazón antropológico y teológico de Nostra Aetate.

En los últimos años, las relaciones entre los pueblos se han deteriorado, generando conflicto y división en diversas partes del mundo. Incluso entre las religiones, lamentablemente, como resultado de las guerras, se vislumbran sombras de desconfianza y miedo. ¿Qué genera la guerra en el corazón de las personas y cómo se pueden superar estas sombras?

Nostra Aetate nació en plena Guerra Fría, en un mundo que asistía al inicio de la escalada del conflicto de Vietnam, pero que parecía comprometido con el rechazo a la violencia. Desafortunadamente, incluso después de la publicación de este documento, las guerras han continuado dramáticamente, culminando en las que vivimos hoy, con millones de hombres y mujeres que han perdido y siguen perdiendo la vida. Además, las religiones a menudo se utilizan o se explotan para justificar o promover la violencia. La guerra siempre surge de la falta de confianza, respeto, compasión y la negativa a ponernos en el lugar de los demás, que son hombres y mujeres como nosotros. Para superar estos absurdos, bastaría que cada uno de nosotros y cada una de nuestras comunidades (sociales, políticas y religiosas) siguiéramos el espíritu de la Regla de Oro, un principio ético universal:

Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti. Incluso podríamos llegar a decir: considera la nación, religión, cultura, etc. de los demás como te gustaría que ellos trataran a tu nación, religión, cultura, etc.

El documento conciliar Nostra Aetate, de hecho, nos exhorta a: “…practicar sinceramente la comprensión mutua, así como a defender y promover juntos para todos los hombres la justicia social, los valores morales, la paz y la libertad”.

Hoy, más que nunca, un grito de fraternidad se alza desde la humanidad sufriente. Desde la experiencia del Movimiento de los Focolares, ¿cómo se pueden forjar nuevos lazos de fraternidad en un mundo que ha perdido la paz?

El carisma de Chiara Lubich nos enseña a vivir la paz en nuestra vida cotidiana: primero realizándola en nuestro corazón y luego transmitiéndola a quienes nos rodean.

Se trata de construir relaciones de paz, dondequiera que estemos.

Y cualquiera puede hacerlo: una madre, un joven estudiante, un empresario. Todo comienza con pequeños gestos que luego pueden llegar e influir en personas de diversos niveles sociales, incluyendo a quienes trabajan en la política y la diplomacia internacional. Son procesos largos y difíciles que requieren un gran compromiso, educación para las nuevas generaciones y educación para la paz. Tenemos varios proyectos, uno de ellos es «Vivir la Paz», que involucra a miles de escuelas de todo el mundo para promover iniciativas de paz y fraternidad entre personas de diferentes religiones. Esta y muchas otras experiencias que fomentan una cultura de solidaridad y respeto mutuo fortalecen nuestra fe y la certeza de que no debemos perder la esperanza.

A la luz del mensaje de Nostra Aetate, ¿cuál es el papel de los líderes religiosos y de los seguidores de diferentes religiones en la construcción de un mundo reconciliado y en paz?

Desempeñan un papel fundamental. Juan Pablo II lo comprendió cuando, en 1986, convocó una Jornada de Oración por la Paz en Asís con representantes de todas las religiones. Si los líderes religiosos creen, rezan y viven por la paz, al menos quienes los siguen harán lo mismo, siguiendo su ejemplo. Una visión brillante. Todo creyente, independientemente de su fe, debería sentir esta responsabilidad.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *