“Estamos en una crisis [climática] y hay que tomarla en serio”, sentenció monseñor Lizardo Estrada, secretario general del Consejo Episcopal Lainoamericano y Caribeño (Celam) en entrevista con Vatican News en español.
Todo ello en el marco de la presentación del documento sobre justicia climática que los Obispos de América Latina, África y Asia han presentado al Papa León XIV y, luego, en una rueda de prensa en la Sala Stampa de la Santa Sede.
Por eso, ha insistido en la importancia de la “conversión del corazón” para cambiar formas de relacionarnos con la creación que “Dios nos ha encargado”, una tarea que es responsabilidad de todos para “evitar más tragedias, más muertes, más exclusión, más injusticia”.
La crisis climática está afectando a todos, pero en especial a los más pobres. No se trata de una denuncia sin sustento – explica el obispo – sino con base en evidencia científica.
El rol de la Iglesia, amén de proclamar la buena nueva, es hacer como los profetas de las Sagradas Escrituras, denunciar las injusticias, por lo que en la COP 30 esperan llevar la voz de los crucificados por la crisis climática: campesinos, indígenas, migrantes, jóvenes, niños y mujeres.
Monseñor Lizardo Estrada en audiencia en el papa León XIV
Cuidar del rebaño y la creación
Destacó el hecho que tres Confederaciones de obispos de continentes tan disímiles como América, África y Asia, pero con problemas comunes, se hayan reunido para “hacer este documento y transmitir a la humanidad nuestra preocupación, que estamos al límite”.
Es un documento producto del discernimiento, a la luz de la Palabra y el magisterio social de la Iglesia, fundamentado por teólogos y científicos de diversas ramas: ecología, clima, economía, política.
De allí que el propio León XIV “nos ha animado a seguir adelante” para seguir transmitiendo a la Iglesia y la sociedad “nuestras preocupaciones”.
Evangelio – palabra viva que brota para salvar y sanar – va de la mano con estas realidades, como pastores “debemos cuidar de nuestro rebaño y la creación”, se trata del bien de la humanidad, de la vida misma en la tierra, que “Dios nos ha regalado”.
En este sentido, frente a esas tempestades hay que estar atentos al llamado de Cristo para no tener miedo y como decía San Agustín, “la esperanza tiene dos hijas, la indignación y el coraje”.
“Indignarnos ante la injusticia, indignarnos de las cosas que no están conforme al plan de Dios, indignarnos de aquellas cosas que no están con los derechos humanos, eso también es Evangelio, como también tener el coraje para que todo cambie”, acotó.
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