Nostra Aetate significa «En nuestro tiempo» en latín y es el título de una declaración del Concilio Vaticano II que revolucionó la relación de la Iglesia Católica con otras religiones, promoviendo la fraternidad universal, el respeto mutuo y condenando el antisemitismo y toda forma de discriminación religiosa, racial o social. Este documento de 1965 exhorta a la paz y al diálogo interreligioso, afirmando que todos los pueblos tienen un origen y un destino común en Dios y que la Iglesia no rechaza lo que hay de santo y verdadero en otras religiones.
«Nostra Aetate»: La Revolución de la Iglesia en el Diálogo Interreligioso
El 28 de octubre de 1965, durante la clausura del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI promulgó un documento que cambiaría para siempre la relación de la Iglesia Católica con el resto del mundo: la declaración «Nostra Aetate». Su nombre, que en latín significa «En nuestro tiempo», refleja su relevancia histórica, siendo un punto de inflexión en la perspectiva católica sobre las religiones no cristianas.
Un Puente hacia el Entendimiento
El enfoque principal de «Nostra Aetate» fue establecer una nueva postura de respeto y diálogo. A lo largo del documento, la Iglesia expresa un cambio significativo en su visión hacia otras confesiones, reconociendo los elementos de verdad que existen fuera del cristianismo.
- Con el Judaísmo: La declaración representa un paso crucial al reconocer los profundos lazos espirituales que unen a la Iglesia con el pueblo judío. «Nostra Aetate» condena explícitamente el antisemitismo y reprueba cualquier forma de discriminación, sentando las bases para una reconciliación y un diálogo fraterno.
- Con el Islam: El documento valora a los musulmanes que adoran a un solo Dios y veneran a figuras compartidas como Jesús y María. Hizo un llamado a dejar atrás los conflictos históricos y a trabajar juntos en la promoción de la justicia, la paz y la libertad.
- Con otras religiones: La Iglesia también mostró un profundo respeto por religiones como el hinduismo y el budismo. Reconoce que estas religiones contienen «destellos de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres», valorando sus tradiciones y su búsqueda de un sentido de vida.
Principios para un Futuro de Fraternidad
Más allá de su postura hacia religiones específicas, «Nostra Aetate» estableció principios universales que siguen siendo relevantes hoy:
- Comunidad de origen divino: El texto subraya que todos los pueblos forman una única comunidad con un mismo origen y destino final en Dios, la base para una fraternidad universal.
- Fraternidad Universal: El documento enseña que es imposible invocar a Dios como Padre si no se actúa con un espíritu fraternal hacia los demás seres humanos, quienes también están creados a imagen y semejanza de Dios.
- Condena de la Discriminación: De manera contundente, la declaración reprueba cualquier forma de discriminación o vejación basada en la raza, el color, la condición social o la religión.
Un Legado Duradero
Considerada la «Carta Magna» del diálogo judeo-católico, «Nostra Aetate» no solo transformó la teología, sino que también inspiró innumerables iniciativas de diálogo y caridad. Su legado es un recordatorio de que la unidad y la paz son posibles cuando las personas se reconocen en su humanidad compartida y en la búsqueda común de la verdad.
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