Por Gustavo Claria – Perú

Economía de Comunión La experiencia empresarial de dos jóvenes colombianos en el Perú, inspirada en los valores de la cultura del dar, caldo de cultivo de la Economía de Comunión a la que adhieren.
Santa Inés Meat Quality especialistas en carne de cordero
Somos Mariana Llanes y Jorge Ruiz, una pareja de jóvenes emprendedores colombianos haciendo empresa en Lima, Perú y no cualquiera, una empresa que concibe la cultura del dar como base para su desarrollo. Esta linda experiencia empieza hace un poco más de 4 años cuando estábamos en nuestro país finalizando nuestros estudios como Zootecnistas de la Universidad Nacional de Colombia.
Inició la pandemia justo cuando nos hacían falta los últimos dos semestres de prácticas profesionales y la incertidumbre por saber cómo íbamos a concluir satisfactoriamente este período y, aún más, dónde íbamos a encontrar trabajo, era un tema frecuente de conversación entre los dos.
Allí comenzó a sembrarse la semilla de: “¿Qué tal si hacemos algo propio?”. Parecía una idea lejana, que años después tendría sentido.
Unos meses después, en medio de la pandemia, la familia pasó por un momento de gran dolor: la mamá de Jorge falleció por tumor en la cabeza. Ella, junto con su padre y su hermano menor vivían en Lima desde hacía varios años y, en esos momentos, no había posibilidad de viajar desde Colombia para estar juntos. La única opción que teníamos era continuar buscando nuestro primer semestre de prácticas profesionales, mientras mejoraba la situación sanitaria. Jorge realizó sus prácticas en un sistema de producción ovina y Mariana en proyectos de producción pecuaria con impacto social. Para nuestro segundo semestre de prácticas ya era posible hacer viajes internacionales y decidimos buscar las en Lima ya que el papá y el hermano de Jorge estaban solos en esa ciudad.
Ya en Lima, Jorge logró realizar sus prácticas en la Universidad Nacional Agraria La Molina en el área de producción ovina y Mariana en el Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura en el área de proyectos.
Durante ese período, Jorge comenzó a apasionarse por la industria cárnica y los procesos de calidad así que decidió aprender acerca del arte de la carnicería, es decir, de la transformación de músculos en cortes de carne seleccionados y fortalecer sus conocimientos en el manejo del proceso de producción con altos estándares de calidad y en el desarrollo de nuevos productos y derivados cárnicos.
Mariana por su parte, profundizó en la gestión de proyectos y confirmó su pasión por generar un impacto positivo en la sociedad, lo que le ha permitido ser muy empática con las personas y sus problemas y, asimismo, desarrollar habilidades de comunicación y ventas. Fue en ese momento donde esa semilla que se sembró años atrás de: “¿Qué tal si hacemos algo propio?”, comenzó a germinar.
Esto permitió que identificáramos una oportunidad en el mercado, la demanda insatisfecha de productos premium de cordero, así que nos pusimos manos a la obra y comenzamos a desarrollar nuestros primeros proyectos pilotos.
Con estos productos participamos en ferias vecinales de nuestro distrito y la acogida era evidente, las personas se sorprendían al ver una presentación innovadora del cordero. Emocionados, supimos que además de ser pareja, eramos un gran equipo emprendedor y que nos complementamos con habilidades que van desde la obtención y transformación de la materia prima hasta la comercialización del producto final.
Así fue como constituimos nuestra empresa: SANTA INÉS MEAT QUALITY | ESPECIALISTAS EN CARNE DE CORDERO.
Ya son casi dos años de constituida nuestra empresa y, hoy en día, hemos logrado estandarizar la línea de cortes de cordero y hamburguesas de cordero y abrir nuestra primera planta de producción.
Mariana participa en el Movimiento de los Focolares desde que es una niña, lo que le ha dado siempre una visión de la cultura del dar muy profunda. Además, ambas familias nos han inculcado el amor y el respeto al prójimo como un principio fundamental. Eso permitió sentirnos identificados con los principios de la Economía de Comunión en varios aspectos:

Primero: ver la venta de un producto como un acto de amor hacia nuestros clientes en el que hay una reciprocidad contínua, ofrecer una producto de calidad (real, sin engaños) y recibir una retribución económica de ello; segundo: entendiendo la cultu ra del dar en cada momento: una sonrisa, una buena atención a nuestros clientes, un pago justo con nuestros proveedores y gratuidad con ellos por la materia prima que nos ofrecen; tercero: Ver el trabajo como una forma de cuidar a nuestros colaboradores, proveedores, clientes, y a nosotros mismos; iv) Invirtiendo recursos en nuestra mente y desarrollo personal para que la empresa también crezca; entre otros.
Poner en común nuestras experiencias con otros empresarios que se inspiran en la Economía de Comunión (EdC) ha sido muy provechoso en este camino de aprendizaje. Hemos tenido la oportunidad de participar en reuniones de la EdC acá en Lima y pudimos también participar en el gran evento juvenil internacional “Genfest” en Aparecida (Brasil). Allí, entre otras ricas experiencias, pudimos participar en los talleres de Economía y Trabajo donde se profundizaron estos aspectos.
Consideramos que estos espacios de encuentro e intercambio de saberes genera comunidad y, en estos, un mundo más fraterno deja de ser una utopía sino una realidad palpable.
Desde que iniciamos este proyecto hemos tenido un sin fin de dificultades, no obstante, gracias a todas estas experiencias positivas hemos decidido ver el sacrificio como todo aquello que muere para dar vida. Morir a nuestros propios egos y creencias limitantes para gene rar vida al relacionarnos con nuestro entorno y, asimismo, dar vida a nuestra mejor versión, esa que nos enamora más de este proyecto y que nos incentiva a seguir nuestra pasión que es la generación de valor para compartir con la sociedad y las ganas de construir un futuro más justo, digno y sostenible.
Desde el día uno ha sido fundamental contar con el apoyo de nuestra familia y nuestro mentor, quienes han sido una motivación diaria para dar lo mejor de nosotros y han sido quienes nos han recordado en los momentos más difíciles que somos capaces. A ellos les agradecemos profundamente por confiar en nosotros y por enseñarnos que el camino se hace caminando.
Por Gustavo Claria – Perú